Sigue en el aire la gubernatura

Aun cuando legalmente las campañas electorales terminan pasado mañana, lo que resta de toda esta semana seguramente los equipos de los candidatos, en especial los de la oposición, en el caso de Veracruz, se concentrarán en el cuidado de las casillas.

Si las encuestas serias que se publicaron y sirvieron a oraculus.mx para sacar un promedio a través de una poll of polls (agregación de encuestas) en la intención del voto para la elección de Presidente, Andrés Manuel López Obrador llega a la recta final (hasta el martes pasado) con un porcentaje muy alto: 50% contra apenas 27% de Ricardo Anaya y 20% de José Antonio Meade, lo que haría pensar que ahí ya hay un claro ganador. Ayer domingo al caer la tarde, Consulta Mitofsky dio a conocer el resultado de su última encuesta antes de la votación. AMLO llega a la víspera con 48.1% de la preferencia electoral efectiva contra 25.5 de Ricardo Anaya y 22.5 de José Antonio Meade. Parece que la suerte está echada.

La disputa está en la elección para la gubernatura. Algunas encuestas que se publicaron pusieron siempre en empate técnico a los candidatos de Morena y del PAN, Cuitláhuac García Jiménez y Miguel Ángel Yunes Márquez. Al cierre, algunas muestran un repunte de José Francisco Yunes Zorrilla, del PRI.

Algo que llama la atención es que con todos los recursos que ha tenido y tiene y con la coordinación de su campaña por parte de su padre el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, el panista nunca mandó publicar una encuesta de una empresa seria que dijera que va arriba. No se cree que no la hayan mandado a hacer, se ignora porque no la sacaron a relucir.

Por el lado del candidato de Morena, la encuesta de algunos medios es la que le da empate técnico en primer lugar o ligeramente arriba, tampoco nunca mandó publicar la de alguna encuestadora prestigiada porque sea de las más creíbles. Va arriba por muchos puntos sólo porque él lo ha repetido así como por el dicho de AMLO.

El candidato que más difícil la ha tenido ha sido Pepe Yunes. Carga con muchas losas como nunca antes un candidato las soportó. Se enfrenta a la mala imagen de Javier Duarte y su pandilla por actos de corrupción, al desprestigio de las siglas de su partido, al desánimo que quedó desde la derrota de Héctor Yunes como candidato a la gubernatura, al candidato del PAN y su padre el gobernador, a los expresidentes del PRI que apoyan a los azules: Dante Delgado y Armando Méndez de la Luz, de Movimiento Ciudadano, y Felipe Amadeo Flores Espinosa, de Vía Veracruzana, al candidato de Morena y el poderoso imán de su candidato presidencial, a la poca fuerza de José Antonio Meade, e incluso hay quienes se atreven a afirmar que el Presidente lo dejó prácticamente solo y no lo apoyó. Cualquier cosa que logre, incluida la gubernatura, será un verdadero prodigio.

Si el hijo del gobernador triunfara, se estaría ante una gubernatura comprada. Gane o pierda, será, sin duda, la candidatura más cara en la historia del Estado. Su padre no ha escatimado ni un solo centavo (utilizando programas sociales y otros recursos de su gobierno) para tratar de que su vástago lo suceda. Para la víspera de la elección y para el día 1 de julio se espera una derrama para la compra de votos que nadie se atreve a cuantificar porque se cree que no habrá límites, entendible si se piensa que tanto al padre como al hijo, así como a sus compinches, les va la vida política de por medio, por lo menos a corto y a mediano plazo.

Teniendo todo el poder que da el Gobierno del Estado y la experiencia política-electoral del gobernador, se diría que es una obligación que ganen, están obligados a ganar so pena de hacer el ridículo.

La elección de este año es inédita por cuanto nunca antes un gobernador intentó que un hijo sanguíneo lo sucediera. La posibilidad de un triunfo abriría la puerta para que dentro de seis años otro hijo suyo intentara continuar con la línea sucesoria.

