Chinameca hincó al gobernador

 Quiso vender espejitos y fue vapuleado  * Tumba el negocio a Rocío Nahle  * El relleno sanitario de los Quintanilla se frustró  * Cuitláhuac y Eric usando a los colectivos  * Yolanda Sagrero e Isis Gorra, las “fuerzas extrañas”  * Una Yegua en su haber  * Y el alcalde presume logros en seguridad  * Mancha sigue y a lidiar con sus ex aliados

MUSSIO CARDENAS ARELLANO

Publicada en mussiocardenas.com

14 de enero de 2019

Sonriente, perverso, llega Cuitláhuac a Chinameca. Ahí muestra los espejos tipo Cortés, el engaño, obras a cambio de un negocio tan sucio como infame, el de la basura de Rocío Nahle, la secretaria de Energía de la Cuarta Transformación. Y ahí escucha, en respuesta, el encono, el grito, el insulto, el repudio de un pueblo que no se deja torear.

“No al relleno sanitario”, le sueltan uno, dos, tres y así la ola de los agazapados y de los que no lo están, los que azuzan desde la muchedumbre y los que se miden tú a tú con el gobernador.

A pie llega su secretario de gobierno, el intragable Eric Patrocinio Cisneros, el miércoles 9, abriéndose paso entre los oriundos de la sierra, negado para él el paso por el bloqueo vehicular que detonó la protesta por el afán de Nahle y sus compadres, los hermanos Quintanilla Hayek, por instalar un relleno sanitario en la zona rural, en lo que es la tierra árida, pedregosa, seca, inservible, en la que está enclavada lo que fue la planta Graveras del Sureste, que sólo produce pena y lo que extrae se lo roba al rancho vecino, el de Donaciano Baeza Gutiérrez, al que invadió con total impunidad, y por el que los socios de la secretaria de Energía están denunciados.

Cisneros exacerbó los ánimos con sus desplantes de poder. Llegó días antes al predio inservible de los Quintanilla. Armó el show. Subió las fotografías a sus cuentas en redes sociales y enfatizó que ahí —sí, ahí— se construiría el relleno sanitario que serían destino de las 400 toneladas de basura que genera el municipio de Coatzacoalcos. Así de infame, como los de la mafia del poder.

Y encendió al pueblo contra el gobernador de Veracruz.

Vino entonces la primera manifestación. Se escuchó el reclamo y el primer amago. Hablaron los oriundos y los que Chinameca adoptó. Dijeron no. Y esgrimieron razones, el sentir de la población.

Inició el bloqueo carretero, la protesta en alta, el repudio a la imposición. Y Cuitláhuac García, el gobernador sin rumbo, tuvo que bajar.

Llegó sonriente. A la prensa le esbozaba lo único que traía consigo: que se realice una consulta. Y no salía de ahí. Tan corto, tan limitado, imaginó que sería como sacar los borregos a pastar.

Ignorante, el surgido de Morena no tenía idea de qué es Chinameca y lo recio, bravo y tozudo que su pueblo suele ser.

Tomó el micrófono. Habló de su pasado totonaca, de su estirpe étnica, que si él y sus hermanos llevan nombres autóctonos, que si su padre, el diputado perredista-fidelista, Atanasio García Guzmán, le inculcó el amor a nuestras raíces y decenas de rollos más. Y la gente reía.

Luego mostró los espejos, tipo Hernán Cortés. Cuitláhuac ofrecía una clínica, una carretera y obras para el abastecimiento de agua. Y se escuchaba el aplauso. Y se regodeaba con el ardid.

A su lado, la diputada Magaly Armenta Oliveros, también de Morena, legisladora por Cosoleacaque, no cabía de felicidad, secundando los aplausos, imaginando que Chinameca era un flan.

Así seguía Cuitláhuac García, imborrable la sonrisa, hilando embustes, cuentos y engaño.

Y en esas andaba cuando una voz tronó: “No al relleno sanitario”.

Y la voz se transformó en ola de rechazo. Y luego el repudio general.

“No al relleno sanitario”, insistían los de abajo, los de a pie, y también los que se codeaban con el gobernador.

“Que se realice una consulta”, instaba el gobernador. Y volvió a escuchar el clamor en contra.

“Hay otras personas —decía Cuitláhuac— que les parece bien el relleno. También las tengo que escuchar”. Y volvió a sentir que de ahí saldría maltrecho.

Le fue leído el contenido del manifiesto de los agentes municipales. Todos en contra.

Habló la profesora que retomó el papel de Chinameca en el contexto regional. “Producimos carne enchileanchada y el pueblo de Chinameca está enchileanchado”, le expresó casi piel con piel.

Y no lo dejó así. Lo hirió. Reprochó: Chinameca vende sus productos en Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacqque. Lleva sus productos a Coatzacoalcos y a cambio ahora recibiría desperdicio y basura, el despojo y el desecho.

No mentir, no robar, no traicionar, le recordó. “Y nos roban la salud de los niños, de las mujeres, de los adultos, de los de la tercera edad”.

