Los indecisos definirán la elección

He dicho y lo confirmo, no creo en las encuestas como único valor a considerar en las preferencias electorales, y no creo por tres razones:

 

  1. El primer aspecto es el número de ciudadanos que se utilizan en la muestra. Las mismas son muestras mínimas (diría yo ínfimas), que no pueden ser representativas de la opinión de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral nacional (hombres 42 millones 018 mil 847 y Mujeres: 44 millones, 637 mil 005).

 

Más claro, tomar la opinión de 1000 o 1500 ciudadanos –sí leyó bien, ese es el número con que basan sus encuestas Gil, Mitofsky, De las Heras, entre otros, para definir preferencias públicas hacia los candidatos a la presidencia de la república– frente a una lista nominal nacional de 86 millones, 655 mil, 852 ciudadanos que podrán votar el próximo 1º de julio, lo que nunca podrá ser un resultado confiable.  Lo que no se necesita ser un genio para saber que, por ningún motivo, esas cifras son representativas de la opinión general de los mexicanos que iremos a votar el próximo domingo.

 

  1. Segundo, el lugar donde se toma el muestreo. Normalmente son seleccionadas estas muestras en zonas conurbadas en donde ciertos partidos tienen su capital político, por lo que deja en desventaja la opinión de los electores que no son gobierno en esos centros urbanos. Por ejemplo, si sacamos una muestra en las capitales de los estados lo más seguro es que la muestra refleje mayoritariamente  la opinión de los grupos del partido en el poder y los pondrá en ventaja, lo que contrariamente deja en desventaja a las demás fuerzas políticas en contienda y sus candidatos puntearán bajo.

 

  1. Tercero, el segmento de la población votante que se entrevista. Éste puede ser manipulado con facilidad. Por ejemplo si el segmento que se entrevista es mayoritariamente de jóvenes entre 20 y 24 años de edad, que es el 7.8% de la lista nominal y que corresponde por lo general al grupo más visceral a la hora de votar, lo más seguro es que el resultado lo reflejará poniendo en primer lugar de las preferencias a quienes manejen el discurso contestatario o coincidan con la tendencia radical. Es decir, se reflejará de manera contraria a los grupos en el poder.

 

Luego entonces las encuestadoras deben indicar siempre, que  los márgenes de error  de las encuestas son muy altos y también decir la verdad, de que sólo representan el momento o la realidad vigente  o segmento particular de un número minimo de habitantes o ciudadanos: la opinión de 1000 o 2000  posibles votantes y punto.

 

Pero, ¿quiénes realmente traen el pulso de la opinión de los ciudadanos en el territorio? Los candidatos, sus equipos de campaña y los operadores políticos, sean a la presidencia, al senado, a la gubernatura, a las diputaciones federales o locales.

En el territorio es donde se percibe y observa, a quiénes les reciben con afecto, quiénes les rechazan, quiénes asisten por propia voluntad a los citatorios o actos públicos, quiénes apoyan y quiénes pueden traicionar el día de la elección. Ahí los candidatos deben ser sensibles a esas actitudes e indicadores de empatía o antipatía, porque, candidato que no lo haga está arriesgando su propia elección.

 

Ahora bien, también nos podríamos preguntar. ¿Y quiénes llevan ventaja en el territorio? Muy simple, los partidos que convencen a su militancia y la han formado ideológicamente, que seleccionan y preparan equipos con toda anticipación para hacer la labor de campo, los que tienen en su haber a los mejores y más experimentados  liderazgos y a la mejor militancia. Y eso es razonable porque no se puede preparar a la ciudadanía en uno o dos meses de campaña. Se tiene que “trabajar la plaza”, con gestión, con atención, con trabajo anticipado, etc., para poder contar con ejércitos políticos dispuestos a jugársela por un aspirante o candidato en el momento preciso.

 

Hay partidos como el PRI que trabaja los 365 días del año, que posee liderazgos en su mayoría muy fuertes, que posee una estructura territorial y militancia experimentada de sobra –¿será que por eso buscan comprarla los opositores?–,  que tiene gestión en forma permanente, que posee arraigo y orgullo y eso  se manifiesta el día de la jornada electoral;  porque  si las cosas se hacen bien y convencen, el PRI saca la casta y entones, gana contundentemente. Y creo que eso será la diferencia en esta elección.

 

Todos los partidos en contienda  hoy tendrán que enfrentarse a la tarea titánica de convencer a los indecisos. Éstos son los que realmente definirán la elección. La mayoría apartidistas o simplemente ciudadanos que votan por las personas y no por los partidos.

 

Y para los que les gustan las encuestas le pongo la siguiente de POP GROUP del mes de Junio que midió la opinión de los indecisos. (Fuente: www.popgroup.mx/ www.etcetera.com.mx)

 

A la pregunta: ¿con cuál de los candidatos a la Presidencia de la República se siente más identificado?  La respuesta fue: 38% José Antonio Mead, 27 % Ricardo Anaya, 8 % Andrés Manuel López, 2 % Jaime Rodríguez “El Bronco”.

 

Al combinar las preferencias y los indecisos, los números cambian y resultan así: Andrés Manuel López 33%, José Antonio Mead  31 %, Ricardo Anaya  27 %, Jaime Rodríguez 1.3 %, 2.4 no saben, y 4.1 anularía el voto. Como se observa cuando se hacen estos cruzamientos las encuestas empiezan a ser más cercanas a la realidad momentánea. Lo anterior nos llevaría a pensar en una elección presidencial cuyo resultado será muy cerrado y que sólo la mejor estructura nacional  y la operación política más experimentada será, sin duda,  la que decida. Por eso, me agrada que las encuestadoras hagan – no todas lamentablemente—el esfuerzo de medir a los indecisos porque esto da un resultado totalmente diferente.

 

Luego entonces, la moneda está en el aire y ya se verá el próximo domingo quién es quién.

 

Y…quizás porque lo que tengo más cerca es mi entidad, porque la he recorrido desde hace un año, conozco los grupos políticos de tiempo atrás  y porque tengo el reporte de las estructuras de mi organismo especializado, lo único que puedo decir es que,  las probabilidades de que el próximo gobernador de Veracruz sea José Francisco Yunes Zorrilla, son altísimas. Porque  lo escucho más de los grupos no políticos: académicos, religiosos, empresarios y comerciantes, jubilados independientes, artistas, etc., porque la propia gente está convencida de lo siguiente: “a nadie la conviene que nos dirija la flojera e inexperiencia con un candidato sin perfil como el de Morena  y menos un candidato que representa los intereses familiares del gobernador, lo que llevaría a asegurar la continuidad de un gobierno que desde hace dos años le ha apostado a  la opresión, la soberbia y la venganza”.

 

Esa es la verdadera encuesta que hay que respetar, la opinión del ciudadano libre que ya valoró y que ya superó la indecisión.

 

Gracias y hasta la próxima

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