Por lo mismo que son enanos, son soberbios observaba un filósofo. Aquellos faltos de autoestima, envidiosos, resentidos, acomplejados cuando llegan al poder enloquecen y se transforman. La peor combinación es poder e ignorancia. De orígenes muy humildes, pero de propósitos muy ambiciosos al probar las mieles del dinero y lo que éste representa, venden su alma al diablo. Son tan pobres, que lo único que tienen es dinero. Hijos de políticos millonarios, los genes están y se convierten en déspotas, engreídos, envanecidos. Hasta el modo de caminar, les cambia. Algunos se ven cómicos, como el antes tímido y acomplejado Javier Duarte que al caminar se balanceaba rítmicamente, algo parecido a una pata culeca. El odio hacia la clase gobernante, proviene principalmente de las actitudes prepotentes y soberbias de la mayoría. Faltos de educación y cultura, se aíslan en sus grupos afines, donde son festejados por una bola de lambiscones, de las estulticias (pendejadas) que dicen y aplauden sus desfiguros ya alcoholizados y drogados. *** En los grupos sociales comunes, no tienen cabida. Incluso con el puesto, pueden llegar a codearse con lo más granado de su sociedad, pero al término de eso son rechazados por vulgares y corrientes. No los soportan a ellos sino a los cargos, de los que se aprovechan para hacer los grandes negocios. Esa clase gobernante hoy rechazada por la mayoría, en éste caso un 80 por ciento que reprueba a los priistas en el poder. En todos los desacreditados partidos políticos, hay que reducirlos drásticamente, se da el fenómeno. Lo que más indigna es que se crean dueños del balón y que pueden patearlo como quieran. Disponen del erario público, como si fuera una cartera propia. Miles de millones de pesos, que no se sabe su destino. Han asaltado inmisericordes a los presupuestos destinados a la salud, educación, justicia, agro y todas las dependencias que brindan apoyos a los más necesitados. Esto tiene ya que terminar y no vemos si con las promesas basta. *** La pésima actuación de los tres tristes candidatos a la presidencia de la república, entristece por decirlo de una manera decente. No son dignos ninguno de ellos; nos quedan a deber. Nada contundente en contra de la corrupción, impunidad, violencia lastres que nos tienen en éste infierno. Ni siquiera la amenaza del joven panista, de meter a la cárcel a Peña Nieto cuando él mismo trae un estigma de corrupción. Lo que vimos dentro de los tres debates, fue la culpa mutua de actos de extracción y exhibiciones de abrazos con entes ídem. De pena ajena. Quienes no pueden dominar sus instintos, enojos no podrán con el poder y pueden volverse déspotas. Lo que sí a López Obrador se le veía en el rostro bronceado, el trabajo de tierra. *** El nocaut de tres segundos de Meade a Anaya fue lo mejor. Si los aprovecho, respondió al mínimo tiempo que tenía y asestó el golpe: “Aquí el único indiciado por un delito eres tú”, le remató al iracundo otrora llamado chico maravilla. *** La catarsis del triunfo de la selección Mexicana de futbol, sí era de orgullo pero también un deshago necesario, de un pueblo demasiado dolido en todos sentidos. Los candidatos, reprobable se hayan enganchado de la festividad para su proselitismo. Ya estamos hasta la madre, diría el poeta, de verlos hace 6 meses todos los días no solo sus rostros si no escuchar sus tonterías. Pero ya se acaba, por fortuna. *** Y para las agruras del mole…usted sabrá qué tomar. Hasta la próxima.