“El sacerdote no es un hombre para los demás, sino un hombre de Dios para los hombres.” – Padre Mendizabal.
A los 17 años encontró el llamado de Dios; contrario a los deseos de su padre –hombre curtido en el campo-, dedicado a la siembra del café en su natal Tomatlán, así comenzó su vida pastoral.
Hoy a 25 años de su ordenación sacerdotal, José Manuel Suazo Reyes compartió con la comunidad religiosa –sus hermanos y hermanas en la fe-, así como católicos practicantes, autoridades civiles, empresarios, comunicadores este importante logró.
Hombre recio y de carácter, profundamente amante de Dios y de sus misterios, generoso amigo de sus amigos, el padre Suazo, recordó cómo y cuándo decidió convertirse en pastor de almas.
Abierto y franco, explicó que esta vez no hablaría de la palabra del Señor, pues su superior el Arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios ya lo había explicado mejor, previó a su intervención, el tan solo, deseaba expresar con toda humildad un poco de las experiencias y enseñanzas recibidas en estos 25 años de ministerio sacerdotal.
Para muchos su narrativa nos conmovió, sobre todo, por expresar tan claramente lo que un adolecente sintió y vivió al dar el gran paso al vació y dejarse caer en manos de Jesús, y es que recuerda que al recibir la visita del presbítero Andrés Vásquez quien fue su reclutador, comenzaron las grandes enseñanzas y las más importantes pruebas de su vida.
Tras inquirirle sobre las razones que lo movían a buscar ingresar al Seminario, el joven José Manuel le espetó “Deseó ser sacerdote porque quiero ayudar a la gente, porque me gustaría anunciar la palabra de Dios y porque quiero dedicar mi vida al servicio de los demás”.
Bastó estas tres fuertes razones para convencer al formador vocacional, quien a la larga sería parte sustancial de su formación en la fe.
Lo difícil vino después, tras darse el primero gran “encontronazo” al ir el mismo padre Vázquez hablar con su padre para anunciarle que su hijo iría a estudiar al Seminario, cosa que no cayó nada bien para el hombre de campo.
El mismo párroco de la Iglesia María Auxiliadora afirmó que “El padre Andrés le dijo a mi padre que quería ser sacerdote y me iría a estudiar al seminario, a lo qué mi padre respondió: ‘sobre mi hijo decido yo’, y a pesar de la insistencia mi padre no cambió de parecer y actitud, porque veía invadido su espacio y su familia”.
Compartiendo vida con 10 hermanos, el famoso “Bachiller” como asegura el Arzobispo Reyes Larios le dicen sus colegas profesores del Seminario Mayor, debió tomar la más grande decisión de su vida.
Así fue como afirma que por la gracia del Espíritu Santo le respondió a su señor padre tras recibir la perorata más difícil de su vida “Si te vas al Seminario dejarás de ser mi hijo, me dijo mi padre, a lo que le respondí: ‘Padre, en la vida sólo he tenido uno y ese es usted, podrá desconocerme y desheredarme, podrá prohibirme que entre en su casa, yo iré al Seminario y lo seguiré respetando como el único padre que Dios me dio”.
Así una vez más el propio padre Suazo reconoce que el creador ha sido muy generoso con él pues le permitió cumplir su ministerio, el cual asegura se ha dividido en tres partes: una como académico, otra como pastor y otra en relación a la comunicación como responsable de la vocería de la propia Arquidiócesis.
Agradeció a todos las muchas enseñanzas recogidas a lo largo de su andar.
Con nobleza recordó a sus maestros y formadores, así como a sus superiores que encabezados por el cardenal en merito Don Sergio Obeso de quien recibió la ordenación sacerdotal y el mismo Arzobispo Hipólito Reyes Larios de quien recibió la misión de enseñar y formar en el Seminario y ahora como vocero de mantener la comunicación permanente con toda la sociedad.
Desde aquí nuestro humilde reconocimiento al hombre y amigo que con amor y entrega ha dedicado su vida a los demás, haciendo de su ministerio su razón de existir.
Al tiempo.
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