LA NUEVA DIRIGENCIA DEL PRI ESTATAL VERACRUZ

Por principio, creo válido poder separar a quienes hoy conforman el PRI Veracruz, su comité y su  militancia,  de los resabios del pasado—anti priistas que no tienen llenadera– que amenazan una vez más de regresar y apoderarse del mismo. Y hago esa separación porque no son lo mismo unos y otros.

Después de las debacles electorales en el estado del 2016, 2017, y 2018 y los diferentes diagnósticos elaborados y enviados al CEN del PRI, tal parece que no se logra entender lo que es evidente: el priismo no quiere ya nada que huela a hombres o mujeres, manchados o asociados a gobiernos que nos avergonzaron, ni mucho menos a ineptitud en el manejo de un partido que es –aunque no se quiera reconocer—aún muy importante en el contexto nacional y local.

En nuestro país, históricamente ha existido la cultura política de que la  integración y operación de los partidos políticos— sin excepción–, por usos y costumbres la han definido los Presidentes o los gobernadores del partido de su origen, aspecto que no es extraño y lo hacen todas las instituciones políticas.  Luego entonces las posiciones, campañas, candidaturas, contrataciones, etc., siempre han sido decididas– organizativa y financieramente-, por los gobernadores a través de sus operadores políticos.

A nivel nacional, el problema empezó cuando llegaron los gobiernos perversos y cuestionados en las entidades, que abusaron del poder los titulares y sus camarillas , no sólo dentro del gobierno sino también dentro de los partidos y ello trajo como consecuencia que se fortaleciera la cultura del apapacho a los allegados en las principales posiciones los procesos se encarecieran, que se intensificara la comercialización del voto y se creara una urbe insaciable de operadores —de todos los niveles– que robaban o se vendían al mejor postor en cada elección. Por lo tanto, la desconfianza surgió en el electorado y las derrotas de todos conocidos,  llegaron para esos partidos. De ahí las transiciones políticas nacionales y estatales.

Por es hoy ya sin la tutela del titular del ejecutivo federal y de los gobernadores,  en algunos estados los partidos políticos–principalmente el PRI– tienen que reaccionar y salir a flote con sus mejores cartas, para no estar destinados a desaparecer del mapa electoral del país.

En el caso del priismo Veracruzano, al ya no tener el poder del gobernador encima, aunque no es fácil quitarse el lastre vergonzoso  y se adolece del apoyo político acostumbrado, más que una debilidad debiera verse como una gran fortaleza. Porque eso les obliga ser creativos, más sensatos y efectivos. Y ahí es donde se enaltece la experiencia de los equipos de alta capacidad y con fuerte carácter para recuperar el espacio y tiempo perdido.

Pero frente a esa  tempestad, el colmo, hay aún gente que eso no lo quiere ver así. Hay personas que quieren seguir recibiendo las directrices de las sombras del pasado y en esa intención,  –hoy que se acerca la renovación– aparecen, cuando de todos es sabido que están asociadas a exgobernadores;  o emergen figuras que no tienen experiencia ni les respalda un liderazgo fraguado  dentro de las filas del PRI. Éstos y éstas,  de  ser considerados en la posibilidad de llegar a la dirigencia, recibirían las señales de sus tutores para conservar el control o llegarían apenas a aprender, cuando lo que se necesita es celeridad, conocimiento y eficiencia en estos momentos. De llegar, sería el mayor error que se podría cometer.

Eso vendría a derrumbar el empeño de quienes desde el 2016 y hasta la fecha,  han querido sacarlo del bache. Y aquí destaco el esfuerzo de los últimos dos años que hicieran equipos del CDE y militancia,  en el tiempo en que fungieron como Presidentes: Amadeo Flores Espinosa (2016-2017), Renato Alarcón Guevara (2017-2018) y Américo Zúñiga Martínez (2018), porque les tocó trabajar sin dinero–ya que el apoyo de las campañas no paso por sus manos–, vivir las derrotas electorales del 2016, 2017 y 2018 y dejaron todos el físico en el propósito de recuperar la confianza de este instituto político frente al electorado.  Entiéndase, apechugar el lastre de la pésima imagen que les heredaron y de aguantar a las figuras políticas que siempre se han sentido con el derecho de manipular al PRI estatal a su antojo, para en su momento acaparar las posiciones para ellos y  su gente. Los resultados han hablado por sí mismos y dan la razón de que estas figuras no son la solución y sólo han pensado en sus intereses personales y de grupo.

Pero aún hay cosas salvables.  Si aún está el barco flotando, es porque hay gente muy valiosa y con buenas intenciones en el Comité Directivo Estatal y en los municipios,  que hoy se la siguen rifando tanto en la base territorial como en las dirigencias de sectores, organizaciones, organismos especializados, comités municipales y estructuras de base. Por lo tanto, sería un verdadero error y una pésima lectura la que se daría a la sociedad, si en el PRI se vuelven a equivocar.  Por eso la preocupación de diversos grupos en este partido, de ver con lupa los perfiles de los que aspiran a dirigirlo.

Hoy como nunca se necesita dar un nuevo dinamismo a este partido basado en el respeto, la confianza, la honestidad, la responsabilidad y el trabajo ético enalteciendo principios e ideales pero también trabajo experimentado, especialmente cuando se tienen que resolver serios  problemas internos: 1) mal sabor de  las derrotas que afectan aun en el ánimo en muchas partes del estado, 2) los problemas financieros y de despidos derivados mayormente, por las multas de la elección 2016—la de gobernador– y que en la actualidad siguen siendo aplicadas y merman las prerrogativas, 3) frenar el avance de la oposición que va con todo para usar los programas sociales con fines electorales, así como 4) defenderse de las amenazas de los grupos internos y externos que lo quieren dañar,  para sacar provecho “a río revuelto”.

Porque hoy en Veracruz, con la derrota del PAN pasada y aun con el triunfo arrollador de Morena, hay señales en el contexto nacional y local, que pueden hacer que las cosas cambien, porque ninguna elección es la misma y el electorado es el que manda. Y hoy el ánimo general es que el partido en el poder nacional no convence con sus estrategias y ese panorama si no se mejora para ese movimiento, será la principal razón de su derrota en la próxima elección. Y para muestra lo tenemos en el vecino país.

Pero lo que sí es seguro, es que hoy se espera una reacción diferente en los partidos políticos, y en el caso del PRI estatal, en su militancia de sepa. Aquellos que pueden ver de frente al electorado, los que se sienten orgullosos de sus siglas porque no tienen “cola que les pisen”, los que actúan de buena fe y por convicción, los que no huelen sus manos a corrupción , etc., éstos están conformando  un solo frente estatal y harán hasta lo imposible por que su próxima dirigencia corresponda a gente preparada, honesta , sin señalamientos , aceptada por la mayoría de los grupos y dispuesta a salir a trabajar en todo el estado, para revivir el ánimo,  lograr acelerar la inercia motivacional y con ello enfrentar los nuevos retos.

Y esa voz se hará valer próximamente en el territorio y en el Consejo Político Estatal electivo.

Gracias y hasta la próxima

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