La ciudadanía de las mexicanas (parte 2)

Llevé a Elvia Carrillo Puerto en 1955 al Congreso de la Unión, así me lo pidió. Yo ya había ganado mi curul  –igual que otras 3 compañeras–en las primeras elecciones en que las mujeres votamos y, era de justicia llevarla porque era artífice de toda esa lucha política de las mujeres en el reconocimiento y respeto a sus derechos políticos, y me dijo con lágrimas en sus ojos –viendo el recinto–: “me siento muy satisfecha con la vida, al ver que nuestro esfuerzo fructificó, no en nosotras, sino en ustedes y por eso ya me puedo morir tranquila”

Margarita García Flores, precursora del voto en 1953.

El logro de 1953, fue un acto de justicia para las mexicanas, pero principalmente para quienes desde los primeros movimientos, antes de la reforma, contendieron y nunca les fueron reconocidos sus triunfos o las que llegaron y fueron obligadas a renunciar al no convenir a los intereses de los hombres que ostentaban el poder: Por eso–como justo homenaje– quiero hoy referirme a ellas:

1.-Rosa Torre G. (1890-1973).-Primera mujer regidora que ocupó un cargo en un ayuntamiento mexicano, lo es en 1922 en el de Mérida, Yuc. Esto fue posible por las reformas impulsadas por el gobernador Felipe Carrillo Puerto—hombre muy importante en los movimientos liberales del sureste– de permitir en las leyes locales la participación de las mujeres en los cargos de representación municipal. Sin embargo a la caída del gobierno, es obligada a renunciar.

2.-Elvia Carrillo Puerto. (1878-1968). En 1923 contiende al cargo de diputadas locales en Yucatán junto con Beatriz Peniche y Raquel Dzib. Elvia es quien gana la contienda y no le es reconocido su triunfo porque la ley electoral nacional lo desconoce. A la muerte  de sus hermanos Elvia Carrillo Puerto se va a radicar primero a la ciudad de México y posteriormente en 1924 a San Luis Potosí, y en esta última entidad busca competir por una curul local. Lo hace en 1925, junto con Hermila Zamarrón  como suplente, aprovechando que es ese estado la constitución lo permitía, pero pese a que ganan la contienda, igualmente le es desconocido su triunfo.

4.- Soledad Orozco de Ávila (1904-1996). En Guanajuato en 1937, por primera vez el Congreso local permite la participación de una mujer para las elecciones de diputadas locales y lo hace, ganando la elección,  pero inconformidades de la federación de trabajadores de León origina que se le desconozca su triunfo.

5.- María Tinoco Y Enriqueta L. de Pulgarón, en 1936 en Veracruz, el PNR lanzó sus candidaturas a Diputadas locales, pero a pesar de contar con el apoyo de su partido el departamento electoral nacional no aceptó su registro.

Todos estos casos que sucedieron antes del sufragio universal, si fueran evaluados con las leyes electorales del presente, sin duda, se podrían interpretar como verdaderos casos de violencia política, pero ¿acaso las cosas han cambiado en la actualidad?

Al cabo de más de 6 décadas, es cierto que hay que reconocer los avances que las mujeres han forjado  hasta la fecha en diversos rubros: sociales, culturales, laborales, políticos, etc., como también aceptar que aún quedan muchas cuentas por saldar y ese es el reto del presente y futuro.

Y dentro de esas cuentas pendientes,  las mexicanas hoy hacemos un balance. En materia social el balance nos sale debiendo: hoy las mexicanas tenemos un sentimiento de duelo, de impotencia, al ver por una parte que las cosas por las cuales hemos luchado en el pasado, como las libertades, el progreso, el respeto, la justicia y la paz, están en riesgo. Las cifras elevadas en feminicidios, violencia doméstica y política, discriminación por razón de sexo, género, étnias, condición social o económica, entre otras, nos lleva a reflexionar y reclamar al Estado ,–sea de la sigla que sea —, que cumplan con su obligación y no nos usen solo para adornarse en el discurso. Porque sólo podremos creer y confiar cuando no veamos una muerta más en Veracruz y en el país, y logremos que la sociedad mexicana realmente alcance el desarrollo en todos los rubros.

Respecto a lo político, hay que reconocer que las cuotas de género fueron un detonante para alcanzar el logro de la paridad otorgada por el Presidente Peña Nieto en la reforma política de 2014.  Durante los 18 años que duró el impulso de dichas cuotas en los Congresos, de 1996 a 2014, se cometieron injusticias serias con las mujeres candidatas y electas. Por ejemplo en 2009 en la 61 Legislatura del Congreso de la Unión, 10 legisladoras de las cuales 8 eran mujeres de diferentes partidos, solicitaron permiso por tiempo indefinido a las 72 hrs de haber tomado protesta, cediendo su posición al suplente varón. A estos casos se les denominó “Las juanitas”. Fueron obligadas a renunciar porque así convenía a los intereses de quienes las postularon.

Por eso el gran mérito de la reforma  al artículo 41 de la Constitución del 10 de febrero de  2014 y que es histórica para las mexicanas, estableció por primera vez la realización de una Ley General que regulara los procedimientos electorales y en la cual se establecieran las reglas para garantizar la paridad entre géneros en candidaturas de todo tipo. Y a partir de este hecho se derivaron reformas a la Ley General de los Partidos Políticos y a la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, para garantizar que las postulaciones fueran en el mismo porcentaje de hombres  mujeres: 50-50 y en las candidaturas de representación proporcional, alternadas.

Y no solo ello, sino que también se eliminaría el criterio de inequidad al evitar que ningún género le fueran asignados exclusivamente aquellos distritos en los que el partido hubiera obtenido con anterioridad  los porcentajes más bajos de votación. Ello quiere decir, que en adelante habrá de evitarse que a las mujeres se les sacrifique enviándolas siempre a competir a distritos o municipios donde están perdidos de antemano.

Pero hay otras deudas con las mujeres en materia política que son verdaderamente serias y muy  grave. Como candidatas o aun habiendo ganado la elección, las presionan, amedrentan o asesinan para que no logren ejercer su mandato. Los grupos más vulnerables son las mujeres indígenas pues se ejercen ellas diversos abusos. Existe hoy nuevo tipo de delito electoral que vulnera sus derechos y es el de la usurpación de “identidad indígena”. Como en el caso del estado de Chiapas, en la elección 2018, donde personas no indígenas usurparon el lugar que le correspondía a éstas. Y para eso se prestaron los comisariados y agentes distritales que avalaron la “identidad indígena” a personas –hombres y mujeres–que no pertenecían a esos grupos: exfuncionarios y exfuncionarias, compromisos del gobierno de Velasco Coello.  

En suma, son 65 años de ciudadanía, pero quizás no de esa  riqueza ciudadana que todos los individuos merecen para vivir con dignidad. Por son tiempos en que debemos estar conscientes que aún hay muchas cosas por hacer y seguramente lo lograremos con voluntad,  hombres y mujeres, trabajando en unidad y respeto.

Y es que, las causas de las mujeres son las más nobles de la sociedad dado que corresponden a sus problemas más sentidos, de ahí que, mientras haya una voz de una mujer que se eleva frente a la injustica, la opresión o la agresión, siempre habrá una causa por la cual luchar.

Gracias y hasta la próxima.

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