Nacerán o morirán partidos

Luego de las elecciones del 1 de julio, la fertilidad política en cuanto a partidos se refiere, parece engendrar nuevas formas de vivir cómodamente del erario sin tener que formar parte de un gobierno que ya no paga buenos salarios ni de una oposición que se diluye internamente en pugnas.

Ante la panorámica poco conveniente de un partido fuera del poder y la nula posibilidad de seguir medrando del presupuesto, ya sea como funcionarios públicos o disidentes efímeros, la creación de partidos políticos surge como un negocio redituable, a menos que una nueva ley electoral aumente el porcentaje de votos en las elecciones para condicionar la permanencia del registro.

Aunque Margarita Zavala lo niegue, su asociación civil llamada Libre va por el camino de la asociación política, figura legal que se convierte en la antesala de todo partido político.

Anteriormente, las asociaciones políticas recibían un subsidio del INE, pero ante la proliferación de dichas asociaciones ese subsidio fue cancelado.

Ahora muchas asociaciones afectadas con esa medida quieren una reforma con el objetivo de que les regresen ese subsidio que les permite crecer como asociación y lograr así su llegada al establecimiento de un partido político en forma.

En este escenario, la creación de partidos o la conservación del registro de alguno de ellos, se convierte en el negocio político más redituable de la administración pública, porque dejó de ser un comercio de influencias y un intercambio de canonjías.

La lucha por la gestación de partidos es tal que en Coahuila sucedió algo inusitado, el Instituto Electoral de ese estado, permitió a cinco asociaciones civiles seguir los trámites para constituirse en partido político con registro estatal.

Una de ellas la encabeza el ex priista Rubén Humberto Moreira Guerrero, hijo del ex gobernador y ex dirigente nacional del PRI, Humberto Moreira, y por lo tanto, sobrino del también ex gobernador y diputado federal electo por el PRI, Rubén Moreira Valdez. Se trata de “Unidos”, que se promueve a través de una asociación civil denominada ‘Juntos podemos construir un futuro mejor’.

La verdad es que, por un lado, todo mundo quiere su partido familiar como negocio patrimonial, y, por el otro, el PRI se va quedando más solo que nunca ante una derrota que todavía no acaba.

El Partido Verde Ecologista de México, dio a conocer este martes, que terminó definitivamente la alianza legislativa con el PRI, al afirmar que en la próxima legislatura construirá acuerdos y mayorías “con quien tenga que hacerlo”. Es decir, particularmente con Morena, dijo Arturo Escobar, coordinador de la fracción del Partido Verde en la Cámara de Diputados, quien aseguró que construirá mayoría con el partido en el gobierno.

La necesidad de conservar su registro no está garantizada con el PRI, el oportunismo de la cúpula el Partido Verde lo lleva a buscar alianza con Morena para no morir.

Otro partido que agoniza y no quiere reconocerlo es el PRD, que seguirá buscando alianzas parlamentarias y coaliciones electorales para sobrevivir.

El PRD es el más fuerte de los partidos débiles pero no por ello puede pelear solo, tampoco puede ser oposición real ante un partido que arrasó en las elecciones y sólo le dejó unos cuantos diputados y ocho senadores.

Sin embargo, surge alguien que ve en ese partido una manera de seguir en la política sin ceñirse a las condiciones del poder ni desgastarse en posiciones críticas de la disidencia, el ex jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera, quien luego de frustrarse varias veces en proyectos abortados quiere dirigir ese instituto. La primera vez quiso ser candidato a la Presidencia de la República, sin lograrlo; luego el héroe de un supuesto gobierno de coalición, no supo cómo; después quiso tener un periódico, no lo dejaron; después se erige como líder de la fracción parlamentaria del PRD, cuando en realidad lo propuso el PAN como senador plurinominal, se expuso; después quiso crear un partido político propio, pero era demasiado evidente su ambición, para finalmente intentar ahora, apropiarse del PRD, como el camino más corto para obtener ganancias de todo tipo, en los próximos días.

Lo cierto es que apostarle a los partidos políticos se convierte en una suerte de casino, donde las ganancias no son malas y se trabaja poco, práctica habitual en muchos de los hombres y mujeres acostumbrados a vivir del erario.

La urgente necesidad de una reforma electoral debe ser una actividad que los once consejeros electorales debieron haber iniciado desde hace semanas; sin embargo, parecen estar pasmados todavía por los resultados electorales del 1 de julio, y han dejado de hacer su trabajo.

La delimitación al acceso de las agrupaciones políticas para convertirse en partidos debe ser prioridad antes de que la política mexicana se llene de partidos que sólo defenderán sus intereses económicos a través de las prerrogativas que otorga la autoridad electoral y que todos los mexicanos pagamos.

El INE anuncia que en septiembre sólo dos partidos perderán su registro: el Panal y el PES, el primero impulsado por la maestra Elba Esther Gordillo, y, el segundo, por el ex secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.

A cambio de estas dos bajas vienen otros muchos que podrían saturar la oferta política del país, con dos fines fundamentales: el primero volver a hacer del ejercicio político un negocio redituable, y el segundo, pulverizar las simpatías y los votos que pueda tener Morena, tanto en elecciones intermedias como en el Poder Legislativo.

El dinero que se gasta en los partidos políticos chicos debe ser canalizado para perfeccionar nuestro sistema, pero pareciera que el interés por confundir al electorado priva por sobre todo tipo de ejercicio para limitarse a objetivos que en nada contribuyen a la democracia ni al bienestar de la población.

Permitir que haya nuevos partidos políticos que carezcan de una ideología distinta a los ya existentes, implica distraer la responsabilidad de los ciudadanos respecto a su bienestar. La población no es menor de edad para no darse cuenta de esto, pero tampoco es inmune al bombardeo mediático que seguramente surgirá al mismo tiempo que los nuevos institutos políticos, que se autodenominarán los mejores agentes de un cambio que en realidad no quieren que suceda. PEGA Y CORRE.- Ahora resulta que el ex secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, durante el periodo de Javier Duarte, está libre de la acusación de enriquecimiento ilícito, a pesar de que se comprobó que había aumentado su patrimonio por 86 millones de pesos. Seguirá preso por las acusaciones de abuso de autoridad e incumplimiento de un deber legal…. Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

 

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