Tarde, la mea culpa de Peña Nieto

Mea culpa (“por mi culpa” es la traducción de esa locución latina).

En vísperas de su último informe presidencial, Enrique Peña Nieto trató de justificarse ante la historia.

Casi a punto de su Sexto Informe reconoció en un video que el manejo que dio su gobierno al caso de la casa blanca no fue el correcto. Dijo que no debió permitir que su esposa saliera a dar la explicación, que en su momento todos escuchamos, porque esa responsabilidad le correspondía a él.

Lo más grave para él: reconoció que el tema afectó la credibilidad de su administración, a pesar de que era un asunto legal.

Ya pa’ qué, dirán los priistas.

Para efectos prácticos sale sobrando la explicación. El error, en gran medida, le costó la pérdida de la presidencia porque su gobierno nunca logró borrar del imaginario colectivo que se trataba de un acto más de corrupción, uno más del PRI, el partido también de Javier Duarte.

Pero el mensaje de 31 de agosto tiene un gran valor testimonial, invaluable, si se quiere, para todo nuevo gobernante que tenga la virtud de escuchar y que quiera aprender de los errores del pasado, así sea del pasado inmediato.

Suponiendo que se trató de un asunto legal, en política se debe tomar muy en serio y llevar al extremo si es posible el dicho no hagas cosas buenas que parezcan malas, porque a veces la percepción queda para siempre.

El pueblo mexicano es muy receptivo y está muy susceptible: a fuerza de la mentira oficial se volvió incrédulo de la palabra del gobernante. En efecto, nadie le creyó a Peña Nieto su dicho ni creyó la declaración de su esposa Angélica Rivera.

Pero apliquemos lo que aconseja Lewis Carrol en Alicia en el país de las maravillas: hay que empezar por el principio.

El testimonio de Peña Nieto prueba una vez más, aunque al político gobernante se le olvida por el engreimiento y la soberbia que otorga el poder, que finalmente no puede evadir su condición de ser humano y que como tal no es perfecto, por lo tanto está expuesto a cometer errores y los comete.

Su engreimiento y soberbia hace a que no acepte que se equivocó y por lo tanto no rectifica a tiempo. Muchas veces llega a su condición de creerse un dios, que es infalible, que lo sabe todo, que no se equivoca; peor, que solo él es dueño de la verdad.

Ahí está el testimonio de uno más que se queda sin poder y que va que vuela para regresar a su condición de simple mortal como casi todos; va en caída libre, y a destiempo se da cuenta de lo que en su momento no quiso reconocer.

Ahora trata de justificarse pero el juicio de la historia difícilmente lo va a reivindicar. Que se equivocó exponiendo a su mujer, decidiendo que ella diera la cara en lugar de que él lo hiciera, varios, creo que muchos, en su momento lo condenamos. Nos pareció que no sólo en la vida diaria común sino más en la política donde el juicio popular es implacable, era hasta una cobardía que echara por delante a su esposa con lo que la involucró de lleno en el problema.

Adicionalmente, cabe apuntar la gran responsabilidad que tienen los asesores y el grave daño que provocan si se equivocan en sus diagnósticos y en sus propuestas; o en todo caso, los amigos cercanos al poderoso. Hizo bien Peña Nieto en no tratar de endosarles la responsabilidad, porque la última palabra la tuvo él.

¿Fueron sus asesores o sus amigos los que le dijeron que echara por delante a su mujer para que él se salvara? ¿O lo decidió él solo? ¿O unos y otros le advirtieron que no era aconsejable pero él se negó a escucharlos?

El caso, insisto, queda como una lección oportuna para los que están por llegar al poder el 1 de diciembre. Hay errores que si no se aclaran bien y a tiempo, o  si no se acepta la responsabilidad y se ofrece que se corregirá, pueden causar un daño irreversible y con un costo muy elevado.

El testimonio de Peña Nieto deja como lección la necesidad de que los gobernantes tengan asesores con mucha experiencia, que no les estén susurrando al oído solo lo que quieran oír y que tengan la autoridad suficiente para decirles que están mal cuando se equivocan o decirles no cuando haya que decirles que algo no debe hacerse o decirse.