Por contraparte a todo lo que la familia ha podido comprar, se enfrenta también a un gran descontento ciudadano por la falta de resultados y por el incumplimiento de compromisos del actual gobernador cuando fue candidato.

La posibilidad de que triunfe el candidato de Morena está ligada al tamaño de la victoria del candidato presidencial López Obrador, en cuanto al número de votos en el Estado. Ese es su gran (y casi único) capital. Los observadores políticos con experiencia no desestiman que si AMLO arrolla por el número se sufragios que obtenga lo arrastre hacia la victoria.

Tiene ya un gran logro: sin siquiera una mínima parte de los recursos con los que ha contado el panista ni la ventaja que da tener la gubernatura, se mantiene puntero aunque prácticamente en empate técnico con su más fuerte opositor, según las encuestas que se conocen y a las que podría dársele alguna credibilidad. No es poca cosa.

Si el candidato del PRI no los alcanza de acuerdo a las últimas encuestas que se puedan dar a conocer entre hoy y mañana, entonces la militancia tricolor podría dar la última palabra. Si bien el panismo hace hasta el último intento por copar a cuanto priista pueda, hay mucha militancia que si tuviera sólo la opción panismo-morenismo, se inclinaría por el pupilo de López Obrador.

Si sale a votar, el abstencionismo puede decidir

Hay otro factor que hasta ahora no se ha considerado y que también puede influir en el resultado final: el abstencionismo de la última elección, la de 2017, que fue muy alto.

Algunos datos.

En el municipio de Veracruz, el año pasado de una lista nominal de 439,395 ciudadanos, votaron sólo 191,305. Se abstuvieron 248,090, lo que equivalió a un 56.46%.

En el de Xalapa, de 357,251, votaron 167,559; se abstuvieron 189,692, o sea un 53.19%.

En cuanto a Coatzacoalcos, de 240,764, sufragaron 116,825, absteniéndose 123,939, es decir, un 51.48%

En Córdoba, de 147,701, votaron 69,299; no lo hicieron 78,402, esto es, un 53.08%.

En Poza Rica, de 143,485, sufragaron 69,651; se abstuvieron 73,834, es decir, un 51.46%.

En Minatitlán, de 121,012, votaron 60,978; no lo hicieron 60,034, o sea el 49.61%.

En Boca del Río, de 129,246, votaron 59,550; se abstuvieron 60,696, un porcentaje de 50.48%.

Esta muestra de los municipios con los padrones más grandes da una idea del tamaño del abstencionismo que prevaleció. De los mencionados, en cuatro ganó Morena (Xalapa, Coatzacoalcos, Poza Rica y Minatitlán) y en tres el PAN (Veracruz, Córdoba y Boca del Río).

Esa población es posible que este año salga a votar aunque hasta el próximo domingo por la noche se sabrá por qué opción sufragó.

Bloqueo y error logístico

Dos hechos se conjugaron en el deslucido cierre de las campañas de Andrés Manuel López Obrador y Cuitláhuac García Jiménez en Boca del Río el sábado.

Por un lado, los propios transportistas confirmaron que los amenazaron: si les proporcionas un solo camión, te retiro la concesión. Los morenos llegaron a ofrecer hasta 15 mil pesos por el alquiler de una unidad. Pesó más el miedo.

Por el otro, la mala logística y el capricho de la candidata al Senado Rocío Nahle, según voces internas, muy queditas. Desde un principio le habrían dicho que era muy mala idea programar el acto a la hora del partido de la Selección Mexicana de Futbol o cuando el electorado saldría a celebrar el triunfo si ganaba. Se hizo lo que ella dispuso.

AMLO, refieren, se fue muy molesto. Era cuando más necesitaba mostrar músculo y le fallaron en Veracruz o, más bien dicho, le falló la mujer de todas sus confianzas. Por eso ordenó que se quedara en el Estado hasta después de las elecciones la dirigente nacional de Morena Yeidkol Polevnsky para que “cuide” las elecciones el próximo domingo.

Dentro de seis días se verá qué tanto afectó a ese partido y a sus candidatos la falla del sábado pasado.

 

 

 

 

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