Víctor Carranza: el fracaso está consumado

* El alcalde y el informe  * Año de errores y mentiras  * Que renuncie, le piden  * Interpelaciones y finanzas enfermas  * Un acta de cabildo falsa  * Y el cabido no aprueba los estados financieros  * Iván y Edel en Vinísimo  * Pinta para magistrado  * Los muertos de Cuitláhuac  * Aquel levantón al director de Ingresos  * Y el alcalde aflojó

MUSSIO CARDENAS ARELLANO

Publicada en mussiocardenas.com

18 de diciembre de 2018

De su gente —la clase media, el empresariado, el jet set—, el alcalde oye condenas y escucha reclamos. Y de los otros, el pueblo al que desgobierna, la interpelación y el agravio, la voz que se eleva y el grito de quien discrepa, la ira de los que creyendo en la Cuarta Transformación terminaron asumiendo la vil decepción. Primer año, don Víctor Carranza, y el fracaso es real.

Vapuleado, llega a su informe sin más argumento que el embuste y la mentira, las palabras huecas —“gran trabajo”, “gran gobierno”, “gran proyecto”— y las proclamas de finanzas sanas en un ayuntamiento, el de Coatzacoalcos, marcado por el derroche, el desfase presupuestal, los recursos que no alcanzaron para cubrir aguinaldos y prestaciones laborales y la urgencia de acudir a un crédito bancario para evitar el conflicto sindical.

Son finanzas enfermas, graves, y otro poco en grado terminal.

Habitante del mundo irreal, Víctor Manuel Carranza Rosaldo presume una obra pública que sólo existe en su imaginación. Reconstruir bardas de escuelas, remozar salones de clases, impermeabilizar techos de mercados, pintar paredes, no es obra pública; es mantenimiento a lo que ya dio de sí. 

Tapar baches, que en breve vuelven a estar igual; levantar losas quebradas, que son dejadas por meses así; pavimentar una que otra calle, que no aligeran el problema vial, es derroche e inversión inútil.

Un año después, la obra pública es deplorable. Ejerce un presupuesto anual de mil 300 millones de pesos, varios cientos destinados a obra y desarrollo, y nadie se explica en qué bolsillo van a parar.

Víctor Carranza revienta en lo político, en lo financiero, en lo social y en lo moral.

Hará once meses inició el conflicto sindical. Y pronto volverá a estallar.

Su gobierno arrancó con una mentira fenomenal: una reingeniería administrativa aliviaría la estrechez económica. Y sólo él lo creyó.

Días después inició el show. Pagó sueldos a destiempo, recortó salarios, canceló plazas de confianza, sobre todo las sindicales, tildó a parte del personal de “aviadores” y ofreció que con menos gastos de nómina se lograría la plenitud financiera.

Enmudeció al filtrarse la nómina del Parque Quetzalli, un espacio ecológico municipal entregado en comodato —o robado, para ser más claros— a Mónica Robles Barajas, esposa del ex alcalde Iván Hillman Chapoy, y acreditarse que es pagada por el ayuntamiento. Esa se la tuvo que tragar.

Embustero nato, Víctor Carranza apretaba al gremio sindical al tiempo que atestaba de personal de confianza el ayuntamiento, los de la cúpula con salarios de privilegio, él con 72 mil pesos mensuales, otros de a 60, 50, 40 mil pesos a mes. Sólo entre 96 trabajadores de alto nivel, la nómina asciende a 3.5 millones de pesos.

Hay mil 200 empleados sindicalizados y mil 100 de confianza, inexpertos, buenos para el mitin, la porra y la matraca pero sin idea de las tareas que habrían de desempeñar en el ayuntamiento.

Carranza capotea líos en los tribunales. Lo abruman las demandas laborales y las acciones del Sindicato Único de Empleados Municipales. Lo alcanza el fantasma de los laudos, el riesgo de reinstalación y los emplazamientos a huelga.

Le gritan títere en las calles, en los mítines, en la prensa, en los parques y en la iglesia piden que lo exorcicen. Títere de Rocío Nahle, la infausta senadora con licencia, hoy titular de la Secretaría de Energía. Títere de la inexperta política que lo vendió como una revelación y resultó una decepción.

Nahle tuvo culpa y la fanaticada de Morena también. Alertados de lo que podría ocurrir, no supieron ver ni quisieron escuchar. El engendro de Rocío Nahle apuntaba al fracaso que hoy es.

Títere de todos, al iniciar su campaña a la alcaldía, Víctor Manuel Carranza colocó ratoneras a las puertas de la presidencia municipal. Fue una señal. Combatiría la corrupción. Y auguraba días de cárcel, días negros, días de miedo para su antecesor, el priista Joaquín Caballero Rosiñol.

