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Cisne en caída libre

by Ángel Álvaro Peña

Ante la imposibilidad de seguir apareciendo en los medios que en algún momento le dieron espacios a cambio del dinero del erario, Alberto Silva Ramos, se refugia en las redes sociales como el último bastión de lo que fue un funcionario que ya no pudo encontrar una tabla de salvación para su impunidad.

 

Cuando se tiene el dinero del pueblo es muy fácil autodenominarse experto en medios, así lo hizo Silva Ramos mientras pagaba espacios y propinas a los medios que elogiaron por algún tiempo a su jefe Javier Duarte. Los medios donde se aceptaba el dinero de Silva Ramos fueron perdiendo credibilidad y se fueron quedando rezagados en un desgaste del que todavía no se recuperan ni en lo económico ni en la credibilidad.

 

Es por ello por lo que Silva Ramos no tiene espacios en los medios por mucho dinero que ofrezca. La corrupción no es contagiosa pero cómo daña su cercanía.

 

Y esto debe aplicarse también a la proximidad que el Cisne quiere tener con el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, con quien aparece en una imagen abrazado, en una foto trucada.

 

La desproporción del tamaño de Silva y Velasco es notoria con el tamaño del Palacio Nacional, al fondo. La desproporción entre deshonestidad y transparencia también es notoria. No puede seguir manchando la imagen de un gobernador y futuro senador joven cuya cercanía puede afectar.

 

Por otra parte, las sombras que muestra el edificio no concuerdan con la luz de los cuerpos. La imposición de la figura humana en el contexto del atardecer se ve forzada y falsa. Podría decirse que esa fotografía nunca se tomó; sin embargo, Silva Ramos quiere hacerla parecer no sólo como real sino reciente, cuando en realidad lo único que muestra es su desesperación por figurar en los medios ante la imposibilidad de tener reflectores en frente.

 

Pero en la fotografía, enviada a todos sus contactos, la imagen no es lo único falso. El fraude está también en un texto ambiguo donde hace parecer que está trabajando con el gobernador de Chiapas, llamándolo “jefe”. Cuando en realidad lo mejor que puede hacer Silva por la buena imagen de Manuel Velasco es mantenerse lo más alejado posible de él.

 

Pero para confundir a sus cada día menos espectadores termina la frase de felicitación al gobernador de Chiapas diciendo: “A trabajar”, como si tuviera un espacio en la administración del chiapaneco.

 

Experto en alterar las noticias, en las fotografías donde aparece su persona responsabiliza a otros de hacer lo mismo para desprestigiarlo. Cuando en realidad las que él manipula para parecer como alguien honesto, decente, limpio de toda culpa cuando realmente dichos adornos forman parte de una fantasía patológica que lo colocan más cerca de la enfermedad mental que de la razón.

 

La desproporción de su conducta, motivada por la desesperación de que pueda ser investigado de un momento a otro y castigado severamente, lo presenta como un desquiciado buscachambas. Aunque en realidad debe estar tras las rejas. A Silva Ramos le urge ampliar el periodo de impunidad, ya utilizó el fuero que pudo lograr con la complicidad de algunos que lo colocaron como legislador, es hora de que sea detenido.

 

La cadena de mentiras que pudo difundir con ayuda de los medios en Veracruz, y a veces en el centro del país, con el dinero de los veracruzanos tienen ese mismo estilo personal de confundir. Redacta textos que pueden prestarse a varias interpretaciones para hacer creer que está en un lugar privilegiado cuando en realidad lo único que le queda por hacer es resignarse a su suerte que está por terminar.

 

Fiel alumno de una política de comunicación desgastada, basada en los principios de Joseph Goebbels, el encargado de Propaganda de Adolfo Hitler, claro su capacidad no puede darle para actualizar sus teorías ni entender el momento que ahora vive el país y la entidad veracruzana a la que exprimió hasta el último centavo.

 

No hay veracruzano que no sepa quién es Alberto Silva Ramos, su fama de ladrón llamó la atención de Javier Duarte y lo llamó a su equipo, no fue convocado por sus dotes de servidor público sino por su experiencia por trabajar con empresas fantasma, que impuso desde hace varios años como parte de su enriquecimiento personal ilícito.

 

Actualmente hay denuncias en su contra por más de dos mil millones de pesos, una parte de esa cantidad fue destinada al pago de empresas fantasma y otra para promover la imagen de su jefe, Javier Duarte de Ochoa, vergüenza de los veracruzanos y del partido que lo postuló, que es el mismo al que pertenece Silva. Desde antes de la jornada electoral, todavía con fuero de diputado federal se amparó, dicho amparo está en revisión y de no ser aceptado deberá ser detenido.

 

La revista Contralínea dio cuenta de los cómplices de Duarte de Ochoa entre quienes se encuentra, desde luego el experto en medios y maquinador de imágenes falsas, en el sentido más amplio del término, Alberto Silva Ramos, quien se encargó de pisotear el eslogan del gobierno de Duarte: ¡Un estado próspero!

 

Silva Ramos es un sujeto que debe ser investigado, no hay ni debe haber ni amnistía, ni perdón ni olvido para alguien que robó a los veracruzanos con premeditación, alevosía y ventaja. PEGA Y CORRE. – Hasta el último minuto de la actual administración hay agresiones contra periodistas veracruzanos, lo que hace más vulnerables a todos los comunicadores del país. Ahora fue Rodrigo Acuña Morales, atacado en Tepetzintla. Es director del Diario Tepetzintla y colaborador de la Voz de Tantoyuca, especializado en crónica roja. ¿Hasta cuándo? Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

 

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