Del campo y las orquídeas

Nuevamente estoy en casa de mi prima Diana, en el campo, en Carretas del municipio de Paso de Ovejas. Adoro esta paz y escuchar grillos, cantos de pájaros y gorjeos de palomas. Dormí como los mismísimos ángeles. Es hermoso estar en el campo y escuchar los sonidos de la naturaleza, a unos cuantos metros del río, mientras escribo. Ahora Diana está aplicada chapeando y limpiando el terreno de la parte posterior de su casa, pero no lo hace sola, le apoya un par de hombres de campo que saben de esto. Preparan la tierra para la próxima siembra de frijol. Mi prima es incansable…

Anoche me hizo un obsequio fantástico: el majestuoso libro Las orquídeas de México. Lo escribieron Eric Hágsater, Miguel Ángel Soto Arenas, Gerardo A. Salazar, Rolando Jiménez Machorro, Marco Antonio Lópe-Rosas y Robert Louis Dressler (norteamericano). Todos con una larga trayectoria en estudios de horticultura, botánica, biólogía, filogenia, ecología y otros. Dos de ellos cultivados en fotografía especializada. Con estudios de doctorado la mitad de ellos, todos miembros del Herbario AMO -Asociación Mexicana de Orquideología- fundada por Eric Hágsater en 1976. Estos seis magníficos investigadores tienen centenares de publicaciones y fotografías, dibujos e ilustraciones. Este tomo ilustra  162  géneros de los 164 de orquídeas nativas de México. Estos géneros abarcan 1,300 especies conocidas hasta el año 2015, año en que se reeditó el libro con motivo del 90 aniversario de Grupo Chinoín, Productos Farmacéuticos, S.A. de C.V. -para la salud humana-.

Ya dentro del texto del libro, me gusta por simple y completa la primera expresión hacia estas extraordinarias flores: “Las orquídeas son plantas fascinantes. Con frecuencia sus flores son muy bellas e intrincadas y esto tiene un solo fin: atraer a los polinizadores para poder producir semillas y perpetuar la especie”.

Según los autores del libro comentado aquí, la información acerca de las orquídeas mexicanas fue recopilada de trabajos de Urbina, M. en 1903, Lawler, L. J. en 1984 y García Peña, M. Del R., y M. Peña, en 1981, quienes hicieron una basta información etnobotánica de las orquídeas en México. Antes de la llegada de los españoles, no está documentado si los indígenas tenían gusto por las orquídeas ni que usos le daban, excepto que se vendían los frutos de la vainilla en los mercados y que de los aparentes bulbos y raíces de otras especies, se extraía una sustancia pegajosa utilizada como pegamento.

Según el botánico Chase, M.W. (2001-2003), se estima que las orquídeas aparecieron en la faz de la tierra hace cien o ciento diez millones de años. Este género, considerablemente diverso, podría contar con veinte mil y hasta treinta mil especies. Algunas  de las razones que han permitido a las orquídeas expandirse en casi todos los ambientes del mundo han sido: su adaptabilidad a los diferentes climas, a la versatilidad de sus acciones recíprocas con otros seres vivos, incluyendo su hospedaje en otras plantas y copas de los árboles; pues la planta sólo se apoya, no se alimenta de ellos, es decir, no es una planta parásita.

Sin duda, las orquídeas son flores predilectas por su belleza, por sus diversas formas, características y propiedades. Esta preferencia que se remonta al pasado prehispánico, se vive hoy día en los jardines de las casas donde se les cuida con esmero porque se le conoce como una flor delicada, algunas aromáticas y todas bellas. Como flor cortada, en nuestro entorno, la orquídea catleya es de las más cotizadas en las floristerías, sin duda, por su generoso tamaño, delicadeza, elegancia y embriagador aroma…

xalapaflorida@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

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