Hora de sumar, la campaña terminó

A pesar de que uno de los campos de batalla más crudos en las elecciones del pasado 1 de julio fue el estado de Veracruz, debe reconocerse que la civilidad en la que se asienta la democracia ponderó sobre la tensión que imperó durante las campañas.

Es verdad que todo se vale en las campañas, hasta la guerra sucia. Pero una vez que el triunfo de una mayoría sólida designó ganador en las urnas es necesario reconsiderar las andanzas en solitario y fusionarse en la esperanza de una entidad en desarrollo.

Así debe ser definido el estado de Veracruz, una vez que el propio gobernador Miguel Ángel Yunes Linares reconoció el triunfo del contrincante de su hijo.

Ahora se debe trabajar todos juntos, unidos. Yunes Linares invitó a Cuitláhuac a dialogar, a ponerse de acuerdo para organizar la transición de la mejor manera posible.

Entregar el poder a otra persona, sea del mismo partido o de alguno diferente, es un acto solemne que merece el respeto de quien se va y de quien llega.

Ambas partes se reconocen en un acto que definió el pueblo y de ahí su trascendencia.

Las posturas adoptadas en las campañas anunciaban una rigidez pocas veces vista en una transmisión de poderes en el estado; sin embargo, la convicción democrática privó sobre los intereses familiares, sobre la consigna partidista, imperó ante las ambiciones y las venganzas.

El clima de violencia que se vivió en todo el país, donde la excepción no fue Veracruz, estaba listo para una jornada electoral de terror. Nadie salió herido en la entidad a pesar de que se había incluso solicitado que la gente no saliera a votar para que no pusiera en riesgo su integridad. El miedo lo reflejaban quienes veían sus canonjías desaparecer ante la inminente victoria de un verdadero cambio.

Sin duda durante las campañas en Veracruz hubo excesos. Muchos, podrían afirmar los veracruzanos, quienes a pesar de que su idiosincrasia los dibuja como gente brava e impulsiva, privó la reflexión y no hubo violencia el día de la votación. La gente se volcó ante las urnas. Estas multitudes que se formaron en largas filas en paz, movieron la sensibilidad de los propios perdedores para reconocer más temprano que tarde, la derrota.

Esta fue una  actitud que los veracruzanos no esperaban de un personaje recio, adusto, a veces mal encarado como Miguel Ángel Yunes Linares, que sin temor a la descalificación, tuvo el valor de reconocer una derrota que se definió desde temprana hora durante la jornada electoral del domingo 1 de julio.

Muchos dijeron que si alguien como Yunes Linares reconocía su derrota es que por fin había llegado la civilidad y la democracia a Veracruz. Y será en estos tiempos nuevos en los que tendrán que ponerse al corriente tanto gobernados como gobernantes, porque todavía hay expresiones de rencor en algunos sectores de la población, incluso en ciertos rincones de la información, donde los autodenominados analistas de la política consideran que el futuro es incierto cuando pareciera que no hay pruebas suficientes de que se pisa terreno firme.

Nadie está exento de errores, pero la improvisación no está permitida. Los palos de ciego que caracterizaron a ciertas administraciones pasadas creando  un caos artificialmente para esconder las verdaderas intenciones de los hombres y mujeres en el gobierno, ya no podrán repetirse.

Los veracruzanos saben que la guerra sucia ya no le hace efecto y que las distracciones que puedan emanar del poder deben esconder algo, de ahí que haya ahora una vigilancia permanente y una especial atención a cada uno de los discursos que pronuncie anunciando disposiciones o recibiendo órdenes de la población el gobierno entrante.

El triunfo de Cuitláhuac García Jiménez fue la consolidación de la democracia, no porque hubiera ganado Morena sino porque se le permitió ganar sin obstáculos extralegales, en un estado en el que se había impuesto el autoritarismo priista. El hartazgo que creó como gota que derramó el vaso, Javier Duarte de Ochoa, se movió tanto que no sólo dio lugar a un partido conocido o con muchos años, sino a un movimiento con pocos años en las lides políticas que ahora se convierte en la esperanza de un estado que exige una verdadera transformación. El candidato ganador tiene obligaciones muy claras con los veracruzanos. Es tiempo de cumplir escuchando, porque Veracruz es una entidad que cambia constantemente y podemos ver que en menos de cinco años han gobernado tres fuerzas políticas diferentes. Esto habla de una dinámica de la que debe estar atento el nuevo gobernador y los propios veracruzanos.

Los extremos y excesos de las campañas servirán de punto de referencia para respetar más las contiendas electorales en Veracruz. Las descalificaciones, la elaboración de videos para descalificar al contrincante, incluso la acusación de falta de cordura de unos y otros, deberán dejar lugar a las propuestas en las próximas campañas porque el pueblo veracruzano está preparado para escuchar propuestas y no debates que asemejan broncas personales o disgustos callejeros.

Los veracruzanos no sólo exigen honestidad y vocación política de sus funcionarios sino civilidad de aquí en adelante, sean o no tiempos electorales. Más de un veracruzano se sentirá avergonzado de que las próximas campañas electorales  se lleven a cabo como las anteriores, que de no ser por la civilidad que privó días después de la elección, hubiera sido una verdadera vergüenza para todos los involucrados.

Las campañas terminaron y la democracia ganó. Ahora toca el turno de los veracruzanos para vigilar y diseñar el gobierno que quieren, y un gobernador responsable que mande obedeciendo. PEGA Y CORRE.- Uno de los puntos trascendentes de toda entidad es la educación, y uno de los enemigos más peligrosos de esa educación en Veracruz fue Javier Duarte, quien arrebató recursos para llevarlos directamente a sus bolsillos y los de sus cómplices. Prueba de ello es el hecho de que se reconoció, en días pasados, que la situación financiera de la Universidad Veracruzana, “alma mater” del gobernador electo, es grave, por lo cual se comprometió a realizar el pago del adeudo que mantiene el Gobierno del estado con la máxima casa de estudios….Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

 

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