En su calidad de Arzobispo de Xalapa, monseñor Hipólito Reyes Larios encabezó con su firma la proclama “Participemos en el proceso electoral 2018” del pasado 15 de abril, que signaron todos los obipos de Veracruz.
De todo cuanto interesante es el contenido del documento, lo más mediático resultó un párrafo en el que los prelados expusieron: “Es un deber de conciencia para el ciudadano no dejarse llevar por las apariencias, ni por quienes buscan comprar su voto a través de presiones o a cambio de dádivas o promesas de cargos políticos, o por la pretensión de perpetuar sin mérito a las mismas familias o grupos en el poder”.
A ese mensaje, propios y extraños le encontraron de inmediato un destinatario: el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, por su pretensión de imponer a su hijo mayor como candidato del PAN con el propósito de que lo suceda en la gubernatura (se la herede, se dice entre el populacho).
El eco que tuvo no fue menor pues trascendió el Estado ya que la prensa de la Ciudad de México lo recogió también y recordó que no sólo el gobernador y sus hijos se aferran al poder político sino también las familias Guzmán Avilés y García Escalante, de Tantoyuca y Pánuco, respectivamente, que ejercen ya un cacicazgo familiar, curiosamente todos ellos panistas.
El mensaje se emitió el viernes tendrá ya dos meses, pero parece que hasta ahora tuvo respuesta del Palacio de Gobierno.
El domingo pasado, al término de la misa dominical de medio día en la Catedral metropolitana, el guía espiritual de una población católica que se cifra en un millón 125 mil 443 católicos (tomo el dato de Wikipedia) no se aguantó las ganas de proclamar urbi et orbi que la semana pasada un sobrino suyo sufrió un secuestro, al que finalmente liberaron pero todo golpeado.
“Siempre hemos estado socorridos allá en la familia por cosas bonitas, pero también por cuestiones no tan agradables. En esta semana pasada tuvimos otra vez un secuestro de un sobrino que gracias a Dios, a los dos, tres, cuatro días lo retornaron golpeado pero con vida, damos gracias a Dios también por eso”.
Obviamente con su expresión de “tuvimos otro secuestro” se refería al que sufrió su sobrina Karina Reyes Luna el 12 de junio de 2008, quien caso contrario al actual fue hallada sin vida tres días después en los límites de Veracruz y Puebla.
“Volvemos a lo que hace rato les decía: ciertamente, a Jesús lo criticaban, lo perseguían y lo mismo nos pasa a los sacerdotes y también a ustedes por el hecho de ser católicos, ya saben cómo nos va, por eso le pedimos a Dios que nos cuide, que nos proteja”, expresó el domingo pasado.
En realidad los secuestros, tristemente, ya no son ninguna novedad ni noticia en Veracruz pues se han vuelto el pan nuestro de cada día, ante un sistema de seguridad preventivo y de investigación ineficaz, no obstante que se nos presume de sofisticada tecnología que incluye cámaras de vigilancia que registran como si fueran un ojo humano, drones y aviones “inteligentes” que casi hablan solos.
Precisamente ayer la presidenta de “Alto al Secuestro”, Isabel Miranda de Wallace, en su informe mensual colocó de nuevo a Veracruz en primer lugar en ese delito, con 24 secuestros ocurridos en mayo pasado.
“Recordemos que Veracruz ya ha venido teniendo un incremento muy importante, no nada más en secuestros, sino en otros muchos delitos, pero aquí lo absurdo es que Veracruz tiene prácticamente la mitad de habitantes de lo que tiene el Estado de México” (donde el mes pasado se registraron 20), manifestó.
El del sobrino del Arzobispo se trató, pues, de uno más de los que han ocurrido y de los que van a seguir ocurriendo, pues el gobierno está totalmente rebasado y se ve impotente ya no sólo para acabar con el problema sino siquiera para disminuirlo.
Lo que se sale de la triste normalidad que vive Veracruz es que, contrario a otros casos, esta vez ni el gobernador, ni el fiscal, ni el Secretario de Seguridad Pública reaccionaron y menos convocaron a conferencia de prensa en forma inmediata para ofrecer un rescate por quien dé información para dar con los autores del plagio.
Apenas el pasado 7 de junio, una nota de la reportera Itzel Molina publicada en el Diario de Xalapa registró que hasta la fecha el actual gobierno ha ofrecido un total de 19.5 millones de pesos por 22 recompensas (12 de la Fiscalía, tres del Gobierno del Estado y siete de la Secretaría de Seguridad Pública) por la localización de personas con carpetas de investigación u órdenes de aprehensión. Los montos han ido de los 250 mil hasta los 5 millones de pesos. Hasta ahora, consignó la reportera, ninguna ha sido entregada pues “nadie ha proporcionado información veraz y útil que coadyuve a la localización de personas” (hizo un recuento detallado de casos, fechas y montos). Por quienes más ofrecen, 5 millones, son por el exfiscal Luis Ángel Bravo Contreras y por Roberto de los Santos Jesús, el “Bukanas” o el “Bukana”, presunto dinamitero de trenes.
Tristemente en nuestro sistema la procuración y la administración de justicia son selectivas: cuánto tienes o quién eres cuánto vales. No es lo mismo que secuestren a un hijo de Juan Pueblo que al familiar de un picudo. En el caso del primero, de mala gana levantan la denuncia pero de ahí la mandan derechito al archivo muerto. Pero que no se trate de un junior, de un hijo de papi, del familiar de un billetudo, o de un amigo de Palacio porque entonces sí, convoquen a conferencia, exhiban los drones y los aviones, ofrezcamos aunque sea un millón de pesos de rescate y subamos a las redes imágenes de carteles tipo antiguo Oeste; hagamos ruido para que al menos se diga que hicimos algo aunque no resolvamos nada.
Señor Arzobispo, no está usted en el ánimo del Palacio, ni de la Fiscalía, ni de Seguridad Pública. Su denuncia pública no mereció ni siquiera un tuit de consuelo, que al menos hubiera dicho lo sentimos. Imagínese siendo usted quien es y ni medio céntimo ofrecieron por quien informe sobre los agresores de su familiar. Que nos podemos esperar los simples y comunes mortales.
Por más que me resisto a la idea no puedo dejar de pensar si tanta indiferencia se debe a su postura como líder religioso, a su proclama junto con sus compañeros de que: “Es un deber de conciencia para el ciudadano no dejarse llevar por las apariencias, ni por quienes buscan comprar su voto a través de presiones o a cambio de dádivas o promesas de cargos políticos, o por la pretensión de perpetuar sin mérito a las mismas familias o grupos en el poder”.
Sería muy lamentable que también contra usted la tomaran por tamaña osadía, por su valor civil, por sustituir al Legislativo como contrapeso al Ejecutivo porque tiene un grupo mayoritario indigno, postrado ante el poderoso, por cumplir con su obligación de alertar y de orientar a sus ovejas. Sería muy lamentable.
Celebro con usted que su sobrino esté vivo aunque no le deseo a nadie que viva las secuelas que deja un hecho como el que le ocurrió, que muchas veces destruyen una vida para siempre.
Algunas veces le he hecho críticas o he disentido de usted, pero no dejo de reconocer el importante papel que juega junto con los demás obispos del Estado en la vida pública de Veracruz. No desista, no desistan. Ustedes son otro poder y ante la sumisión del Legislativo, son los únicos que con sus críticas y señalamientos pueden ofrecer y significar una tabla de esperanza y de salvación para todo el pueblo veracruzano.