Una gubernatura ausente

El encabezado de esta columna es un parafraseo de otra que publicó el comunicólogo Rubén Aguilar el jueves pasado en El Economista con el título: “Una presidencia ausente”.

La leí con interés y concluí que solo cambiando el nombre de Enrique Peña Nieto por el de Miguel Ángel Yunes Linares y el contexto federal por el estatal, entonces tendría plena aplicación para Veracruz.

El exguerrillero en El Salvador, cuasi sacerdote, vocero de Vicente Fox, asesor de Javier Duarte y articulista hizo resaltar que las actividades de Peña Nieto y la de los integrantes de su gobierno han desaparecido en la cobertura de los medios.

Apuntó que eso se empezó a notar de manera significativa en los meses de campaña, pero que se ha radicalizado a partir del 2 de julio ya con la presidencia del presidente electo Andrés Manuel López Obrador.

Es exactamente lo mismo que sucedió en el Estado cuando, salvo porque emergió como coordinador de la campaña de su hijo, las actividades de Yunes Linares como gobernador no tuvieron mayor repercusión en los medios.

Tiene que decirse que además porque no había mucho que cacarear, porque lo más relevante fueron los hechos de violencia y sangre, y por su indiferencia y desinterés por la prensa veracruzana, con algunas excepciones.

Soy un convencido de que uno de los grandes errores del gobernador saliente, que le costaron la continuidad en el cargo a través de su hijo y la mala imagen que proyectan de él los medios cuando más lo necesita en su salida, fue su alejamiento cuando no su fricción con la prensa.

Aún me extraña qué pasó con aquel político que conocí de joven y ya con mucho poder en el siglo pasado, quien siempre buscó y tuvo buen trato con buena parte de la prensa, porque con otra se peleó, algo característico en él.

Supo desde siempre que no se puede gobernar, o gobernar bien, sin la prensa, sin tenerla como aliada, que no necesariamente como aplaudidora o cómplice, sino como contralora social, que ayude al gobernante denunciando, criticando, señalando lo que está mal o el mal comportamiento de los funcionarios, los actos de corrupción, etc., para actuar en consecuencia.

Volviendo al comentario de Rubén Aguilar, un personaje normalmente bien informado sobre el manejo de comunicación oficial, dijo que la oficina de esa área de Los Pinos sigue haciendo su tarea como siempre pero que es evidente que la estrategia de comunicación de la presidencia ha sido un fracaso a lo largo del sexenio.

Nuevamente eso también es aplicable para Veracruz en cuanto al fracaso, aunque cabe preguntarse si es que en el Gobierno del Estado ha habido alguna estrategia de comunicación, lo que sí es que acá se sigue haciendo la tarea como siempre, es decir, nada.

Cualquiera que visite la página de la Coordinación General de Comunicación Social se encontrará con que no hay un solo boletín de prensa, ni una sola foto, ni un solo video sobre las actividades del gobernador y los distintos secretarios de despacho. ¿Por qué?

Hubo administraciones, como las de Miguel Alemán Velasco y Fidel Herrera Beltrán en que en ese espacio se daba cuenta no solo de sus actividades, sino que se “subían” sus mensajes y los textos íntegros de sus entrevistas de prensa, así como una galería de fotografías, además de que se daba cuenta también de las actividades de las distintas dependencias, de tal manera que cualquier periodista, cualquier ciudadano e incluso investigadores podían consultar todo sobre el trabajo que se hacía y sobre lo que se decía. Había una memoria histórica.

En la administración de Javier Duarte la coordinadora Gina Domínguez redujo mucho toda esa cobertura informativa y en la actual administración de plano desapareció. No existe nada para consultar.

Tal vez eso se deba a que no hay mucho que informar por el poco trabajo desarrollado o porque desde un principio se dispuso que la única tarea a realizar sería la de armar un equipo para apoyar la candidatura del candidato del PAN a la gubernatura (ya publiqué que incluso el “coordinador” Elías Assad se fue a cubrir la campaña sin haber renunciado a su cargo, lo que constituye un delito).

Lo cierto es que informativamente la gubernatura está ausente, como nunca antes había sucedido y esa también es otra forma de falta de transparencia.

Sobre Enrique Peña Nieto, Rubén Aguilar destacó otro hecho: que a los medios, a los comentólogos y a la ciudadanía no les resulta interesante lo que el presidente y los suyos hagan y tampoco lo que digan. “Ya no tienen legitimidad. El presidente y los suyos, salvo algún escándalo, ya no son noticia. Ésta es la razón por la que el gobierno no esté presente en los medios”.

Lo mismo pasa en Veracruz. El viernes pasado, el compañero Pablo Jair Ortega en su “ColumnaSinNombre” comentó: “Cómo estarán las cosas en la administración saliente del Gober Mesero, que su evento del Día Internacional de los Pueblos Indígenas realizado en el Parque Juárez tuvo escasa participación y apenas uno o dos fotógrafos; en contraparte, y al mismo tiempo, en conocido café convocaron más prensa y gente los alcaldes de Jalacingo y Teocelo, que promocionaban fiestas patronales de sus respectivos pueblos”.

Cuando dos alcaldes de municipios pequeños jalan más la atención con el anuncio de solo unas fiestas patronales más que lo que haga o diga el gobernador, entonces es que hay una gubernatura totalmente ausente. Ya no es noticia. Ya a nadie, o a casi nadie, le interesa.

Sobre la ausencia del Presidente en los medios, Rubén Aguilar dice que eso nunca se había dado en la dimensión que ahora ocurre y que es algo nuevo que debe analizarse. Lo mismo se puede decir del gobernador de Veracruz.

Creo que vale para nuestro Estado su diagnóstico con el que remató su comentario:

“Las posibles explicaciones son cuatro: la estrategia de comunicación de Los Pinos sigue sin entender al México de hoy” (Comunicación Social de Veracruz nunca entendió ni le interesó entender al Veracruz de hoy); “el presidente tiene menos de 20% de aceptación y esto nunca había pasado” (el gobernador debe andar por ahí); “la percepción es que el presidente y los suyos son corruptos y frívolos” (acá le pegó mucho que se dedicara a sacar una gubernatura en lugar de gobernar a plenitud); “la ciudadanía está harta del presidente y los suyos y ya quiere que se vayan” (eso sí aplica totalmente para la aldea local).

“A estas explicaciones, que no se pueden ignorar, se añade una quinta, tal vez sea la mayor, que, a su vez, se divide en tres: el margen de votos con los que López Obrador gana la presidencia” (acá Cuitláhuac la gubernatura); “la esperanza que él despierta en un sector amplio del electorado que piensa que en su gestión todos los problemas del país se van a resolver” (en el terruño, todos los problemas de Veracruz); “su manera de comunicarse, dar nota y despertar interés en los medios” (Cuitláhuac tiene encima toda la atención y cobertura mediática, además por el eficiente equipo de prensa que trae).

“La ausencia en los medios del presidente y los suyos se va a radicalizar en los próximos meses” (en Veracruz la del gobernador). “Y en esa medida va a crecer, como nunca antes, la presencia de López Obrador como presidente electo” (en el Estado, Cuitláhuac). “Ese estar muy presente tiene tres explicaciones: viaja por el país como si siguiera en campaña” (lo mismo está haciendo el gobernador electo); “todos los días da noticias relacionadas con su futuro gobierno” (idem); “ejerce ya, a través de las consultas, tareas de gobierno” (exactamente como en la entidad).

 

 

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