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Lo dulce del copite

by Nora Guerrero

Pili es mi hermana del alma, del corazón, desde hace medio siglo y eso, ¡ya es mucho decir! Nos elegimos mutuamente en quinto año de la prestigiada escuela primaria Josefa Ortiz de Domínguez de mi natal Veracruz. Me sumé al grupo de tres amigas: Inés, Noemí y Pili, pero ella y yo nos hicimos más cercanas. Seguimos juntas en la secundaria, después ella vino a Xalapa a la Normal y yo la alcancé tres años después para la universidad. Al año se fue de nuestra bella capital y yo, en cambio, me hice xalapeña. Nuestra  amistad se convirtió en hermandad. Siempre hemos compartido los más amargos y dulces momentos que la vida nos ha ofrecido; aunque ambas hemos decidido quedarnos más tiempo con los dulces. Y hablando de dulces…

Pili elabora un exquisito dulce de copites o cópites -como ella le llama- frutos del árbol del mismo nombre. Estos pequeños frutos nacen de color verde y se tornan amarillos cuando han madurado. No pueden comerse al natural por su textura y sabor ácido y astringente, no agradables al gusto, pero se preparan en dulce, jalea y mermelada.

El copite es un árbol mediano, de tupida fronda y caducifolio, pues cuando va a florecer suele perder las hojas. Sus menudas flores se dan en atractivos racimos de color naranja intenso, contribuyendo con esto, tal vez, al fácil avistamiento de los polinizadores.

Es ornamental y de sombra, de hojas gruesas y resistentes, tanto que, en algunos pueblos, aún se usan para restregar los trastos y hasta la ropa.

Es árbol de altura promedio de cuarenta metros, tiene arraigo en los municipios de Alvarado, Boca del Río, Cotaxtla, Emiliano Zapata, Jamapa, Pánuco, Paso de Ovejas y Veracruz. Su nombre científico es cordia dodecandria y recibe otros nombres además de copite, como trompillo, en el centro del estado de Veracruz, siricote en estados del sureste y kopté en Yucatán. Es considerado símbolo del estado de Quintana Roo y su cultivo se extiende ampliamente en Centroamérica.

Interesada en conocer más de este árbol, encontré el blog “Con sabor a Veracruz, estado para vivirse con los cinco sentidos” de una veracruzana radicada en Barcelona. Nos cuenta que su padre aseguraba que la madera del copite es tan dura, que sólo puede cortarse con máquina de cortar piedra, que es muy resistente y de gran calidad, por lo que se utiliza para fabricar muebles, columnas, artículos torneados, redilas, sillas de montar, instrumentos musicales y muchos más. Esta madera es muy apreciada en el mundo por su calidad y facilidad para trabajarla. Y todavía hay más: su corteza y madera tienen propiedades curativas para el tratamiento de enfermedades respiratorias y estomacales.

Por otra parte, en el número 2 del volumen XXIV de la Revista de Divulgación Científica y Tecnológica de la Universidad Veracruzana, Érika Castillo Pérez y Patricia

Negreros Castillo nos dicen en su artículo “El Copite: una especie forestal maravillosa” que contribuye a mejorar la salud, la alimentación y la economía de las familias en las localidades rurales, lo que lo hace un árbol maravilloso”.

Las autoras también mencionan que “en algunas localidades de Veracruz, las señoras comentan que cuando eran jóvenes solían elaborar collares con las flores del copite”. También se utiliza como “cercas vivas” pues sus frutos proporcionan alimento para el ganado, las aves, otros animales y hasta para la apicultura. Brinda beneficios ecológicos, pues su abundante follaje protege la superficie del suelo contra la erosión y lo provee de materia orgánica y sus raíces mejoran el drenaje del suelo”. Mmmm, pues rico el dulce de copite, que huele un poco a manzana y sabe otro poco a higo…

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