Se acerca la hora de la verdad –para utilizar un término de los cronistas deportivos– para que el gobernador ahora electo, Cuitláhuac García, se enfrente a la verdadera realidad del Estado.
El lunes cuando se inicie la segunda semana de octubre solo le restarán siete para que asuma la gubernatura en forma constitucional y adquiera la enorme responsabilidad de los destinos de Veracruz.
La noche del miércoles, cuando me llegó y leí su boletín de prensa, me pregunté si había sido casual que priorizara el tema de los compromisos económicos de diciembre porque el asunto del día había sido el problema de la basura de Xalapa.
Esto es, si había sido casual o si ya se dio cuenta y está consciente de la bomba de tiempo que heredará y estará a punto de estallarle en las manos cuando inicie su administración sin un quinto, cuando necesite 10 mil millones de pesos para hacer frente a los compromisos de fin de año.
Ese día se había reunido con la dirigencia del Fesapauv, el sindicato del personal académico de la Universidad Veracruzana, al que pertenece, con la que había abordado el problema de la falta de fondos del Instituto de Pensiones del Estado (IPE).
Pero cuando lo abordaron los reporteros, lanzó en cambio una advertencia al gobernador saliente Miguel Ángel Yunes Linares para que antes de que se vaya, dentro de 49 días, deje pagado el mes de diciembre a la burocracia estatal así como su aguinaldo, ya que de lo contrario, dijo, lo demandará.
Argumentó que el ejercicio fiscal inició el 1 de enero y concluye el 31 de diciembre, por lo que debe dejar en caja la partida correspondiente.
La respuesta de Yunes no se hizo esperar. Recordó que su mandato concluye en noviembre y dijo que a él no le dejaron (no aclaró quiénes) recursos para pagar diciembre. Sugirió a su sucesor tomar de las participaciones federales, de fondos federales diversos, así como del cobro de impuestos que se haga.
El pasado 25 de septiembre Yunes había dicho ya con toda claridad que no dejará un solo centavo cuando entregue porque ejercerá todo el presupuesto que le corresponde hasta el 30 de noviembre.
Ese mismo día, el Secretario de Finanzas Guillermo Moreno Chazzarini informó además que heredarán una deuda de 46 mil millones, mil millones menos de la que recibieron de 47 mil millones de pesos, o sea el Estado en ruina económica, en quiebra, hundido, en verdadero estado de emergencia financiera, igual que como recibieron la administración en diciembre de 2016.
En “Prosa aprisa” del lunes comenté que en una reunión con su “Comité de Participación Ciudadana”, el gobernador le recordó a Cuitláhuac que en dos meses tendrá el mundo encima cuando le reclamen sueldos, aguinaldos y pago de pensiones y jubilaciones, y para enfrentar el problema le recomendó desde entonces pedir que le adelanten el pago de algunas participaciones federales o que vuelva a pedir prestado a los bancos.
Suponiendo que el gobernador García termine por demandar a Miguel, un posible litigio demoraría meses, quizás años, pero no resolvería el problema inmediato: de dónde obtener la millonada para pagar las obligaciones de diciembre.
El lunes comenté en “Prosa aprisa” que no será fácil obtener recursos federales extras cuando, como publicó el diario Reforma, el propio futuro Secretario de Hacienda Carlos Urzúa pasa ya apuros pues no halla de dónde sacar los 500 mil millones de pesos que necesita de entrada el gobierno de AMLO para cumplir con las promesas de campaña, con las obras y los programas sociales.
Ahora, en el gobierno de Cuitláhuac deben haberse encendido ya los focos rojos (y si no alguien debe lanzar la alerta) ante el anuncio del futuro nuevo Subsecretario de Hacienda, Arturo Herrera Gutiérrez, de que se eliminarán las transferencias extra a los estados, “por lo que las entidades deberán de ser prudentes y manejar responsablemente sus finanzas”.
