La abrumadora victoria electoral de Andrés M. López Obrador simboliza la recuperación de la democracia amenazada por la desigualdad, por ello ganó México. La salida histórica a las urnas de la población mexicana le da una última oportunidad a la política para que se dignifique antes del estallido social. El enojo nacional, provocado por un régimen mortecino, propició la necesaria y profunda transformación del Estado, leída asertivamente por AMLO en sus 18 años de cercanía con la población.
No hay otra vía más que la reconfiguración del sistema político mexicano. Nadar de muertito, los obviados pactos cupulares, la hambruna creciente, autoritarismo, el dolor del pueblo asolado por la muerte, marginación, extorsión y la desesperanza en que lo sumieron sexenios de vergonzantes gobiernos, ya no son tolerables. Hoy la sociedad sabe que puede quitarle margen de maniobra a las decisiones del poder. Las y los mexicanos votaron por el cambio y eso esperan.
Son miles las manifestaciones de festejo de quienes confiaron en AMLO. El resto, recibe insultos pero, no sin temor, están dispuestos a conceder el beneficio de la duda por el bien de México. López Obrador está al corriente y ha exhibido un viraje en su comportamiento. El Andrés de la campaña quedó atrás.Hay un golpe de timón discursivo en sus dos alocuciones iniciales y no es gratuito, intenta domar el resentimiento social (tigre) con la reconciliación. Discurso que replican en todo el territorio nacional sus candidatos ganadores con el objetivo de llevar a buen puerto a un país que se desmorona por la implosión que provoca el rencor de la desigualdad.
El pueblo mexicano emitió un voto antisistema pero, pese al carro completo, no es un cheque en blanco. Imperativo que la sociedad asuma que le otorgó un poder sin contrapesos para crear un México más justo, un gobierno honesto y de resultados, que coadyuve a la transformación moral y ética. La cuarta transformación de la vida pública no es voluntad de un solo nombre. Requiere la concurrencia de todos, fuerzas políticas y sociales, para que no fracase.
La geopolítica cambió radicalmente con la mudanza a la izquierda. El peso de la política cambiara su dinámica. El sistema de partidos, como se conoce hasta ahora, termino por caerse. Estamos por conocer como lo digieren. La cara de José A Meade, la mañana del domingo y la conducta de Enrique Peña Nieto hablaron más que cualquiera de las traiciones y lealtades en el PRI, que pusieron a prueba los comicios. EL PRD se desmanteló y el PAN en su punto de quiebre. La partidocracia tiene que aprender a centrar su eje de campaña en la gente y no en los grupos de poder de un sistema malogrado. Morena está en puntos suspensivos ante la omisión de reconocimiento de AMLO.
López Obrador Presidente pondrá en marcha su nueva República mexicana, eje de su proyecto político y queda forzado a ofrecer resultados inmediatos. El malestar social lo obliga. La gran pregunta que invade el ánimo nacional es cuál es la estrategia que afectará la vida de los mexicanos. Confían que el político que llevó a la izquierda al país, pase a la historia como los próceres que admira y el mejor presidente de México.
La historia mexicana consigna tres transformaciones: la Independencia, la Reforma y la Revolución. No se asumen como tales el movimiento del 68 o la entrada del neoliberalismo que marcaron la senda de muchas generaciones. Para esta anunciada “nueva era” la variable a considerar es la crisis financiera mundial y los costos que deja un mundo sitiado por el capitalismo salvaje y la muerte de la conciencia moral. Por ello López Obrador insiste en serenar los ánimos y los resentimientos sociales entre clases.
Para interpretar el paradigma de Transformación que plantea apremia examinar la mentalidad y formación del “animal político” que es AMLO. Se estima que el neoliberalismo quedaría fuera y el regreso del Estado proteccionista ¿Pero en qué medida?
Lleva ventaja en su proyecto. La renacida esperanza de bienestar y crecimiento hicieron que el pueblo emitiera su veredicto en las urnas con un NO al régimen que concentra la riqueza en unas cuantas manos, y un sí a la participación del Estado en el mercado. No debe soslayarse que su proyecto fue calificado como una “regresión” durante la campaña. Que su formación ideológica siempre ha sido la de un priista, su esencia es tricolor y camina y piensa igual, Pero ¿qué clase de priista?
El Presidente electo lleva médula cardenista, de centro izquierda, que hace alarde cuando reconoce a los patriotas en su cierre y discurso inaugural. Es decir, la ideología nacionalista se perfila como la columna vertebral de su ejercicio de gobierno. Especialistas sitúan la avisada “Transformación” de AMLO en el Neodesarrollismo, aplicado en Brasil, China, India, Japón, Corea del Sur y Singapur, para impulsar el crecimiento y superar al fallido neoliberalismo.
El neodesarrollismo se sustenta en el mercantilismo que plantea la intervención del Estado en la economía, a través del gasto público y la política fiscal. El Exembajador de México en Canadá, Francisco Suarez Dávila lo analiza en su libro “Crecer o no Crecer”, en el cual define al modelo como “nuevas y viejas formas de abordar las causas del crecimiento en países desarrollados y emergentes”. Rebelión contra el estatus Quo y el retorno a la axiología nacionalista.
A dispensa de analizar a profundidad estas son las primeras líneas de acción y compromisos del nuevo mandatario electo: Será ejemplo para moralizar el país. No habrá dictadura. Inmediato incremento a pensiones de adultos mayores y personas con discapacidad. Empleo y estudios a jóvenes. Auténtico Estado de Derecho y democracia. Impunidad cero. Gobierno austero: Prescindirá de la residencia oficial de Los Pinos y avión presidencial, venta de la flotilla aérea de altos funcionarios públicos. Sin guaruras. El Estado Mayor Presidencial lo absorberá SEDENA. Eliminará pensiones a expresidentes. Cancelará caja de ahorro especial atención médica privada para alta burocracia. Se prescindirá de estructuras administrativas innecesarias y duplicadas. Mínimo gasto destinado a viajes al extranjero, a congresos, a asesorías y publicidad.
El ahorro de estas medidas se destinará a financiar el desarrollo. Sin gasolinazos. El presupuesto se orientará a reactivar la economía, a crear empleos y a combatir la pobreza. Rescate del sector energético y fortalecerá la actividad productiva y el mercado interno.
El Problema estriba que del tema más doloroso, el de la inseguridad, no lo ha definido, porque si bien el desarrollo coadyuvará a largo plazo, el pueblo requiere de resultados inmediatos.