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Las amenazas a la autonomía de la UV

by Zaida Alicia Lladó Castillo

Cuando se habla de autonomía universitaria, nos referimos concretamente a la independencia política, administrativa y financiera  de una universidad pública respecto a factores externos.

En el caso de la autonomía política, evita que los vaivenes del poder político—transiciones o decisiones de la cúpula gubernamental –se traduzcan o  impacten en cambios arbitrarios en la vida interna de la institución y en el nombramiento de las autoridades universitarias. Ello implica que son sus propios órganos de decisión quienes deben elegir a sus representantes sin injerencia del poder político, siempre apegados a su normatividad: Ley Orgánica, estatutos y reglamentos correspondientes.

La autonomía administrativa, permite que la propia universidad basada en sus propias normas, establezca sus particulares formas de planeación, organización y control administrativo y académico, quedando como órgano superior para la toma decisiones el Consejo Universitario, como árbitro la Junta de Gobierno, y sus órganos directivos sean encabezados por una  Rectoría quien se apoya en las diferentes áreas administrativas y académicas, que emiten los planes y programas ajustados al presupuesto asignado.

La autonomía financiera, hace que la propia institución genere y proponga su presupuesto anual que es enviado a la Cámara de Diputados local para ser aprobado, y en base a ello define la aplicación del mismo,–que se cubre con las participaciones federales y estatales principalmente– para cumplir con sus funciones sustantivas: docencia, investigación y difusión de la cultura.

En el caso de la autonomía de la Universidad Veracruzana, –viejo sueño anhelado por muchos rectores que la buscaron en su historia–, se logró el 30 de noviembre de 1996 en el gobierno estatal de Lic. Patricio Chirinos Calero  siendo el Lic. Emilio Gidi Villarreal quien,–el 1º de septiembre de 1997–, funge como primer rector nombrado con la calidad de universidad autónoma. Con ello culminaba una etapa de muchas iniciativas que generaron los anteriores rectores, prestigiados universitarios que consolidaron a la UV, para darle el respeto y prestigio que debía poseer al llegar a esta nueva etapa en su historia;  pero también con ello iniciaba una forma diferente en la vida de la universidad al auto dirigirse de manera correcta, lo que se le debe a los rectores que llegaron después del logro de la autonomía y que la han hecho valer frente a propios y extraños.

Pero aunque desde 1996 la UV gozó de la autonomía administrativa y política, la financiera se logra en un primer intento, el 23 de junio de 2016, cuando la LXIII Legislatura local modificó el dictamen con proyecto de Decreto que reformó el art. 10 de la Constitución Política del estado de Veracruz, para incrementar de tres a cuatro por ciento del presupuesto general del estado y que habría de destinar a su Universidad. Pero no es hasta el 13 de noviembre de 2017 en que se logra al firmarse la promulgación de la reforma por parte del gobernador en turno, para permitir que los recursos que reciba del estado siempre sean superiores a los del año anterior y que el presupuesto siempre sea mayor—nunca menor—al 4 por ciento.  Y a partir de ese momento la Universidad Veracruzana ha buscado el cumplimiento de ese precepto y ha salido a la defensa, –ante cualquier riesgo o injerencia–, de su vida interna.

Sin embargo, la institución siempre ha sido un apetitoso espacio que ambicionan propios y extraños y eso la hace sortear una serie de amenazas. Algunas se presentan durante el vencimiento de los períodos rectorales que despiertan las expectativas –pero también  ambiciones– de universitarios prestigiados que desean –algún día– dirigirla, como del propio aparato gubernamental que no pierde la oportunidad de filtrar en ella a sus esquiroles para lograr el control de ésta. Lo que por fortuna se ha evitado por la acción objetiva, seria e imparcial de su Junta de Gobierno, sus rectores y su comunidad universitaria.  

Otro riesgo lo ha tenido en sus finanzas. En ello está de más mencionar la forma en que la UV ha sido víctima de la acción de algunos gobiernos, que no cumplieron en su momento con el otorgamiento de las participaciones federales y estatales que le debían ser asignadas de acuerdo a los presupuestos anuales aprobados por el Congreso, lo que derivó en los últimos años en la paralización de ciertos planes y programas académicos, de investigacion y de acciones de divulgación y difusión de la cultura, necesarios para continuar con la buena marcha de la UV.

Pero  otro de los riesgos, por lo que se ve hoy, son aquellas iniciativas que han surgido del Congreso local, que por la manera en que éstas aparecen, da a pensar que  obedecen a intereses externos y que pese a caer en lo absurdo, buscan generar coyunturas para llamar la atención o para atentar contra la autonomía universitaria, como así lo hiciera el Diputado Ricardo García Escalante, al proponer adicionar la fracción VIII al artículo 48 de la Ley orgánica del Poder Legislativo, el titulo cuarto con un capitulo único a la Ley Orgánica de la Universidad veracruzana y el articulo 11 a la Ley de Autonomía de la UV.

Pero ¿qué buscaba esta propuesta?  Que el derecho que le fue dado a la casa de estudios por conducto de sus autoridades de iniciar proyectos de iniciativas de leyes o decretos relacionados con la autonomía, organización y funcionamiento, también se le otorgara a sus estudiantes universitarios, lo que vislumbra de primera mano, una total ignorancia de lo que sucede al interior de la UV y de sus normas internas, pues cabe hacer notar que los alumnos al ser parte de la comunidad universitaria y de sus órganos de decisión tienen voz y voto y  tienen el derecho de hacer propuestas vía el Consejo Universitario.

Por otra parte, si la Cámara Local hubiera querido generar una propuesta debió ser enviada primero a las autoridades universitarias para analizar su viabilidad, porque al no ser así, pues a todas luces se tomó como una injerencia y falta de respeto a la autonomía de la Máxima Casa de Estudios. Por fortuna esta intención no avanzó  y hoy se celebra la prudencia en que se tomó el tema por parte del Congreso local, al sacarlo de la agenda legislativa.

La Universidad Veracruzana en su historia ciertamente ha modificado,  cuando ha sido necesario, sus leyes y reglamentos a iniciativa de sus autoridades y de su propia comunidad docente, de investigacion y alumnado y,  más allá de intereses internos y externos a los que está expuesta, siempre ha privilegiado los acuerdos entre las partes y la buena voluntad, porque el fin central siempre ha sido mejorarla y enaltecerla. Y en esa mística ha estado la base al  privilegiarse el respeto y la armonía entre su comunidad, mística que seguramente seguirá imperando, principalmente porque la Universidad Veracruzana es una institución madura y consolidada y así lo merece.

Gracias y hasta la próxima.

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