Veinte días, sólo veinte faltan para que terminen las campañas. En veinticuatro más iremos a votar.
Dada la gran ventaja que le saca Andrés Manuel López Obrador a sus competidores, de acuerdo a las encuestas que se han venido publicando, casi doy por hecho que será el próximo Presidente de México.
Independientemente de mi condición de columnista enfocado sobre todo al tema político, no puedo despojarme de mi condición de ciudadano.
¿Me preocupa, como a muchos mexicanos, que gane AMLO? No. Para nada. Me ocupa sí en mi condición de periodista, y como ciudadano me preparo para enfrentar la nueva realidad que espera al país.
¿Me convence plenamente? No. Dudo que algunos de sus ofrecimientos los pueda cumplir aunque deseo vehemente que varios o muchos de ellos los pueda concretar para bien del país.
Pero no me cierro a la realidad y no me niego a reconocer que la inmensa mayoría de mexicanos quiere en verdad que gane. Por eso me ocupo de él con frecuencia porque guste o no es noticia.
A veces, aunque confieso que muy pocas, vivo lo que otros también con respecto a los lectores o a los críticos: hay quienes no quisieran que ni siquiera lo mencionara. Me han reprochado que lo haga. Como lo hago, soy lopezobradorista, moreno de partido (porque de color de la piel ya lo soy).
Hace días me sorprendió un familiar que vive en Coatzacoacos cuando le plantee que ante la muy baja posibilidad de que gane Meade, con quien simpatiza, haga uso de su voto útil y sufrague por el tabasqueño.
Su reacción fue como de miedo, de temor, sin duda alguna producto de la propaganda negativa contra AMLO, pero también porque se lo han infundido los dirigentes de un sindicato al que pertenece. Con una amplia explicación traté de aclararle las cosas y le pedí que estuviera tranquila.
El pasado 31 de mayo, Miguel Molina escribió una columna en Londres camino de Portugal a Ginebra, Suiza, o ya había llegado al país donde ahora radica.
Narró que en Portugal, por las cosas que fue a hacer, había estado a salvo de las campañas y de las guerras sucias “que han marcado las campañas. Cuando regresamos, todo seguía ahí”.
“Hablé con amigos y familiares: algunos están preocupados por lo que se viene, porque México se va a convertir en otra Venezuela, porque el país se va a volver comunista o socialista o lo que sea”.
Dijo que: “No hubo manera de convencerlos de que ninguna de esas cosas puede pasar, gane quien gane las elecciones. Tampoco hubo manera de que entendieran que el miedo es parte de una campaña para que todo siga igual. Me dijeron que soy lopezobradorista y poco faltó para que me colgaran el teléfono y me retiraran el habla”.
El martes pasado, Leo Zuckermann en su columna “Juegos de poder” escribió sobre el “Maldito maniqueísmo”.
Para él, el maniqueísmo (“Tendencia a reducir la realidad a una oposición radical entre lo bueno y lo malo”, dice el Diccionario de la Real Academia Española) ya ganó en este proceso electoral.
Dijo que ideológicamente está en contra de AMLO y apuntó otras cosas que no le gustan de él. El problema, explicó, es que como las ha expuesto, la fanaticada de Andrés Manuel no sólo lo considera parte de la “mafia del poder” sino también “vendido, chayotero y hasta traidor. Así me lo hacen saber cotidianamente”.
Pero también, oh paradoja, es objeto de críticas “por andar diciendo que es el candidato que tiene más posibilidades de ganar la Presidencia”. Recuerda que en noviembre pasado él fue uno de los cuatro fundadores de oraculus.mx, sitio especializado en elecciones en México (ya es un referente internacional).
Como parte de su objetivo se dieron a la tarea de compilar todas las encuestas serias de vivienda que se publican en el país y que siguen las regulaciones del INE. “Desde entonces, hemos compilado un total de 48. En todas y cada una de ellas, aparece López Obrador en primer lugar. En las más recientes, con un margen de victoria muy amplio”.
