De soplones y delatores

La semana pasada salió a la luz pública una declaración que hizo el extesorero del gobierno estatal, Antonio Tarek Abdalá, el 23 de mayo, involucrando a Karime Macías en el desvío de recursos del erario estatal. Ella fue su jefa en el DIF Veracruz.

Entre las cosas que reveló a la Procuraduría General de la República (PGR), según informaron acreditados medios informativos, fue que el propio Javier Duarte era quien aprobaba pagos a empresas fantasma. Al menos 3 mil 600 millones de pesos habrían salido de nueve dependencias para tal propósito.

De acuerdo a lo que se publicó, Tarek declaró: “Por lo regular me reunía  con él en las noches y me indicaba qué era lo que había que transferir de una cuenta a otra… todo era para hacer más fácil que se perdiera el rastro”.

También reveló que para no levantar sospechas utilizaban recursos etiquetados  de las secretarías de Seguridad Pública, de Desarrollo Social y de Agricultura (debió referirse a la Sedarpa) pese a que dichas dependencias tuvieran compromisos de pago a proveedores y para evitar que la responsabilidad recayera en la Secretaría de Finanzas.

El ahora también exdiputado federal por Cosamaloapan dijo la verdad al menos por lo que respecta a Seguridad Pública, y su testimonio podría ser la clave para explicar por qué Duarte nunca quiso entregar esa Secretaría ni a la Marina ni al Ejército ni dejar que se fuera Bermúdez.

Adentro se supo varias veces que Arturo le había presentado su renuncia no porque no pudiera con el paquete sino porque ya no aguantaba la presión de estar firmando documentos de dinero que enviaba la Federación como si los hubiera recibido aunque nunca hubiera llegado a sus manos.

Haber aceptado la renuncia y entregado el área a un marino o a un soldado hubiera puesto al descubierto todo el desvío millonario de recursos.

Lo que temía Bermúdez, que lo involucraran en mal manejo de dinero, finalmente ocurrió. Pero el hombre aguantó vara y nunca se quejó ni hizo denuncia pública de lo que estaba pasando. Ni lo ha hecho. Se volvió cómplice.

Conforme transcurrió el sexenio anterior la inseguridad y los hechos de violencia fueron creciendo. Varias veces la voz pública pidió la renuncia del Secretario. Este sí quiso irse en más de una ocasión pero o lo convencía Duarte de que no lo hiciera o lo amenazaba con denunciarlo por el faltante de dinero. Se quedó atrapado y hoy paga las consecuencias en el penal de Pacho Viejo.

Bermúdez sí era policía e intentaba parecerlo. Vestía el uniforme reglamentario y participaba en operativos aunque con el rostro cubierto y con escuadra al cinto. Estimulaba a sus muchachos quienes hasta la fecha se lo agradecen aun estando en prisión.

Por eso prácticamente no hubo jefe alguno ni mandos medios operativos y administrativos que no intentaran ayudarlo a cuadrar las cifras cuando llegó la hora en que tenían que entregar la administración. Intentaron todo e incluso trajeron a especialistas de la Ciudad de México que les dijeron qué y cómo, e hicieron lo que pudieron. Pero el dinero desviado era mucho. Había cosas insalvables.

Hoy es posible que Duarte salga de la cárcel primero y que Karime siga llevando una vida de princesa en Europa, mientras que Bermúdez se quede en Pacho Viejo una larga temporada pagando lo que no se comió.

Tarek habló tratando de salvarse. Se convirtió en testigo colaborador de la PGR, en un soplón, en un delator de la policía.

En Estados Unidos protegen a los delatores cambiándoles la personalidad así como de sus familias para ponerlos a salvo. En México aunque presuntamente se les protege, en verdad se les deja a su suerte.

Las mafias políticas no se distinguen mucho de las mafias sicilianas, de los capos tipo película (en su saga de tres) El padrino. Miguel Ángel Yunes Linares, quien los ha estado persiguiendo, ya se va del gobierno. La PGR casi libera a Duarte. Soplones contra el gordo fueron varios de sus excolaboradores. Cantaron lo mismo ante Miguel que ante la Procuraduría. Si yo fuera soplón me escondería de por vida o prefiriría quedarme en la cárcel a salvo de cualquier riesgo personal.

