Desde las montañas de Perote llegan a nuestra Xalapa las aguas del río Sedeño, pasando por Acajete, Banderilla y Las Vigas. Un río que ha dado vida y abastecido del vital líquido a estas poblaciones y al que urge rescatar de la barbarie humana, de los deshechos de aguas residuales, animales muertos y basura. Sinembargo, este ecocidio ha despertado el interés, movido a la acción y hasta ha motivado al arte a grandes y pequeños, como es el caso de alumnos de un Jardín de Niños que, guiados por sus maestras, este año 2018 han compuesto una canción al río.
Cuando concerté la cita para entrevistar a la química Martha Graciela, participante del sexto concurso de Fachadas y Balcones Floridos de Xalapa, cuya residencia está en el Fraccionamiento Lucas Martín, la mejor referencia que me dio para llegar a su casa fue: Justo frente al Río Sedeño. Ya en la charla, las primeras palabras que expresa mi anfitriona se refieren al río: Llegamos aquí hace 24 años y elegimos esta casa porque su atractivo eran el río y la vegetación; y el canto de los pájaros…“cuando el río era río”.
La familia que integran ella, su esposo médico y su joven hija, ahora diseñadora, fue de las primeras en poblar el fraccionamiento. Hace algunos añitos, ya se sumó un nieto. Martha Graciela recuerda que había casas que tenían que abastecerse de agua por medio de pipas y les tocó ver como se fue poblando poco a poco este fraccionamiento, donde muchas familias cuidan jardines, algunas de las cuales también participaron en el concurso.
La casa que recibió la familia de Marthita, ya contaba con un ficcus y una bugambilia de flores color naranja. En la banqueta un seto vivo de arrayán muy cuidado, da cuenta de la mano del jardinero y en la cochera otro seto marca su límite con la construcción vecina. Junto con los arrayanes, los verdes enriquecen el jardín con una preciosa cycada, varias plantitas de listón (malamadre o lazo de amor), aralias, dos generosas “pata de elefante”, mano de león, suculentas y unos magueyitos.
El médico solía comprar plantas a un joven que vendía de casa en casa y así comenzaron a conformar su jardín. Hoy tienen rosas, orquídeas, alcatraces, aves del paraíso, azaleas y gardenias -que hace tiempo se la obsequiaron y continúa floreando- y hortensias, que de un “piecito” también obsequiado, ha dado varias plantas muy floridas. Eso es lo bonito entre las buenas vecinas, digo yo.
En el jardín se luce un tulipán que le obsequió uno de sus jardineros junto con una matita de albahaca que sirve para limpiar el ambiente y ahuyentar las malas vibras, así como otras hierbas de olor para la cocina, como epazote, hierbabuena y tomillo que también tienen usos medicinales.
Mientras charlamos, llega el esposo y se incorpora a la plática. Él es xalapeñísimo y miembro de una generación en que los muchachos solían salir a caminar por el campo, a excursionar. De ahí que él conoció el Río Sedeño en mejores épocas, donde bañarse en el río era un deleite. Por ello está atento -junto con su familia- a colaborar con la tarea titánica que se ha impuesto el matrimonio vecino que integran los señores Ana Lilia y Francisco. Ellos son ambientalistas y lideran el proyecto “Rescate del Río Sedeño”. Recién organizaron el día del cuidado del medio ambiente, recolectando basura, desde la cascada del Río Sedeño hasta sus límites logrando involucrar a un número importante de vecinos solidarios. Y que conste, no son veracruzanos, pero aman la tierra donde viven.
Así, nuestra anfitriona pozarricense de origen, y xalapeña por destino, no sólo es amante de las orquídeas phalaenopsis, sino del vuelo de las mariposas, de los colibríes revoloteando en su jardín y del sueño de un río Sedeño, sano…