Expresa Zuckermann que como con base en ellas ha dicho que es el candidato con más probabilidades de ganar “resulta que… me critican de vendido, chayotero y traidor. Exactamente igual que los lopezobradoristas”. ¡Chin!
En mí caso, publico lo que pienso y creo además con base en mi experiencia de haber pasado 30 años en las entrañas del poder político y haber conocido a los que hacen las reglas políticas (y las violan), cómo piensan y cómo actúan y a qué intereses responden, así como a la información que obtengo por distintas fuentes que por estar adentro están bien enteradas o hasta participan en las decisiones.
Alan Riding, un legendario periodista que fue corresponsal en México entre 1971 y 1984 para The Financial Times, The Economist y The New York Times (a él le tocó cubrir el golpe de Echeverría a aquel Excelsior de Julio Scherer), que ahora vive en París, que confiesa que tiene “una fascinación, un amor, una obsesión por el país” y que aunque vive en Europa igual que Miguel Molina “no despega su cabeza de México”, se alista para venir a cubrir la jornada del 01 de julio.
En una entrevista que le hizo y publicó el diario El País el pasado 5 de mayo se recuerda que desde que se fue de México ha regresado como periodista para las elecciones de 1988, el levantamiento zapatista de 1994 o los comicios de 2000, en los que el PRI salió derrotado por primera vez en 70 años, y ahora medita viajar para el 1 de julio. “He tratado de volver en momentos claves y siento que este va a ser otro”.
Luego de expresar que no sabe si López Obrador tiene la capacidad de negociación que tuvo Lula en Brasil, que al igual que él llegó a ser Presidente luego de varios intentos, Riding declaró en relación a la seria posibilidad que gane AMLO:
“Siento que el momento de un cambio drástico que sacuda al sistema ha llegado. Quién sabe las consecuencias. Pero hay una lógica: después de tantos años de promesas de cambios sociales que no han llevado a nada, en los que la pobreza y la violencia siguen, se trata de probar otro modelo. No sé si lo tiene en detalle, pero la idea ofrece una alternativa. Si ganara el PRI o el PAN uno puede anticipar más de lo mismo. Su momento ha llegado. Habrá que ver si es una opción o México está condenado a lo mismo siempre”.
Creo que ni el mismo López Obrador sabe exactamente qué va a pasar, pero es indudable que la inmensa mayoría clama por un cambio y lo ve como una esperanza, que él por fin lo concretará en serio.
No sé si ya me contagió, pero soy de los que cree que un triunfo suyo con la consecuente llegada a la Presidencia, él sí, va a cimbrar a México y va a dar una sacudida al país como no se ha visto desde 1910. Eso creo. No sé las consecuencias, pero tomo provisiones, cualquiera que sean.
Como periodista, me apresto al comentario sobre lo que considero que va a resultar un hecho histórico: que llegue por primera vez a la Presidencia un gobierno de izquierda.
Coincido con lo que dijo Enrique Krauze en un artículo que publicó en El País el pasado 18 de febrero: “Si triunfa en las elecciones, defenderé su derecho a poner en práctica su programa social y económico, siempre y cuando lo haga respetando escrupulosamente el marco legal e institucional y el régimen de libertades que sostiene ese hogar común que… nos pertenece a todos. Ese hogar común que es México”.
Esa será la tarea en adelante. Exigirle que cumpla, recordarle sus ofrecimientos, reclamarle si se sale de los cauces del Derecho y la legalidad, pedirle cuentas. En tanto candidato que resultó un fenómeno de masas, y por lo tanto de interés periodístico, me continuaré ocupando de él. Es noticia.
Y como ciudadano, yo también deseo un cambio.
Viene Tatiana
El sábado, Tatiana Clouthier, la coordinadora de la campaña de AMLO, asistirá a una comida en Xalapa. Ya no dejan que se enfríe la plaza.
7 de junio; Yunes Linares
Declaró ayer el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares en Coatzacoalcos: “Yo no interfiero en la actividad de los medios, soy respetuoso me guste o no me guste lo que escriban, lo que pongan, les deseo a todos que tengan un muy feliz 7 de junio (Día de la Libertad de Expresión)” (alcalorpolitico.com).