Esos delatores, además, cavaron en vida su tumba política. Si han testimoniado en contra de quien les dio poder político y económico y los hizo ricos para al resto de sus vidas, si lo han delatado, ¿creerá alguien que algún otro gobernante, del partido que sea, va a confiar en ellos y les va a dar otra oportunidad?

En el gobierno que ya se va (solo le restan constitucionalmente 60 días, 30 en la práctica porque el 1 de noviembre comienza la entrega-recepción) tampoco quisieron entregar la Secretaría de Seguridad Pública al Ejército, como lo anunció Miguel Ángel Yunes Linares en su campaña. Dijo que vendría un General a hacerse cargo de la dependencia. No cumplió.

Entre la opinión pública existe la creencia de que no lo hizo porque después se dio cuenta que necesitaba el garrote policiaco para convencer a quienes no quisieran apoyar la candidatura de su hijo a sucederlo, y que un militar no se iba a prestar a ninguna arbitrariedad ni atropello.

En el aspecto administrativo, ¡ay!, lo que se sabe es que no están cantando nada mal las rancheras y que al igual que como pasó con Bermúdez cuando se acercaba la entrega-recepción, hoy no saben cómo cuadrar las cifras e incluso involucran a una mujer en el menjurje, presuntamente prima del titular.

Aunque ahora hay una pequeña gran diferencia. No existe la colaboración de los subordinados porque nunca se sintieron identificados con el Secretario Jaime Téllez Marié, quien nunca quiso usar el uniforme ni siquiera para ir a hacer guardia ante un elemento muerto en un motín, menos partipó cubierto con su pasamontañas en algún operativo para que no lo identificaran, y tampoco usó una pistola aunque fuera de chinampinas.

Pero también presuntamente se birlaron un recurso federal para policías federales y estos no han estado dispuestos a firmar recibos por algo que nunca recibieron. ¡Háganle como puedan!, les respondieron, como le dijo Yunes Linares a Cuitláhuac ahora que le avisó que no le deja nada en caja y sí una gran deuda.

En la dependencia andan como locos tratando de maquillar las cifras, olvidándose que ese calvario ya lo recorrió Bermúdez, el mismo al que tienen en la cárcel, quien los podría ayudar a transitar de forma más limpia el camino  sin que se espinen mucho o sin que salgan espinados.

Pero otra gran diferencia es que molestos por el desdén y el maltrato que recibieron, esta vez los mandos medios y la tropa están dispuestos a cantar hasta una ópera con tal de que no se vayan impunes los jefes y acompañen pronto a Bermúdez en Pacho Viejo.

Todo indica que en el gobierno por entrar, por fin, ahora sí, un elemento de la Marina-Armada de México se hará cargo de la Secretaría de Seguridad Pública. Si algo los distingue es que son disciplinados y alta, totalmente institucionales, y que si el nuevo titular recibe la instrucción precisa del gobernador Cuitláhuac García de rascarle hasta el fondo en el manejo que los yunistas hicieron de los recursos, más de uno saldrá bailando.

Tareks siempre los ha habido. Si Duarte los padece ahora, ¿qué garantía tiene el actual gobernador y su Secretario de Seguridad de que por salvarse no faltará quien los eche de cabeza y cante, hable, sople, vomite, delate, denuncie, testimonie y los hunda, aunque sepa que las mafias políticas son como las de los Al Capone, donde el que las hace las paga?

Pese al testimonio directo del delator, Karime permanece impune y es posible que nunca la lleguen a molestar las autoridades para que responda por los señalamientos.

Y llegó octubre

La llegada de octubre siempre es esperada porque es el mes que pone fin al horario de verano. Dentro de 27 días le correremos una hora más al reloj y volveremos al horario normal. Creo que todos dormiremos y descansaremos mejor. Bueno, no todos. Los que se van, quién sabe.

 

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