Las percepciones construyen realidades

El 27 de agosto pasado, el columnista Raymundo Riva Palacio ya había hecho notar que la voz de Peña Nieto estaba dañada y que carecía de impacto tanto que en una entrevista con Denise Maerker pidió perdón por casi todo lo malo que hizo en su sexenio –“Por los desaciertos, por las fallas, por los errores, por las insuficiencias y, sobre todo, subrayó, si a alguien agravió, si a alguien lastimó”–, perdón que, comentó, llegó en un buen momento pero nadie le hizo caso.

Fustigó: “De principio a fin, Enrique Peña Nieto no entendió el valor de la palabra presidencial. Su comunicación política estuvo enfocada en él, en el prestigio que creía herencia monárquica mexiquense y en un mensaje equivocado. Se invirtieron millones de pesos en Google y Facebook para reforzar la promoción, que fue una idea que salió del cuarto de guerra de Los Pinos. La racional de atacar a la masa y olvidar el mercado de calidad, ignoraba que para poder conquistar a las masas primero se persuade al mercado de calidad, que en forma de cascada va rociando hacia abajo el mensaje”.

El columnista señaló también que el presidente nunca entendió que no entendía ni supo distinguir entre mensaje y comunicación social, pues en lugar de aceptar que su mensaje era equivocado decía que el problema de su gobierno era de comunicación social.

Cito de nuevo, textual, a Riva Palacio: “Ni Peña Nieto ni su equipo procesó que las percepciones construyen realidades con su repetición, y que al no atajar las percepciones, éstas se convierten en una avalancha que, tarde o temprano, lo va a aplastar. Durante todo el sexenio, el centro de la propaganda gubernamental era Peña Nieto. Todos los días los operadores de prensa de Los Pinos hablaban con los medios de comunicación para que difundieran el evento del día del Presidente. Los medios les tomaron la medida y, en el caso de los periódicos, lo que se hizo fue publicar una fotografía del evento en su primera plana. La imagen le ganó al contenido, pero el perdedor fue Peña Nieto. Por eso no importaba si un evento era de bajo impacto o de envergadura y trascendental, porque el tratamiento periodístico era idéntico. Empujar su promoción mató la importancia de la palabra presidencial”.

En Veracruz vimos que el mismo error cometió el gobierno de Miguel Ángel Yunes: creyó que con Periscope y las redes sociales buscando a la masa era suficiente y desdeñó a la prensa tradicional (con sus excepciones), la que lee, ve y escucha el mercado de calidad. Ese fue uno de sus grandes errores que le costó no retener la gubernatura. Igual que la de Peña, la palabra de Miguel está dañada y carece de impacto. Otro tratamiento en su relación con la prensa lo estuviera ayudando a salir mejor librado.

En el caso de López Obrador, aunque en un principio dijo que desaparecerían las oficinas de comunicación social de todas las dependencias, el nuevo próximo coordinador de Comunicación Social de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas, terminó por desmentirlo durante una entrevista para “Despierta” de Loret de Mola. No solo dijo que continuarán aunque con un personal mínimo sino también que en redes cada dependencia tendrá su propio portal porque si no, no se cumpliría con la transparencia.

¿Qué decisión sobre el tema tomará  Cuitláhuac García?

El lunes nombran a Ramos Alor

Será el próximo lunes cuando el gobernador electo Cuitláhuac García haga la presentación oficial del doctor Roberto Ramos Alor como el Secretario de Salud de su administración. El acto será a las diez de la mañana en el patio central del Palacio Municipal de Coatzacoalcos. Y pensar que indirectamente su nombramiento se lo debe a Miguel Ángel Yunes Linares, quien lo cesó como director general del Hospital Regional de esa ciudad por haberse tomado una foto con la ahora futura Secretaria de Energía, Rocío Nahle. Lo compensan porque aguantó vara.

Rotarios inician programa de alfabetización

Con motivo del Día Internacional de la Alfabetización, el ingeniero Cipriano Navarro Maya, Gobernador del Distrito Rotario 4185 (Guerrero, Morelos, Puebla, Tlaxcala y Veracruz), encabezará mañana sábado el inicio del programa de alfabetización “40 horas para aprender a leer”, que tendrá lugar en la Casa de la Amistad Rotaria del Club Rotario Xalapa Manantiales, casi a un costado de la iglesia de San José, a las 10:30 de la mañana.

 

 

 

 

Related posts

Grupo Frontera, sería el último gran negocio en la Sectur

Tener una vecina así; en espera de su llegada

Nahle podría pedir licencia como militante de Morena, el 23