La diferencia abismal en las encuestas predice a un ganador en la contienda presidencial en México. AMLO festeja que su triunfo es irreversible. No obstante en política, como diría Don Juan Tenorio, “Los muertos que vos matáis, gozan de cabal salud”. De ahí que en las últimas horas, los adversarios cambien su narrativa, los epítetos desesperados irrumpan, la guerra sucia y la violencia se agraven, que circulen expedientes negros ante la imperturbable mirada de la selectiva justicia azteca.
Los adversarios de López Obrador ofertan sus propuestas mientras despliegan toda clase de estrategias. Construyen a destiempo escenarios con nuevas encuestas intentando contrarrestar la percepción de la victoria MORENA. En los War Rooms el ejército de voceros propagan lo que él candidato no puede, pero sí debe decir. No fue suficiente y por ello los abanderados rompen con la civilidad y enfrentan con ofensas al oponente que les hace sombra.
Los emisarios -de nimia reputación- dominan la violencia verbal, el ataque, la industria de la filtración para desacreditar mediáticamente al oponente. Acuden a sets de radio y televisión para soltar injurias contra el rival. La Segob omisa, sólo encarga de defender a Peña Nieto, no a la ciudadanía mientras crece el número de asesinatos.
En ese escenario de ataques y contrataques, quien exhibe mejor defensa es López Obrador y el PRD. Tienen ventaja sobre la retórica oficial por contar con un equipo históricamente experimentado en belicosidad opositora al régimen.
Ahí está la discusión real y no en encuentros del INE. Este martes será el último debate tras un encontronazo verbal entre Meade y Anaya. Contrastarán modelos de gobierno con el puntero y no se descartan agravios entre los rezagados, mientras AMLO administra- otra vez- su ventaja “amorosa”. Choque de “ideas” donde el errático árbitro, prohibió utilizar la guayabera, prenda de gran valor cultural, vestimenta de ceremonias solemnes y fuente de ingreso de miles de mexicanos. De no haber un campanazo que cimbre, Anaya pasaría a tercer lugar; atacado dice, por revelar el pacto de Los pinos con AMLO.
–¿Y yo por qué?- parafraseó López Obrador a su archienemigo Vicente Fox, al responder al panista Anaya , que dijo es vapuleado por su bronca, – y la de su padrino CSG-, con Peña Nieto.
Estamos ya en el sprint final y la guerra de la percepción la aventaja Andrés Manuel. Carrera de largo aliento la suya, tres candidaturas presidenciales y en comicios muy competitivos, aplastado en dos por la “Mafia del poder” (2006, 2012).
AMLO previó su estrategia electoral en base a la necesidad de salirse del simulacro democrático y el sistema de partidos, distraídos estos en saquear los recursos del INE. Los mandó al diablo, en especial a quienes lo cobijaron desde temprana edad en su carrera política. Al PRI lo abandonó en 1988 y en 2012 renunció a la coalición PRD, PT y MC, para crear una nueva agrupación política, MORENA (2014).
El Movimiento de Regeneración Nacional, se arraigó incontinenti porque la rebeldía social no cabe en esa partidocracia que hiede a esqueleto saqueado. MORENA revivió a las rémoras, al sumar la disidencia de esos sepulcros blanqueadores. “Bienvenidos todos” expresó y consolidó alianzas, sin importar el tufo que despedían.
López Obrador debía aprovechar la coyuntura que le ofrecían en bandeja de plata: el desprecio del sistema político hacia la “gente buena”, sabe que es su último boleto para subirse al tren de la historia y está dispuesto a soltar al tigre, antes o después.
Ya no habría concerta-cesiones para dejar la silla presidencial. Su mayor capital político es la pobreza, la ola de sangre, la indefensión de la población. Es el mejor de sus mundos para arribar a Palacio Nacional. Ya no tiene tiempo para acordar más que el de “una nueva era”, la suya, incluso con la mafia del poder.
Así construyó lo que hoy se perfila como una conquista electoral que no puede ser arrebatada. El enojo social acecha en cada mexicano/a agredido por un régimen corrupto que los dejó a merced del crimen.
Esa fuerza hoy se ve reflejada, más que en las encuestas, en el ánimo social y sobre todo en los poderes fácticos, que ante lo inminente buscan desesperadamente acuerdos con el creador de MORENA, trasciende, extendieron la mano.
Atrás dejó AMLO la denuncia en su libro “La mafia que se adueñó de México” donde señaló quienes eran: “son 30 personajes en total, 16 hombres de negocios, 11 políticos y tres tecnócratas, todos encabezados por Carlos Salinas de Gortari”, apunta.
Enemigos políticos citan que AMLO ya pactó con parte de ese grupo selecto. Aludidos los dueños de medios de comunicación, televisoras y radio, que ponderan las virtudes del otrora “enemigo de México”. Acuerda con poderes fácticos dolidos, como Elba Esther Gordillo y exsecretarios de gobernación.
Con políticos como el villano favorito y su grupo, amnistiados de facto cuando se le escucha decir, “No hace falta que se autoexilie ni Salinas, ni ningún personaje…no vamos a perseguir a nadie.”
De notarse las declaraciones luego de la reunión privada con el Consejo Mexicano de Negocios, grupo de peso en las decisiones cupulares y confrontado con él. “Quedamos en que después del 1 de julio, si ganamos la presidencia, nos vamos a volver a reunir para ponernos de acuerdo y poder presentar conjuntamente un plan de desarrollo económico para México”, adelantó AMLO al salir de la encerrona.
Curioso que del otro lado del Río Bravo Trump no se haya pronunciado. De notarse también la moderación del lenguaje de las fuerzas armadas con López Obrador, luego de un zipizape verbal a inicios de año.
Los indicios apuntan a un pacto del PODER con MORENA, sin embargo todo se ve sostenido con alfileres. Hay un porcentaje de indecisos y de quienes no contestan encuestas, que podrían hacer la diferencia.
En esta lucha no hay enemigo pequeño. Nada para nadie, aún.