Estamos cada vez más cerca de cerrar un sexenio de entretenimiento, donde el pueblo se entretuvo siguiendo melodramas que anunciaban su comienzo, la historia comenzó como película de suspenso, para después convertirla en un romance mediático que contribuyó a asegurar la presidencia, los años siguieron dando show y circo, desapariciones inexplicables, asesinatos de película, persecuciones donde la justicia está inmiscuida en la corrupción y el súper héroe que pueda salvarnos no llega.
Pero en medio de la desesperación tal como ocurre en las mejores películas, cualquier promesa parece certera, cualquiera que no pertenezca a una mafia del poder que ha mentido año con año podría ser más confiable que cualquier otro, por ello lo más simple y sin sentido se ve como algo tangible para generar un cambio, porque el hartazgo rebasa la racionalidad y en la desesperación cualquier atisbo de esperanza sirve para sostener el barco a flote.
Pero mientras México intenta recuperar la esperanza los golpes finales son más dolorosos, aparecen nuevas fosas clandestinas, se incrementan desapariciones y tal parece que el gobierno saliente solo quiere dejar en claro que nada le importa y que nunca le importó, el poder estaba en ellos y de él se sirvieron cuantas veces quisieron. Los mensajes son claros, los amigos salen impunes y la justicia nunca llega para quien en verdad la necesita.
La corrupción que tantas amenazas de combate recibe al igual que la impunidad, se coronan en acciones como la condena de burla recibida al momento por Javier Duarte, es sólo una de las sentencias que le esperan, pero resulta humillante que con la misma forma que él evadió la situación de Veracruz pueda evadir a la Justicia. Para los veracruzanos y el resto del país es aberrante descubrir que con facilidad se desfalca a un estado completo y la condena se vuelve mínima. Pareciera que el crimen en México es mejor camino que la honradez, que aquí se recompensa el ingenio desmedido para el mal, la astucia de los bandidos y todo se resuelve con unas cuantas influencias; mientras que quienes luchan por una causa lo pierden todo, tienen que buscar por sí mismos las respuestas y la seguridad que tanto anhelan nunca llega.
Este gobierno demostró con creces que los favores se hacen únicamente para los amigos, porque sólo ellos podrán regresar con propiedades o grandes cantidades el beneficio recibido, nos recordó que la opresión pesa y que no importa cuánto se prediga la acción si no se materializa, nos dejó tan dolidos e indefensos que fácilmente creemos en diferentes promesas e incluso tratamos de conservar la ilusión cuando nos dicen que estas no se pueden cumplir, pero lo peor es que conservamos la confianza ciega en los mismos actos solo porque son ejecutados por manos de otro color. Los actores han cambiado pero el show continua, a nosotros nos queda decidir si queremos seguir admirando la función o dejar de lado el entretenimiento para trabajar de forma contundente sobre lo que queremos.