Un año después, Caballero ríe y vuelve a reír. Y su pandilla también. No hay acción legal. ORFIS —Órgano de Fiscalización Superior— deja impune la obra amañada, el fraude de los pozos de agua, los cuartos adicionales de la Sedatu que le fueron observados por la Auditoría Superior de la Federación, la mano sucia de Guillermo Ibarra, el socio de Caballero en la compañía Perconsa por la que enfrentaron hace 15 años un lío judicial con orden de aprehensión.

Un año va y el alcalde derrocha en forma demencial. A la prensa afín —Diario del Istmo y el consorcio del Clan de la Succión, los Robles y los Hillman— le regala casi 2 millones de pesos al mes. Es dinero tirado en prensa-basura, que no informa y lo que publica carece de credibilidad.

Carranza no paga para difundir acciones sino por orden de su patrona, Rocío Nahle, la autora del caos que es Coatzacoalcos. Paga para evitar golpizas. Paga para evitar que su atropellada vida en Pemex, acusado de corrupción y luego librado de culpas, sea el circo que todos quieren ver.

Su desaseo financiero es brutal. Pregona finanzas sanas y sus finanzas gozan de cabal enfermedad. Diríase que son un cáncer en fase terminal.

Son tan sanas que al octavo mes de gestión la regidora independiente, Adriana Herrera, le dibujó lo que finalmente es: se había agotado el 80 por ciento del presupuesto para saldar salarios y terminaría mal.

Hoy anda tras un crédito emergente para solventar aguinaldos y prestaciones laborales de fin de año. Y si no lo obtiene, el conflicto estallará.

Lo moral y lo ético es igualmente deplorable. Su suplente y a la vez secretario del ayuntamiento, Miguel Pintos Guillén, certificó un acta de cabildo falsa para conculcarle sus derechos al titular de un comodato de una cancha de pasto sintético en la Unidad Deportiva Miguel Hidalgo, quien promovió un amparo para evitar la construcción ahí del Parque Central, un negocio de 60 millones de pesos provenientes del Programa de Apoyo a Municipios y Medio Ambiente de Pemex.

Por ese delito, la Fiscalía de Veracruz ya emprendió acciones contra el secretario Pintos.  

Horas antes del informe de gobierno, Carranza alcanzó su clímax. Agobiados por la inseguridad, la impunidad de los malosos, el secuestro y la extorsión, el cobro de piso, los asaltos, las ejecuciones, los comerciantes y empresarios decretaron un cierre de actividad. Fueron dos horas. De ahí armaron un mitin. Exigían que Víctor Carranza diera la cara. Y el alcalde huyó.

“Sin no puede, que renuncie”, gritaban en el pasillo del palacio municipal que conduce a la presidencia. Y el edil nunca apareció.

Se dispersaron. Se fueron. Quedaban unos cuantos comerciantes, la clase media, el jet set, cuando alguien advirtió a Carranza que el peligro había pasado. Y confiado llegó.

Lo tomaron casi por asalto. Lo obligaron a escucharlos. Al pie de las escalinatas del palacio municipal oyó reclamos. Qué podía informar al pueblo si en un año nada ha hecho por Coatzacoalcos.  Qué decir si el gobierno no existe y el hampa gobierna a placer.

Un día después, con los suyos, su informe de actividades fue el caos. Lo interpeló un teniente retirado. Lo empañó. Aplaudían, lo secundaban, condenaban el fiasco de administración municipal.

Otro día más y llegó lo peor: nueve ediles de 15 que conforman el cabildo rechazaron los estados financieros de noviembre. Aducen falta de información. Perciben tretas y corruptelas, datos ocultos, derroche, malversación. Y hasta tres de Morena le votaron en contra.

Carranza resultó un fiasco. Atropellando a todos, jodiendo el erario, consintiendo hasta el uso de un acta de cabildo falsa, habría de confirmar que Rocío Nahle se equivocó y el costo político será enorme.

Diría El Justo, el fracaso está consumado.