Abajo seguían los gritos. Y el insulto. Cuitláhuac persistía en su misión de engañar. Que sea con consulta, dijo. Escuchó un rotundo “no”. Y ofreció hacer lo que el pueblo quisiera. Ellos decidían, el gobernador los secundaba. Y volvió a recibir un “no”.

“Si no puedes, a chingar a su madre”, profirió un varón, cuya voz corrió en un video en internet.

Magaly Armenta no lo podía creer. Pésima operadora, nada pudo amarrar. Así, viendo la felpa que recibía el gobernador, perdía la sonrisa, palidecía el rostro, le saltaban los ojos, presa del azoro.

Otro fiasco es Rocío Pérez, secretaria de Medio Ambiente. Fue diputada por Cosoleacaque a contrapelo del morenismo y ahí, en Chinameca, municipio enclavado en su distrito, dejó que el conflicto barriera parejo. Ni sumó a los liderazgos locales, ni allanó el camino, ni halló una luz.

Fallido manipulador, el gobernador terminó atizando la ira. Fallido timador, convirtió la ira en furia. Y entonces escuchó la sentencia: Defínase. Y se tuvo que definir.

Canceló entonces el relleno sanitario de Coatzacoalcos en Chinameca.

A su espalda, un amilanado Eric Cisneros, literalmente con el rabo entre las patas.

A la distancia despertaba otro volcán. Rocío Nahle, su compadre Arturo Quintanilla Hayek, sus hermanos Jaime y Enrique, el alcalde de Coatzacoalcos, Víctor Manuel Carranza, veían desmoronarse el negocio sucio de millonarios dividendos.

Fue tal la ira que un día después Rocío Nahle ya andaba en la región. Llegó a Minatitlán a concretar un anuncio sobre refinación, los 4 mil millones para rehabilitar la planta de Pemex.

Con el desabasto de gasolina a tope, Nahle regresó a su feudo, al sur de Veracruz.

Lo suyo, en realidad, lo suyo en el sur fue el impacto por la cancelación del relleno sanitario. La ordeña y la inversión en refinerías sólo enmascaraban la reacción de Rocío Nahle tras el desplome del negocio con los Quintanilla.

Graveras del Sureste es un predio inservible, pedregoso, agotado, de 187 hectáreas —oficialmente son 200— en litigio pues un centro poblacional, Rancho Nuevo Buenavista reclama 26 hectáreas. Es propiedad de los hermanos Quintanilla Hayek y de su tío Sami Hayek Domínguez.

Confronta otro litigio pues los Quintanilla invadieron parte de la propiedad de Donaciano Baeza y extraen productos de un banco de materiales. Cuando los han increpado, hombres armados con machete amedrentan. Cuando las autoridades ejecutan acciones legales, presumen ser impunes.

En la denuncia, número UIPJ/DXXI/SUBCOSOL/018/2017, están señalados Jaime y Enrique Quintanilla y su abogado, Cosme Atonantzin René Cruz Cruz, célebres por el caso de la sentencias clonadas con que cobraron una indemnización en la obra del Libramiento Vial de Coatzacoalcos, con daño patrimonial a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

Esa es la pandilla de Rocío Nahle. Y Cuitláhuac García, queriendo o no, les reventó el negocio.

Y de paso a Roselia Barajas Olea, la matriarca del Clan de la Succión, también. El sueño de la madre de la diputada Mónica Robles, fidelista, duartista y ahora en Morena, ha sido el reciclamiento de basura. Siendo alcalde de Coatzacoalcos su yerno, Iván Hillman, logró imponer un contrato para ERA 2000. Pero la empresa fue un fraude y un par de años después se revocó la concesión.

Cuitláhuac García va a Chinameca y sale trasquilado. Pudo tronar el negocio de Rocío Nahle sin asumir un costo tan demencial, sin ser increpado, sin insultos, sin ser sobajado por la población.

Pudo determinar la suspensión indefinida, arguyendo una revisión. Todo con un anuncio oficial, en Xalapa, desde su escritorio en palacio de gobierno, mojando la pólvora y evitando la explosión. Y llamar al alcalde, a los líderes políticos y sociales, a los agentes municipales, y revertir las inercias.

Pero bajó y degradó la investidura de gobernador. 

Quiso vender espejos y llevarse el oro. O acarrearle el oro a Rocío Nahle y socios. Quiso dar obra a cambio de un sí incondicional. Quiso usar las consultas tramposas de López Obrador para engañar. Quiso dejar la negativa al relleno sanitario en manos del pueblo cuando que el que decide es la autoridad.

Se ganó, pues, el insulto y la rabia. El engaño, en la sierra brava, se paga con sangre. A Cuitláhuac le fue mal y bien. Mal, por la paliza verbal; bien, porque lo pudieron linchar.

Nunca un gobernador fue tratado así. Ni Javier Duarte, que fue un vulgar ladrón, que se ganó a pulso el repudio popular, pagó una factura de tal dimensión.

Son 45 días. Cuitláhuac García no termina de arrancar. 

