Es pública desde hace mucho tiempo la conducta violenta y rayana a lo criminal del empresario José Abella García.
En este espacio se ha documentado en varias ocasiones la manera como este sujeto agrede a la menor provocación a quien se oponga a sus intereses, critique sus excesos o simplemente tenga la mala suerte de toparse en su camino, con una vulgaridad que además es fiel reflejo de su condición emocional e intelectual.
Experto simulador, ha buscado entrar a la arena a la política en repetidas ocasiones sin el menor éxito: perdió la elección a la presidencia municipal de Córdoba siendo candidato del PAN en 2010, fracasó en su intento por ser abanderado de Morena al mismo cargo en 2017, y va por el mismo camino en la actualidad, que contiende por una diputación federal bajo los colores del Partido Verde.
Advenedizo, se hace pasar por comunicador ya que es dueño de un periódico en la ciudad de Córdoba, al cual maneja como pasquín para descargar sus frustraciones sin la menor idea del quehacer periodístico, y desde donde incluso denuesta a periodistas. Recientemente, también adquirió una radiodifusora en el 98.3 de FM, “Radio Banana”, cuyo título de concesión es de uso público, y en donde según él se dedicará a “difundir la cultura”.
Quién sabe qué entienda por “cultura” un sujeto que en sus publicaciones en redes sociales se ha dedicado a agredir y sobajar mujeres, dando rienda suelta a una misoginia tan grande como su megalomanía, que lo lleva a creer que humilla a sus interlocutores presumiendo su inmensa riqueza, cuyo origen son los giros negros en la región central del estado de Veracruz.
Durante el sexenio pasado, el gobierno de Javier Duarte le puso una escolta de elementos de élite de la Secretaría de Seguridad Pública luego de un supuesto “atentado” a las oficinas de su periódico, y con los cuales gustaba de alardear las armas de alto poder que portaban mientras lo “cuidaban” al ir de cacería.
Su más reciente escándalo fue protagonizado, precisamente, por los “guaruras” que lo acompañan durante sus recorridos de campaña en el distrito de Córdoba. Al ser increpados por vecinos de una colonia antorchista a la que Abella se presentó, uno de los “guarros” sacó una pistola, cortó cartucho y le apuntó a las personas que tenía enfrente. A punto estuvo de provocar una tragedia.
Lo increíble es que en el lugar de los hechos se presentaron elementos de la Fuerza Civil del estado, perteneciente a la Secretaría de Seguridad Pública, que en lugar de desarmar y detener a los guardaespaldas de Abella, los protegieron para sacarlos del lugar.
Y es que Abella tiene una cercana relación con la presidente municipal panista de Córdoba, Leticia López Landero, operadora del yunismo panista en la región, quien a su vez es hermana de Tomás López Landero, que controla al Partido Verde en la zona, gracias a lo cual este hombre fue postulado como candidato a diputado federal.
Pero la de José Abella es una candidatura a todas luces criminal, en la que no ha tenido empacho en solicitar públicamente el voto del crimen organizado, a pesar de lo cual ninguna autoridad, ni política ni electoral, ha procedido en su contra o siquiera lo ha llamado a cuentas.
Y eso que juran que en Veracruz la justicia no está en “veda electoral”.
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