El domingo pasado en la ciudad de Puebla cargaron camiones con los paquetes de la elección de gobernador de ese Estado con el propósito de ser llevados a la Ciudad de México (CDMX) para un recuento de votos en las instalaciones administrativas del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Ahora sí, será voto por voto casilla por casilla.
El recuento se ordenó el pasado 20 de septiembre por el cúmulo de inconsistencias en las actas de los cómputos: cifras ilegibles, documentación incompleta en los resultados de casillas, así como inconsistencias entre el número de casillas ordenas para recuento y las recontadas en el ámbito local.
La elección la habría ganado presuntamente Martha Érika Alonso (PAN-PRD-MC) con una diferencia de 122 mil 36 votos a Miguel Barbosa (Morena-PT-PES). Ella es esposa del exgobernador panista Rafael Moreno Valle.
Como reacción a la decisión de que se recuenten los votos, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador lo consideró positivo y dijo que no había que hacer a un lado el hecho de que se trataba de una elección manchada “sobre todo por la compra de voto”.
Va de cuento.
A principios de junio había quedado de comer con un operador político que estaba trabajando para la campaña de José Antonio Meade. El día que lo haríamos, por la mañana se comunicó conmigo para pedirme mi comprensión. Me dijo que de última hora habían sido llamados al cuartel general del priista y que estaba viajando hacia la CDMX. Se pasó el compromiso para el día siguiente.
Ya en Xalapa, con la petición de que no publicara nada, me confió que lo que habían visto y escuchado era contundente: López Obrador arrasaría no solo en Veracruz sino en todo el sureste del país según encuestas, estudios e informes en manos de la cúpula gobernante de México. Estimaban que en nuestro Estado alcanzaría por lo menos un millón y medio de votos y que si los obtenía Morena ganaría la gubernatura. Los hechos lo confirmaron.
En subsiguientes columnas, por eso comenté en forma general que se estimaba que AMLO arrasaría con una cifra que se estimaba en un millón y medio de sufragios.
Acaso desde entonces y por eso a Pepe Yunes lo dejaron solo y a su suerte o prácticamente lo abandonaron. Cuando se acercaba la elección, delegados federales en el Estado asistieron a reuniones en la CDMX y para su sorpresa y decepción fueron testigos de que a los de otros estados les daban recursos para operar el 1 de julio. Cuando reclamaron lo suyo, les dijeron que para Veracruz no había un solo quinto, nada. La suerte de Pepe estaba echada, lo que el propio candidato del PRI comprobó cuando la dirigencia del Partido Verde, hasta entonces su aliado, le comunicó que habían recibido instrucciones de abandonarlo y sumarse a Morena.
La noche del viernes 29 de junio, tres días antes de la elección, Pepe cenó en Xalapa con un reducido grupo de columnistas. Se mostraba tranquilo, sereno. Estaba consciente de su situación y la aceptaba.
Otra versión que obtuve en fuentes morenistas en la segunda quincena de junio, cuando era inminente el triunfo de AMLO, decía que aunque lo venían negando, el tabasqueño y el presidente Enrique Peña Nieto ya se habían estado reuniendo en privado. Siempre se ha pensado que el mexiquense decidió pactar para irse sin que lo molesten ni a los suyos a cambio de colaborar en todo con López Obrador.
En una de esas reuniones, previa al día de la elección, el presidente electo le habría pedido a Peña dos favores en especial: que ayudara a Morena a ganar en Puebla y en Veracruz porque los gobernadores (en realidad Moreno Valle ya era ex) de esos estados querían cometer fraude para heredar el poder a sus familiares: uno a su esposa y el otro a su hijo. El priista le habría respondido favorablemente.
Eso explicaría también porque la noche de la elección desde el altiplano obligaron al titular del OPLE a reconocer el triunfo de Morena.
Si finalmente se concluye que hubo fraude en Puebla y se revoca el triunfo de la panista, Peña estaría cumpliendo su compromiso y López Obrador estaría dando muestras del poder desmesurado que ya tiene con el control del Senado y de San Lázaro.
El 30 de abril, AMLO tocó por primera vez el tema de la herencia del poder durante un mitin en Tepeaca, Puebla
“De visita por Tepeaca, el político tabasqueño recordó que el ex mandatario poblano Rafael Moreno Valle quiere dejar en el cargo a su esposa Martha Erika Alonso, mientras que en Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, dejaría el poder estatal en manos de Miguel Ángel Yunes Márquez, su hijo”, consignaron las notas periodísticas.
“Ni en Puebla ni en Veracruz va a haber monarquía, no va a haber dominio de éstos que se creen de la moronga (sangre) azul”, expresó.
Recordó que en Puebla se combatió el régimen al evitar la imposición del Emperador Maximiliano y la Emperatriz Carlota.
Dijo que sería muy incómodo trabajar con Martha Erika Alonso si ella ganaba la gubernatura y él la Presidencia.
“No soy autoritario ni cacique, y desde luego que soy respetuoso de las instituciones, pero toco madera, soy Presidente y tengo que tratar con la esposa de Moreno Valle, es una incomodidad, yo quiero hacer pareja con Miguel Barbosa”, mencionó.
Ya el hecho de que haya logrado que se recuenten los votos hace pensar que logrará su propósito. Así, se tendría un corredor moreno CDMX-Puebla-Veracruz.
Por otro lado, si revocan el triunfo a Martha Érika, el PAN perderá una fuerte fuente de financiamiento. En política, ya se sabe, no hay casualidades. No es casual que se van a recontar los votos de Puebla.
¿Y qué con el PRI?
“México requiere de nuestro instituto político (el PRI) hoy más que nunca, de una oposición firme, fuerte, que señale lo que está mal, una oposición inteligente que dé muestra de que aquí en el Revolucionario Institucional tenemos la inteligencia, experiencia y el talento para seguir sirviendo a Veracruz y a nuestro país”.
Lo anterior lo dijo ayer el dirigente estatal del tricolor, Américo Zúñiga Martínez. También soltó esto: “El PRI está vigente y vivo, porque ondea, movido por su militancia, como la bandera tricolor en la cima del asta. El PRI creó y consolidó las instituciones republicanas que nos han dado rumbo, paz social y estabilidad”.
Los priistas hicieron guardia de honor ante el monumento a don Miguel Hidalgo en el parque de Los Berros con motivo del mes patrio.
Hubo quien me confió: a diferencia de lo que hizo el gobernador saliente Miguel Ángel Yunes Linares quien trató de desmantelar a su expartido, el gobierno de Morena no buscará minarlo más y respetará a su dirigencia, a su militancia y las actividades que realicen.
No se comenta abiertamente, pero acaso se buscaría restablecer el equilibrio político que rompió Yunes y que al final de cuentas le costó retener la gubernatura, pues sintiéndose en desventaja y ante la inminencia de una derrota, un fuerte sector del priismo optó por sumarse a Morena con lo que inclinó la balanza a favor del partido de López Obrador.
Ahora se pretendería que se fortalezca de nuevo y que sea una opción para que quienes no quieran jalar con Morena se vayan al tricolor pero no al PAN, que es el enemigo a vencer de la izquierda.