Al concretarse la liberación en cascada de ex funcionarios duartistas durante la primera semana de la administración del gobernador Cuitláhuac García Jiménez, el sentir generalizado fue que había sido su gobierno el que les abrió las rejas de la cárcel. En especial, al ex secretario de Seguridad Pública Arturo Bermúdez Zurita.
El gobierno estatal y sus defensores rechazaron la especie. Afirmaron que todo había sido un ardid preparado por el anterior gobierno, el de Miguel Ángel Yunes Linares, y por el fiscal heredado, Jorge Winckler Ortiz, acusando que ambos personajes habían planeado que esa “bomba” explotara justo en los primeros días de la nueva administración y que negociaron con los duartistas su excarcelación.
Los pactos y “transas” del yunismo con los duartistas sí sucedieron. En este espacio se denunciaron desde el inicio mismo del bienio. Por ejemplo, en la columna “Cero en conducta”, publicada el 22 de marzo de 2017, se expuso que “bastó una portada del diario capitalino Reforma exhibiendo la postulación de duartistas como candidatos a alcaldes del PAN en Veracruz para que la dirigencia nacional del blanquiazul diera un manotazo y rechazara llevar como abanderado a un conocido cómplice de la corrupción del sexenio anterior, que quién sabe a cambio de qué había logrado obtener el pase para ser abanderado de la coalición pan-perredista en Pánuco con la venia del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, quien ahora se intenta lavar las manos y evadir su propia responsabilidad en este penoso capítulo”.
Asimismo, en “La traición de Yunes”, del 19 de junio de 2017, se señaló que “el acuerdo vergonzante con Vicente Benítez representa la consumación de la traición de Miguel Ángel Yunes Linares a los veracruzanos, quienes en 2016 le otorgaron su voto y su confianza para que hiciera justicia, no para que transara con los verdugos del estado. ¿Para cuándo las fotos con Karime, Lagos, Del Castillo, Grappa y Deantes, gobernador?”.
Sin embargo, los pactos vergonzantes no fueron exclusivos del yunismo. Desde la misma campaña de 2016, operadores electorales del PRI, en ese entonces a las órdenes del duartismo, fueron instruidos para apoyar al candidato de Morena a la gubernatura, Cuitláhuac García Jiménez, de lo cual quien esto escribe recabó testimonios verbales directos. Incluso, se habló de una supuesta entrega de dinero en efectivo en Casa Veracruz al abanderado morenista, misma que, obviamente, negó.
Pero dos años después, es imposible no observar las señales que evidencian esos presuntos acuerdos. La incorporación a puestos públicos de priistas que súbitamente se pusieron la “playera” de Morena –como el fidelista presidente del Congreso local, José Manuel Pozos Castro; o Felipe Sosa Mora, implicado en el escándalo conocido como “Bocagate”, en el que se exhibió la planeación del uso de recursos de programas sociales con fines electorales, quien se incorporó al equipo de transición del actual gobierno y ahora un medio lo ubicó en un cargo en la Secretaría de Seguridad Pública- así como la absoluta abulia de la administración estatal ante la liberación de presuntos delincuentes peligrosos, dan cuenta de lo anterior.
La forma es fondo, decía Jesús Reyes Heroles. Hay que recordar que hace dos semanas el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, en voz de su hijo Javier Herrera Borunda –coordinador de Agenda del PVEM en el Senado, partido ahora aliado de Morena- expresó públicamente su “voto de confianza” al gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, en un claro mensaje político.
Por si todo eso no resultase convincente, dos hechos recientes alimentan el resquemor. Tras su liberación, y a pesar de continuar bajo proceso penal acusado de delitos monstruosos como el de desaparición forzada de personas, Arturo Bermúdez Zurita fue recibido como campeón por el presidente del Congreso del Estado para que el ex funcionario presentara la enésima solicitud de juicio político contra el fiscal que lo encarceló, Jorge Winckler. ¿Recibirá Pozos Castro personalmente a todas las personas que acuden al Poder Legislativo a presentar querellas?
El otro suceso es la “inscripción” de Américo Zúñiga Martínez como aspirante a magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Estado. Justo en el día que se dio a conocer su renuncia como presidente del Comité Directivo Estatal del PRI y una semana después de que, según versiones extraoficiales no desmentidas, se habría reunido en palacio de gobierno con el propio gobernador García Jiménez. Alentando con ello la sospecha –que adquiere visos de certeza- de que el PRI “entregó la plaza” de Veracruz a Morena en la pasada elección de gobernador. Lo que explicaría su estrepitoso desplome.
Tantas “coincidencias” no son creíbles en política. El pago de facturas está a los ojos de todos. Menos de los que quieren mantenerlos cerrados.
Asueto de fin de año
Para compartir con la familia el fin de año, esta columna y su autor tomarán un descanso, regresando a su publicación el lunes 7 de enero. A los lectores, felices fiestas.
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