Cuitláhuac, se bailó a todos

Cuitláhuac nació rumbero y jarocho. No puede evitarlo, lo trae en la sangre. Un poco trovador y bueno para el baile. La necesidad que produce el conocimiento de su pueblo lo lleva a ejercer la política, una actividad que exige de mucha responsabilidad, pero no puede dejar de ser él mismo. No puede abandonar sus raíces donde se encuentra con quienes representará.

Sin embargo, las oleadas pestilentes de la guerra sucia informativa rebosantes de rencor y frustración, hablan por la herida.

La necesidad de manchar la imagen del gobernador electo lleva a mucha gente a echar a andar su imaginación y a mostrar que ahora con la derrota electoral les sobra el tiempo para desgastar su imagen y su victoria que ganó por las buenas en las urnas.

Confiados en un triunfo tramposo que afortunadamente no sucedió, muchos de quienes se sintieron amparados en la cobija de la corrupción siguen tratando de deteriorar lo que la conciencia de los veracruzanos decidió.

La fiesta es parte de la cultura de los veracruzanos. Esto se sabe dentro y fuera del país, y por ser parte del pueblo y no de la rancia aristocracia critican al gobernador electo por bailar. Son tantos los intereses de desgastar a Cuitláhuac, que utilizaron una foto con más de dos años de antigüedad para mostrar que baila, como si fuera un delito hacerlo, cuando los verdaderos delitos no se castigan en la entidad.

Nunca en la historia de Veracruz un gobernador electo trabajó una sola hora en la creación de su gobierno. Ahora que hay un joven político que se interesa hasta por agradecer el voto, todos quieren tacharlo de irresponsable cuando todavía no toma posesión y ha trabajado más que ningún otro gobernador electo en función de los veracruzanos: pero el rencor es del tamaño de la herida y la herida no se cierra porque los intereses son muchos.

La ociosidad es la madre de todos los vicios y debe reconocerse que la derrota y su impotencia inherente, lleva a muchos a buscar  en los archivos de los medios una foto de Cuitláhuac bailando para demostrar que es parte del pueblo y no forma parte de esa aristocracia que estudia, crece y se identifica con lo extranjero y por ello no sólo desconoce sus raíces sino que se avergüenza de ellas.

Ser alegre es parte de la idiosincrasia de los veracruzanos. Sonreír es una identidad que en Veracruz tiene acta de nacimiento. Pero como en tiempos de frustración toda virtud es un pecado mortal para los puritanos de la política tradicional y obsoleta, es criticado.

Para deteriorar la imagen de Cuitláhuac no sólo están los resentidos sino los oportunistas que consideran que en algún momento regresarán los viejos tiempos. Puede ser que Morena no perdure muchos años en el poder, pero marcará la historia del estado, así como marcó la corrupción y el latrocinio las administraciones presente y pasadas.

La conciencia que llevó a los veracruzanos a votar por Cuitláhuac es la misma que conoce que partidos como el PRI no deben regresar a la entidad, ni políticos que se gradúen en el extranjero y desprecien el baile, la alegría y las fiestas.

Los veracruzanos saben perfectamente dónde termina la verdad y dónde empieza la guerra sucia. La mentira institucionalizada por los intereses de quienes se van y saben que es muy probable que no regresen aunque lo intenten a través de los hijos de los hijos de quienes ahora todavía gobiernan, afortunadamente por pocos días.

Por sólo citar un ejemplo, Miguel Ángel Yunes Márquez, fue educado en Miami, ahí trabajó varios años y luego quiere que los veracruzanos vean en él a un similar, a un paisano, a un representante. Imposible.

Sin embargo, se cuestiona que un joven político educado en Veracruz y por Veracruz, asista a una fiesta hace dos años o sea invitado a la boda de alguien que insisten en afirmar que formará parte del gobierno del cambio, sin tener, hasta el momento, nombramiento alguno. La boda de un amigo del presidente electo, no obliga a los asistentes a decidir ni el menú, ni los gastos, ni la música. Se sabe, desde luego, que el grupo que amenizó dicho evento lo pagó el gobernador de Puebla, Antonio Gali, quien contrata ese grupo varias veces al mes para sus eventos.

Para cuestionar apariencias no se requiere de mucha inteligencia ni exige ser reflexivo, simplemente se basan en lo irracional de una foto o en la estridencia del momento y la saña que exige todo rencor acumulado.

Al no encontrar delitos, ni malas mañas ni desvíos de fondos, ni conductas extrañas, los derrotados encuentran en la fiesta la mejor manera de desgastar a un gobernador electo que, a pesar de que todavía no toma el poder, ha invertido mucho tiempo en preparar un trabajo limpio, sin excesos ni abusos. Ha trabajado, pero quienes ven en la identificación con la población un pecado lo critican por asistir a una boda semanas atrás o a una fiesta hace dos años, quieren encontrar defectos donde no los hay y no porque sea perfecto sino porque simplemente aún no empieza a ejercer el poder. Y para no equivocarse empieza a estudiar su tarea.

Sus antecesores se la pasaban celebrando el triunfo sin trabajar, pero no lo hacían en público. A puerta cerrada, celebraban con champaña y otros vicios, y nadie los cuestionaba. Simplemente eran los ganadores y por ese simple hecho, podía alcanzar el cielo, aunque hubieran llegado a través de trampas electorales y votos comprados.

Ahora la fiesta pareciera convertirse en un delito grave para los resentidos. A final de cuentas es el único defecto que hasta ahora le han encontrado a Cuitláhuac. De ahí su insistencia y reiterada difusión por todos los medios. PEGA Y CORRE.- El estado de Veracruz tuvo un serio retroceso en la implementación de políticas sociales en el último año de acuerdo al Índice Estatal de Capacidades para el Desarrollo Social, que señala que Veracruz se encuentra en el puesto 16 a nivel nacional con una calificación de 57.36 puntos en una escala de 100, durante 2017. El estado sacó la peor nota de su historia en cuanto a la gestión eficiente de programas y acciones estatales de Desarrollo Social al tener sólo un 18.05 por ciento, y luego se preguntan por qué perdieron…Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes

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