Ya lo consigna el Libro del Eclesiastés, uno de los textos sapienciales del Antiguo Testamento de La Biblia: no hay nada nuevo bajo el sol.
Me viene a la mente cuando veo el comportamiento del Secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos.
Tal como va, no tardará en que comience el cotilleo en los cafés o en los corrillos políticos de que él es quien manda en Veracruz.
No tengo muchos antecedentes políticos de él y no sé si alguna vez fue priista, aunque no dudo que en un sistema y en una cultura política que fue modelada por el PRI lleve un priista por dentro.
Mi duda sobre su origen partidista parte del hecho de que su comportamiento en el cargo que tiene semeja mucho al tipo de Secretario de Gobierno fuerte que hubo en los tiempos hegemónicos del tricolor.
Un prototipo de esa especie de Secretario de Gobierno en Veracruz, acaso el mejor y más representativo hasta ahora, fue el exgobernador Miguel Ángel Yunes Linares.
En su tiempo y hasta la fecha se tuvo la idea, y se decía entonces, que en realidad era él quien gobernaba y no Patricio Chirinos Calero, su jefe.
En una comida de 7 de junio en la Casa de Gobierno, si no mal recuerdo en el primero de su administración, siendo yo muy joven, me tocó estar sentado al lado de Chirinos, quien muy poco hablaba y no era dado a platicar con nadie.
Entonces, de repente, me hizo una confesión, que nunca antes había yo hecha pública: se volteó hacia mí y en voz baja me preguntó por una manifestación de protesta que había en el centro de Xalapa.
Le dije lo que sabía y entonces con un “ja”, me expresó: “Pobre Yunes, piensan que él es quien manda y le echan la culpa de todo”. No dijo más.
Desde entonces me quedó la idea de que Chirinos era un chingaquedito, que aparentemente no mataba una mosca pero que era quien ordenaba todas las decisiones, incluidas las que implicaban el uso de la fuerza, pero no se manchaba las manos.
Y Miguel Ángel, eso sí, se aplicaba en cumplir las instrucciones al pie de la letra, como el mejor soldado, con el ingrediente de que se extralimitaba y acaso cuando podía le aumentaba de su cosecha.
Es decir, Yunes Linares fue un gran, acaso hasta ahora el mejor Secretario operador político que ha habido, al que nada ni nadie detenía y pasaba por encima de quien fuera con tal de entregar las mejores cuentas a su jefe.
En muchos actores políticos de aquella época, en no pocos periodistas muchos de los cuales aún están activos, en exalcaldes que lo padecieron, en bastantes ciudadanos de los más diversos sectores, quedó como represor.
Esa imagen se acrecentó cuando operó la detención del exgobernador Dante Delgado y lo internó en Pacho Viejo, y por muchos años quedó la idea de que no solo la había operado sino que él era quien la había decidido, hasta que con el paso del tiempo fue quedando claro que había sido un castigo que había ordenado el en aquel tiempo presidente Ernesto Zedillo.
A cambio de esa imagen, Patricio Chirinos Calero se fue con la de un hombre bueno, de un gobernante pasivo, que no le hizo mal a nadie, que nunca alzó la voz (creo que además por una enfermedad que le afectaba el habla), benevolente con los veracruzanos.
Pero de que él fue quien mandó, ordenó y gobernó, me lo confirmó en una plática Miguel López Azuara, quien fue su titular de Comunicación Social, tuxpeño que por fortuna vive y goza de cabal salud, uno de los mejores periodistas que ha habido en México, maestro de maestros, quien incluso alguna vez estuvo a punto de agarrarse a golpes con Miguel Ángel por diferencias dentro del propio gobierno al que servían.
Pero así era la ortodoxia política, que el Secretario de Gobierno fuera el operador, el número 2, se decía, una especie de vicegobernador, un hombre de sacrificio incluso para echarle la culpa ante algún error por alguna mala decisión del gobernador, alguien que actuaba conforme lo mandaban los cánones de entonces, las reglas no escritas de los gobiernos priistas.
Por muchos sexenios, cada gobernante procuró tener ese tipo de operador, aunque hubo quienes delegaron esa función en el Subsecretario y no en Secretario General como se llamaba entonces el cargo.