Archivo muerto

Trepados en la Cuarta Transformación, dos ácidos personajes botaneaban y libaban hasta perder la razón. Uno, con las trazas del ínclito Iván Hillman Chapoy; el otro, con la inmensa figura de Edel Álvarez Peña. Y eran ellos. Hará 10 días, en Vinísimo, el restaurant donde se aparta la mancha política de Xalapa para urdir sus tretas, el infumable ex alcalde de los Robles en Coatzacoalcos y el presidente del Poder Judicial de Veracruz fumaron la pipa de la paz, aderezada con viandas, ensaladas, escamole, cortes de carne, platillos exóticos, mucha risa, mucho, licor. Viene Iván de una familia que atesora tierras a mansalva o con la firma notarial —Juan, su padre; Yohan, su hermano, y él mismo son notarios en Coatzacoalcos— dan fe de actos que rayan en lo ilegal. Políticamente Iván es nada y se cuelga de su matrimonio con la ex diputada priista, hoy de Morena, Mónica Robles; o sea, es fidelista, duartista y rémora del Clan de la Succión. Edel Álvarez fue alcalde del otrora Puerto México —o Coatza— y terminó con un descalabro político cuando sucumbió en la elección de diputado federal, en 1994, traicionado por Marcelo Montiel y Carlos Brito que lo dejaron sin grupo político hasta que Roberto Madrazo, en 2006, lo sacó del inframundo y lo hizo presidente del PRI en Veracruz sólo para dar lástima y perder la elección presidencial. Revivió de nuevo de la mano de Miguel Ángel Yunes Linares, en cuyo gobierno —gobierno panista— fue encumbrado a la presidencia del Tribunal Superior de Justicia, planchando pares que antes lo denostaron y llegaron a expresar que “cualquier pendejo podría ser magistrado”. Ahora ve la mano de Yunes y sin chistar la muerde, pues esa virtud sí que se le da. Ahora acuerda con Iván Hillman su arribo al Poder Judicial, primero como magistrado, luego, quizá, siendo su sucesor… Sábado de muertos, el 1 diciembre. Domingo de más muertos, el día 2. Y así por dos semanas, cuando ya suman más de 70, cuando comparando las cifras del primer mes de Miguel Ángel Yunes con el mismo período de Cuitláhuac García, el disparo es de más del 122 por ciento. Son los primeros muertos de Cuitláhuac García, el pase inaugural de su sexenio, sintiéndose desde palacio que la espiral de violencia que no cesa, sufriendo el vendaval de muerte que no amaina. A unos los mataron en la carretera El Naranjal-Coetzala; a otros en la carretera federal Córdoba-Veracruz. Unos se hallaban en una combi; otros desmembrados en bolsas de plástico. Uno más fue ubicado en un campo de futbol y ahí los sicarios le vaciaron sus armas. Dos días, seis muertos. Y de entonces para acá, los ejecutados de Coatzacoalcos, los levantados en Coatzacoalcos, las narcomantas en Coatzacoalcos. Y el asalto a los hogares, al de Omar Béjar, el veterano radiodifusor, alma de Grupo ACIR, o el ataque al doctor Guerrero y a su familia, también en su domicilio, hospitalizados él y su familia. Hoy el crimen organizado y la delincuencia común se saben impunes. Hoy, el gobierno, la policía, el Poder Judicial, alcaldes y todas las estructuras de mando se observan arrinconadas, temerosas, rebasadas, sobre todo rebasadas. Van 17 días del gobierno de Cuitláhuac García. Es la inercia de la violencia que viene del duartismo y que apenas si se pudo contener en el yunismo y que hoy se desborda con el nuevo gobernador. A costa de la tranquilidad de la sociedad, y el baño de sangre, se cala a la Cuarta Transformación. Son los primeros muertos de Cuitláhuac. Y lo que habrán de venir… Listos los nuevos rectores de tecnológicos estatales en el sur. Va al de Coatzacoalcos —ITESCO— Edgar Iván Gutiérrez Jaimes; al de Nanchital —UTS— Julio Sandría Reynoso; al de San Andrés Tuxtla, Cutberto Solís Domínguez, y al de Las Choapas —ITLCH— Francisco Córdoba Montero, cuñado del jefe de la Oficina de Gobierno de Veracruz, Esteban Ramírez Zepeda, el ex secretario incómodo del gober Cuitláhuac García Jiménez. Algo así como el nepotismo en su acepción más vulgar. Ahí, como en el duartismo y en el yunismo, habrá contratismo subterráneo, remodelación de oficinas, moche por la renta de los comedores para alumnos, maestros y personal administrativo. Llegan al edén; llegan a tomar la fruta prohibida. Uno de ellos, Julio Sandría, es un caso especial. Es ingeniero químico con maestría en Inteligencia Artificial y un doctorado en Tecnologías de Información y Análisis de Decisiones de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP). Es Coordinador Académico en el Instituto de Robótica de Xalapa, A.C. (iRoX) y catedrático en la Universidad de Xalapa. Académicamente, pues, no tiene queja. Habrá que ver si viene a destruir la telaraña de corrupción o a sembrar de robots la UTS… ¿Que por qué se desplomó la recaudación municipal en el ámbito de los giros negros? ¿Que por qué las cantinas, los teibol dans, los depósitos de licor y cerveza, ya no cumplen con su contribución a la Tesorería de Coatzacoalcos? Pues porque ahora esas son cuotas que se le pagan al crimen organizado y allá de aquel que se las quiera regatear. Recuérdese el levantón al ex director de Ingresos, Elías Omri Gutiérrez Gordillo. Un calentón y el alcalde Víctor Carranza aflojó el cuerpo y se dispuso a cooperar…

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