Hoy, por lo menos, sabe que el agravio y la mentada son el verdadero poder.

Y Chinameca lo hincó.

Archivo muerto

Tras el dolor y la ausencia, la inquina política. Tras el llanto y la tristeza, la mano de Cuitláhuac, el gober pelele, y Eric Cisneros, su tripulador. Sobre el dolor por los desaparecidos, Morena fragua la toma de fiscalías de norte a sur de Veracruz. Alentó a las madres y hermanas, a los hermanos y los amigos, a embestir al fiscal Jorge Winckler, a reclamar y condenarle, por lo que haya hecho o dejado de hacer, por hallar o no hallar a  los desaparecidos, a expresar que se tiene que ir. Ellos, el que gobierna manipulado y Eric Cisneros, su tripulador, en las sombras, lucrando con el dolor de quienes exigen justicia queriendo saber qué fue de los suyos y dónde están. A las fiscalías arribaron madres y hermanas, hijos, amigos, apostándose a sus puertas. Desplegaron mantas, exhibían cartulinas con leyendas duras y ejercer su derecho al reclamo. Y entre ellos, los infiltrados que no sabían ni a qué los habían enviado. La tónica es que Winckler y su equipo se tienen que ir, y para ello se apela a la agitación, al porrismo. Cisneros instruye a los alcaldes, a los diputados, a los empresarios, ahora a los colectivos. Y algunos acatan la consigna, los que dejan que su dolor sea usado en una vendetta política. Hará casi un mes, el 22 de diciembre, Anaís Palacios pidió a Cuitláhuac no usar a los colectivos “para asuntos políticos, ni se les alentara a realizar acciones ilegales o que pusieran en riesgo su integridad física o su vida”. Y lo hicieron. No tiene derecho —agrega hoy— a mandar a sus peones de partido a realizar este tipo de acciones. “No ayudan en nada, ensucian las causas, enlodan la función pública con una supuesta cercanía con la gente que a ellos les representa popularidad, aceptación. Muy poco tardó el nuevo gobierno en recurrir a viejas prácticas”, sentencia la activista Anaís Palacios, vinculada a los colectivos, uno de ellos, el Colectivo por la Paz, integrante además del colectivo Buscando a Nuestros Desaparecidos y Desaparecidas Veracruz, crítica contumaz del fiscal Winckler, pero que identifica lo que hay detrás. O sea, el reclamo de los colectivos puede ser justo pero el fin se tornó político. Usar el dolor por la desaparición de un familiar con tal de embestir al fiscal del yunismo, es, parafraseando al Peje López Obrador, propio de canallas… Hay tufo a fuerzas extrañas en la Tesorería Municipal. Y diríase que el alcalde sabe pero no quiere saber. Hay fuerzas extrañas en el área de Contabilidad, donde Yolanda Sagrero Vargas, la mandamás, la consentida del secretario del Ayuntamiento, Miguel Pintos Guillén, dispara pagos y cheques a granel. Instruye a su brazo derecho, Isis Iris Gorra Tostega, y ahí se diluye el presupuesto municipal. ¿A quién le libera cheques doña Isis? A quien Yolanda Sagrero le instruye, tenga o no tenga razón, se justifique o no la erogación. Recomendada, protegida de Rocío Nahle García, senadora con licencia y secretaria de Energía, Yolanda Sagrero tiene tal poder que hasta el alcalde de Coatzacoalcos se le cuadra. Y cuando hay desvíos, pagos irregulares, como el de Tatahuicapan —a ejidatarios y a la presidencia municipal, según siguen revelando los estados financieros—, lo único que atina a decir el alcalde Víctor Carranza es que son ”fuerzas extrañas” y no agrega más. Sabe bien el munícipe quién es Yolanda Sangrero. Sabe quién es Isis Iris Gorra. Sabe que hay una Yegua en su haber. Sabe del vínculo con el líder zeta ejecutado en la colonia Vistalmar, en 2014. Sabe lo que puede desatar. Y todavía se atreve a anunciar que revelará sus logros en materia de seguridad. Durmiendo con el enemigo… Valida el PAN nacional a Pepe Mancha. Le confirma el triunfo y repite como líder estatal del albiazul. Navegará en las turbulentas corrientes del PAN, frente a los otrora aliados de campaña, amigos en el gobierno de Veracruz, que apenas llegó la derrota electoral del 1 de julio, buscaron la confrontación. José de Jesús Mancha Alarcón retiene la dirigencia del PAN en Veracruz a contrapelo de Enrique Cambranis, que hizo alianza con Joaquín Rosendo Guzmán Avilés, su contrincante en la elección interna panista; distanciado el senador Julen Rementería del proyecto Yunes Márquez, al que dejaran solo desde la contienda municipal y peor en la elección de gobernador. Tendrá que recomponer a un PAN fragmentado, vencer odios y rencores, lidiar con las fobias y el embate de corrientes de indudable eficacia para destruir y de manifiesta incapacidad para construir. A contrapelo de muchos, el PAN oficializó su reelección… 

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