En el gobierno del licenciado Miguel Alemán se empezó a debilitar esa figura cuando llegó al cargo la licenciada Nohemí Quirasco Hernández, y ya con Fidel Herrera él fue el todólogo y su propio hombre fuerte; con Duarte el único que destacó fue Gerardo Buganza porque Erick Lagos Hernández fue tan gris como el que acaba de salir Rogelio Franco Castán.
Ahora de pronto, en la clase gobernante que acaba de arribar, a la que tal vez se le subestimó y se le tilda de inexperta, aparecen un gobernador y un Secretario de Gobierno que hacen bastante bien el 1-2 como en los mejores tiempos del PRI, cuando Veracruz marchó bastante bien.
Mientras Cuitláhuac García gobierna, esto es, cumple con las funciones protocolarias propias de su investidura, Eric Cisneros opera para que su jefe pueda trabajar con toda libertad y sin exponer su imagen a algún desgaste.
Desde la campaña fuimos viendo su evolución, cómo empezó a ocupar el lugar de Alberto Silva en cuanto a enfrentarse en las redes sociales al entonces gobernador Yunes, acusándolo de entrometerse en la campaña para favorecer a su hijo.
Ya electos, subió el tono de su voz e incluso empezó a lanzar advertencias cuando no amenazas al todavía poderoso gobernante panista. No que Cuitláhuac no lo hiciera, pero quien realmente adoptaba el papel de rudo era Cisneros.
Hoy, en funciones plenas, carga con sí los guantes para ponérselos cuando considera necesario y brinca al ring para lanzar golpes, por ejemplo, en este momento contra el fiscal Jorge Winckler a quien ha amenazado de que se va porque se va.
Para un cabrón, cabrón y medio, dice el dicho popular mexicano, muy aplicable a la política, y si pensábamos que nadie podía ser como Miguel Ángel o superarlo, parece que ya apareció quien puede ocupar su lugar con solvencia, además con la seguridad que da saberse amigo personal del presidente de México.
Habrá que esperar su actuación a plenitud porque esto apenas comienza. Le veo ventajas: adopta o acepta términos medios, dialoga, cabildea, trata de ser amistoso, tengo entendido que escucha, es sereno y no pierde fácilmente la cabeza y se violenta; Miguel se circunscribe solo a su grupo, solo él lleva la voz cantante, tiene la virtud de pelearse con todos, es irascible, más que respeto los suyos le tienen miedo. En fin.
Y Cuitláhuac lo deja hacer, navega con la imagen de un hombre tranquilo, que no mata una mosca, como Chirinos, aunque sé que sabe elevar la voz, dar manotazos, imponerse, ser determinante, pero también benévolo y dispuesto a dialogar, a cabildear, con el gran ingrediente de estar dispuesto a reconocer errores y tratar de corregirlos, que solo no se equivoca quien no hace nada y que no hay ser humano perfecto y que por lo tanto no cometa errores.
Cisneros, pues, llevará el garrote, la mano dura cuando sea necesario; Cuitláhuac, el guante de seda aunque por dentro esconda un puño de hierro. Nada nuevo. Los viejos como yo ya vimos esa película.
Creo que solo un gobernante se salió del esquema: Fernando Gutiérrez Barrios. En el mejor sentido, por la tersura de su trato, era una dama, traía guante de seda, pero su fama de hombre duro hacía que bastara con su mirada para imponerse y para imponer su ley.
Una nueva historia está por escribirse.
Mientras, veo el round robin o robin round de máscara contra cabellera entre el gobernador Cuitláhuac García, el fiscal Jorge Winckler, el Secretario Eric Cisneros, el titular del Poder Judicial Edel Álvarez, Arturo Zurita, Juan Antonio Nemi, Luis Ángel Bravo Contreras, Francisco “Paco” Valencia, Mauricio Audirac, Jaimé Téllez Marié, que sostienen una campal de dos a tres caídas y sin límite de tiempo. ¡Pa’ su má’! Nunca me lo imaginé. Para calentar las posadas… políticas, no está mal ¡Qué suene la campana! A ver cuántas cabezas quiebran en lugar de piñatas. Ya haremos los comentarios respectivos.