El futuro de Veracruz para los próximos seis años estará en manos del partido Morena. La prosperidad anhelada y el combate a los males endémicos será un desafío para el gobierno que encabezará el xalapeño Cuitláhuac García Jiménez.
Por lo menos en los últimos 26 años, el aparato político de Veracruz fue hundiéndose y deteriorando el tejido social y concentrando la riqueza en una élite político empresarial, donde existe una grave ambivalencia –políticos y empresarios haciendo negocios al amparo del poder público-, sin que nadie los frenara.
Las oligarquías se hicieron millonarios, gracias a la anomias que privilegiaron los gobernadores en turno en complicidad con la abyección de los poderes Judicial y Legislativo. Esto ha sido patente desde los regímenes de Patricio Chirinos Calero (1992/98) hasta el actual, el panista Miguel Ángel Yunes Linares (2016/18).
A la fecha, el bienio del pomposo “cambio” de Veracruz de la dupla PAN-PRD, hicieron más millonarios a las élites, incluyendo al propio gobernador y su familia. Bajo una retórica de falso redentor y profeta salvador, el titular del Poder Ejecutivo gobierna con singular anomia y cleptocracia, degradando el quehacer político.
A un paso de convertirse en autócrata, distante de las clases populares, marginadas y desposeídas de la geografía veracruzana –un demagogo en potencia-y paranoico, bajo el síndrome de Hybris, el Ejecutivo mantiene sometidos a los poderes Legislativo y Judicial.
No dudo en imponer al Fiscal anticorrupción –un letrado a modo-, vía sus subordinados panistas de la LXIV Legislatura local, pisoteando la ley, a sabiendas que los tiempos legales están en su contra, para evitar que su predecesor Cuitláhuac García lo someta al banquillo de los acusados, junto con la cofradía yunista.
Estalló su rabieta en otra odisea oprobiosa al intentar imponer a los doce magistrados que cubrirán la vacante del Sistema Estatal Anticorrupción que se integrará al Poder Judicial, que representa su compadre y socio Edel Álvarez Peña.
Los diputados de la bancada de Morena, soslayados y relegados por los panistas que lideran espuriamente la Junta de Coordinación Política, evitaron la asonada del gobernador con la toma pacífica del Palacio Legislativo, lo que motivó que Miguel Ángel Yunes llamará “golpistas” a los legisladores morenistas.
En realidad, los panistas en el 2016 fueron precursores del “golpismo” cuando se encadenaron en el podio para impedir el nombramiento de los priistas del nuevo Fiscal general del estado, que a la postre del gobierno del cambio fue relevado por el actual Jorge Winclker.
Y luego, sin el mayor rubor y como una autentica horda, tomaron por el asalto el Palacio de Gobierno y la Casa Veracruz con toda la estridencia, encabezada por el ahora exalcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez y entonces líder nacional del PAN, Ricardo Anaya Cortés.
La herencia que deja Yunes Linares -el tirano singular-, a cuatro meses de que deje el poder, a Cuitláhuac García, es una bomba y no precisamente yucateca. El partegüas político de Veracruz está herido de muerte.
Requiere urgentemente una cirugía mayor. Las decisiones cosméticas o paliativas que vayan a tomar los tres poderes constitucionales, a partir del 1 de diciembre de 2018, serán irremediablemente un fracaso. Veracruz necesita acciones de fondo, no asimétricas.
Los tres poderes de Veracruz, sin que haya sometimiento o la oprobiosa tutela, deberán coordinarse para robustecer a corto y mediano plazo el endeble tejido social, que se socavo por 26 años, para fortalecer el poder adquisitivo de las clases desposeídas y rescatar de la postración al lumpen social.
Los convites, como el que convocó el sábado 11 en Actopan la bancada legislativa de Morena a los diputados entrantes donde serán mayoría en la LXV Legislatura local, que seguramente habrá más, no debe causar estridencia mediática o linchamiento si el fiestón se paga con recursos propios de los legisladores, sin sangrar la partidas del erario público.
En teoría, los integrantes de la Legislatura local deben cubrir de sus propios bolsillos los gastos para festejos personales, sea el líder cameral, presidente de una comisión o presidente de la mesa directiva.
Aunque en la práctica, esto no ocurre así porque quedó exhibido que el coordinador de la Junta Política, el panista Sergio Hernández, gasta parte del presupuesto en ‘bacanales, orgías y drogas’. Si estás prácticas depredadoras de los diputados salientes y entrantes de Morena, han sido desterradas, enhorabuena.
Los convites del poder público no entran en los círculos mediáticos de la estigmatización o del juicio sumario, siempre y cuando no se derrochen en fiestones o bacanales del erario público. La transparencia, rendición de cuentas y honradez serán parte de la agenda a cumplir de la próxima administración del joven emprendedor Cuitláhuac García.
¡Habemus pachanga!
Comentarios a gau41@hotmail.com
@12hrsver