La información se recordó en la columna “Templo Mayor” de Reforma, donde se dijo que la advertencia la hizo Herrera en Nuevo León, ante lo que el diario comentó: “Por cierto que el tema de la austeridad no será solo por gusto, sino también por necesidad” y “O lo que es lo mismo, los gobernadores tendrán que aprender a rascarse con sus uñas y comenzar a recaudar por ellos mismos”.
No hay que olvidar tampoco la advertencia que hizo ya el senador Ricardo Ahued de que se corre el riesgo de que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público retenga participaciones federales al gobierno del Estado por un fuerte adeudo al Servicio de Administración Tributaria (SAT) por concepto de Impuesto Sobre la Renta (ISR) que no se pagó. Él habló de 10 mil millones pero el gobernador Yunes dijo que en realidad son 13 mil 695 millones.
Ante el negro panorama, sólo Cuitláhuac tiene la información sobre qué medidas está tomando ya para enfrentar la difícil situación, qué gestiones ha hecho, qué le han ofrecido o qué le han dicho, pero lo único cierto es que la solución no es nada fácil como la ve el futuro nuevo Secretario de Desarrollo Económico, Ernesto Pérez Astorga, sin ninguna experiencia administrativa, quien se confía en que “Tenemos un gran aliado que se llama Andrés Manuel López Obrador y la Federación y estamos seguros que no nos van a dejar morir…”.
Sería alarmante que lo mismo pensara y que a eso se atuviera el gobernador electo y que no esté trabajando ya con un equipo especializado que lo ayude a librar con el menor daño posible el embate de diciembre.
Cuando a finales de 2010 el entonces gobernador electo Javier Duarte decidió invitar a Tomás Ruiz González para que se integrara a su futuro nuevo gobierno como Secretario de Finanzas fue porque sabía la urgente necesidad de traer a un experto que lo ayudara a cuadrar un presupuesto especial pues tenía muy claro el desastre económico que le dejaba Fidel Herrera con una deuda de 21 mil y pico de millones de pesos, la más alta en la historia de Veracruz hasta entonces.
Tomás, que por petición expresa del presidente Fox venía de limpiar el cochinero que había dejado Martha Sahagún en la Lotería Nacional, sabía muy bien qué hacer con las finanzas del Estado y lo hizo muy bien pese a la oposición de Fidel Herrera de que no llegara al cargo.
En aquel tiempo nos reunimos en diversas ocasiones en privado, me confió información y supe que había diseñado el mejor presupuesto para sanear las finanzas estatales, lo que lo enorgullecía, presupuesto que al poco tiempo hizo volar por los aires Duarte cuando empezó a desviar recursos, lo que provocó reclamos a gritos por teléfono de Tomás a Javier, continuó con una agria discusión y amenazas en la Casa Veracruz entre ambos y terminó con la renuncia del titular de Finanzas. Si Duarte se hubiera apegado al librito nunca hubiera pasado lo que ya todos sabemos.
Dos años antes de que concluyera el gobierno de Duarte, durante una visita que hice a la Ciudad de México me enteré de primera mano de que el entonces Secretario de Hacienda Luis Videgaray había comentado con Manlio Fabio Beltrones, entonces dirigente nacional del PRI, y con Miguel Ángel Osorio Chong, a su vez Secretario de Gobernación, que ya había cuadrado las deudas de todos los estados del país, pero que no había podido con la de Veracruz, que era tan grave y compleja la situación que no había cómo. Fue cuando pidieron a Peña Nieto que lo quitara del gobierno pero se opuso.
Hoy todos los indicadores apuntan a que nada ha cambiado desde entonces, que Urzúa se va a encontrar con la misma situación de Veracruz con la que se topó Videgaray. Aunque heredará una grave situación de violencia, creo que lo primordial a atender por parte del nuevo gobierno será el estado de las finanzas. Ojalá que el gobernador Cuitláhuac García tenga la amplia visión para entenderlo y atenderlo. En mucho, de eso dependerá el éxito de su gobierno y la prosperidad de los veracruzanos.