Manos creadoras

by Nora Guerrero

Aún me queda el regusto de las dos entrevistas y un par de visitas fugaces que hice a la señora Dora María, vecina de la colonia Álvaro Obregón. Esta entrevista me dejó la satisfacción de conocer a una mujer xalapeña de pura cepa, de trato afable, historia interesante, gran amante de sus árboles, plantas y flores.

Comenzaré contándole que el día en que concerté con ella la entrevista y el segundo día en que comenzamos a charlar, me recibió con tierra en sus manos, pues era la hora de estar con sus plantas. Después tuvimos que esperar dos días, pues el frío impedía subir a la azotea y áreas abiertas a conocer sus más trescientas plantas. Frío y lluvia que también ellas debían resistir.

Dorita casó con don Rodolfo hace 53 años. Él es originario del vecino estado de Puebla, a donde fueron a vivir sus primeros años de matrimonio. Después regresaron a Xalapa, donde se establecieron definitivamente. Procrearon ocho hijos, cuatro mujeres y cuatro varones, todos profesionistas: dos ingenieros agrónomos, dos abogados, un ingeniero civil, un administrador de empresas, una nutrióloga y una periodista…¡Qué satisfacción!

Ella también se preparó para la vida. Su padre la indujo a estudiar Corte y Confección y ella ejerció la alta costura por cuarenta años. Bordaba con chaquira, lentejuelas y abalorios, vestidos y ajuares completos que elaboraba para novias y quinceañeras; trajes de comunión y ropones de bautizo. Cuando se retiró, sus hijos le pusieron una tienda de abarrotes para que se distrajera y ayudara.

Don Rodolfo fue un exitoso maestro de albañilería. Con la ayuda de sus hijos, construyó su casa hace treinta y cinco años, atendiendo los deseos de su esposa y respetando la orografía del terreno. Es de destacar que también le gustan las plantas y sembrarlas. Por estar cercana a mi domicilio, con frecuencia observaba esta casa; siempre me pareció como de cuento, por la estructura de su fachada, sus desniveles y toda la vegetación que mana de ella.

En el centro del arriate de la banqueta, una casuarina de treinta y cinco años filtra el aire y oxigena, por lo que el calor ni el aire les llega de golpe, me explica Dorita. Allí, una jacaranda de 20 años, un níspero, algunas plantas de café, un ficcus de cuatro metros, guías de teléfono enredado entre los árboles y un ramillete de jazmines, coronan el conjunto.

En la banqueta, pegado a la barda, destaca otro conjunto: un árbol de dólar, “ojo de pájaro” -por sus flores amarillas-, jazmines, stargazer (lirio tipo azucena), flores de cera y varias enredaderas. La escalonada entrada a la vivienda nos lleva al primer nivel donde nos recibe un alargado y ancho jardín que también da a la fachada. De entre ellos asoman arbustos, plantas, flores de todos colores como anturios rojos, flor de mayo, flores de un tubérculo llamadas “amor de un día”, orquídeas: “espíritu santo”, “orquídeas de palo”, `vaca´, `torito´ y `babuchas de la reina´, así como phalenopsis blancas, moradas y lilas. También hay rosales de flores blancas, amarillas y rosadas y la “rosa de terciopelo”.  A los lados, unas llantas que fungen como macetas.

Hay anturios oaxaqueños, bromelias, mini anturios rojos, bugambilias blancas, rosadas, naranjas y rojas; aves del paraíso, violetas blancas y lilas. También helechos, suculentas, mafafas, palo rojo, macadamia. Sólo en la azotea hay doscientas plantas, entre las cuales destacan las hierbas curativas: Mirto, ruda, romero, Santa María, que bien pueden tomarse en té o para baños. Hierba de burro, tomillo, orégano, epazote, acuyo, “hierba maestra”, ajenjo -para el dolor de estómago-, chayote…

No cabe duda, las de Dorita y don Rodolfo sí que son manos creadoras…[email protected]

 

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