La guerra sucia trata de descalificar todo movimiento social, porque no conviene a los intereses del poder que es el gran protector de los verdaderos dueños del país y del estado.
La guerra sucia contra los movimientos realmente transformadores se intensificó con la llegada de un verdadero peligro para el México de desigualdades y corruptelas. Para ese México sí es un peligro personas como Andrés Manuel López Obrador, cuyo movimiento va más allá de un liderazgo social individual.
Esto lo demuestra el movimiento que, desde Veracruz, encabeza Cuitláhuac García Jiménez que se sube a la corriente política y social de Morena.
Es por ello que los intereses arraigados en el gobierno y en los centros de la élite tratan de impedir transformaciones reales.
La ola de violencia que azota a Veracruz, arraigada desde los pasados gobiernos del PRI y el actual del PAN, se ha convertido en el componente principal de la guerra sucia contra el candidato de Morena, Cuitláhuac García Jiménez, los medios han desvirtuando sus declaraciones con los empresarios poniendo a un candidato frío e inexperto.
Cuitláhuac, durante su acercamiento con el Consejo Coordinador Empresarial dijo que posiblemente el 60 por ciento de los cuerpos que se han hallado en Colinas de Santa Fe pertenecen jóvenes menores de 30 años, quienes podrían haber formado parte de la delincuencia por falta de oportunidades.
Es en la falta de oportunidades donde surgen las desorientaciones de los jóvenes, que siempre cristalizan los gobiernos del estado.
Opinó que los jóvenes ingresan a las filas de bandas organizadas debido a la crisis que existe en la entidad, sin embargo, no testificó de manera porcentual que los encontrados ahí eran delincuentes como en los medios han querido descalificar.
Alegaba que el gobierno ha explotado la inseguridad que sufre Veracruz para atrapar a presas fáciles que son los jóvenes debido a que carecen de oportunidades y tienen que salir de zonas rurales a las zonas marginales de las urbes, en donde hay drogadicción, pandillerismo y delincuencia juvenil como en Xalapa, que tiene el récord de pandillas.
Hace tres años había una que otra pandilla en la capital del estado; podía transitarse a cualquier hora del día y de la noche por Xalapa, ahora para el que se arriesgue la vida le va de por medio.
Xalapa era la ciudad de los jóvenes por excelencia, de los estudiantes, de los catedráticos, los jóvenes con alto grado de estudios, de la gente pensante no solo del estado sino de entidades vecinas que llegaba a esa ciudad ante el alto nivel académico de sus aulas y los conocimientos de sus maestros.
Ahora, la comunidad universitaria se ve amenazada ante la inseguridad que priva donde los jóvenes tienen sus espacios habituales. Y son los jóvenes quienes se convierten en carne de cañón de la delincuencia de todo tipo pero también el insumo principal de la guerra sucia que se prepara desde hace años contra los auténticos movimientos sociales y que tiene en la figura de los jóvenes y los académicos el principal campo de batalla.
Es por esto que el incidente de la tergiversación de las palabras de Cuitláhuac García debe ser tomada como ejemplo de la guerra sucia orquestada desde los más altos niveles de gobierno estatal y federal.
Saben que García Jiménez va adelante en las encuestas y deja cada día más lejos al heredero del trono. Pero también en la escena de los desaparecidos se encuentran en su gran mayoría jóvenes.
Las osamentas no pueden arrojar en el momento mismo del hallazgo la edad, aunque sus ropas puedan dar cuenta de ciertas características. Pero aquí todos los factores involucrados están en juego.
Porque desde el momento en que se dijo que Cuitláhuac había criminalizado a las víctimas, entraba en escena el factor jóvenes, que son quienes más lo apoyan, y el factor catedráticos, que son la parte más crítica de la sociedad y también están con el joven maestro.
Es decir, al afirmar que Cuitláhuac dijo que el 60 por ciento de los desaparecidos pertenecían a la delincuencia se le intentó descalificar de pies a cabeza. Ahí estaban reunidos los símbolos del propio Cuitláhuac, su fortaleza y su impulso hacia la gubernatura.
Incluso, ante la insistencia de algunos medios que insistían que sí lo había dicho, Cuitláhuac ofreció disculpas a los familiares de los desaparecidos durante los últimos sexenios.
La desesperación por perder en las preferencias electorales a pesar de tener todo el aparato del estado en favor del hijo del gobernador, es decir, el heredero del trono. Se han tomado recursos materiales, económicos y humanos para apoyar a un candidato desdibujado, que todos saben lo que va a decir, y se adivina a quién defiende. Es decir, si Yunes Márquez repite siempre lo mismo sabremos también los intereses que protege. La guerra sucia no tiene límites pero tampoco la conciencia de los veracruzanos que saben perfectamente donde empieza la batalla de mentiras y donde la verdad.
La guerra sucia retoma elementos de la realidad cuyos significados se asocian con la persona agredida. Se basa en un mecanismo real para asentar mentiras que dañan, que desestabilizan, de ahí que en los primeros años de la guerra sucia contra López Obrador, le funcionó. PEGA Y CORRE.- El gobierno de Veracruz cada vez que quiere reflectores ofrece cinco millones, ya lo hizo por informes prestados sobre pistas del ex fiscal de la entidad, ahora lo hace por la proporción de datos que lleven a la captura de Roberto de los Santos de Jesús, alias “El Bukanans”, líder de una banda de huachicoleros. Se habla mucho de que esos millones reflejan la ineficacia de la justicia veracruzana, porque nadie los ha visto, no existen y cuando alguien ofrezca datos, seguramente será un prestanombres de alguna muy alta autoridad del estado que se embolsará esa cantidad. Lo cierto es que cada vez que esos cinco millones se ofrecen se anuncia también una nueva impunidad estatal… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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