El “cambio” que supuestamente llegó a Veracruz con la alternancia partidista en el poder ha sido, sin asomo de duda y por decir lo menos, un rotundo fracaso. Aunque el de “engaño” es un epíteto que también le acomoda a la perfección.
En los hechos, el régimen que asumió la gubernatura el 1 de diciembre de 2016 en medio de una gran expectativa ciudadana ha defraudado la misma, al ser incapaz de revertir situaciones para las que se dijeron preparados, incluso expertos, como el clima de violencia que permea y se extiende como una hiedra por todo el territorio veracruzano.
En los últimos días, se han registrado en Veracruz asesinatos de alto impacto, como el de otro comandante de la Policía Federal, al cual esta vez no se le hicieron homenajes marciales ni se ofrecieron recompensas por la captura de los homicidas.
Los enfrentamientos y los hechos sangrientos siguen a la orden del día. Tan solo este martes 22, en el municipio de Tecolutla, al norte de la entidad, aparecieron tres cabezas humanas cercenadas, acompañadas de mensajes amenazantes. Ajustes entre delincuentes, minimizaron las autoridades.
Casi simultáneamente, en el municipio de Tezonapa, en la muy violenta zona central del estado, se registró una balacera en la que dos enfermeras resultaron heridas por el fuego cruzado. Aquí ya no pudieron utilizar la misma excusa, pues la población civil fue afectada directamente por la inseguridad.
Aunque la ciudadanía siempre resulta lastimada, de una u otra manera, pues la violencia descompone por completo la convivencia comunitaria en armonía, aleja la inversión y destruye la economía, generando en consecuencia más violencia. Un círculo perverso que se dejó crecer en el estado, a pesar de que prometieron exactamente lo contrario. Y después, tacharon a los veracruzanos de “ingenuos” por creerles.
La economía tampoco va bien. Por todas las ciudades medias y grandes del estado proliferan los negocios vacíos, las casas en renta, y la ausencia de circulante y de empleos dignos son parte de una realidad que agobia a las familias. En el campo, el hambre obliga a las personas a emigrar o a convertirse en sembradores de droga.
La pobreza también avanzó. De acuerdo con la última medición del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), existen cinco millones 49 mil 500 veracruzanos en esta situación. Y en lugar de instrumentar algún programa para al menos intentar mitigarla, el gobierno estatal panista se dedicó a lo mismo que han hecho históricamente los priistas: al asistencialismo ramplón a través del reparto de despensas y apoyos paupérrimos con los cuales lucrar electoralmente.
En materia de respeto a la libertad de expresión y de prensa no hay diferencia tampoco. Siguen asesinando y agrediendo periodistas en Veracruz. Ninguno de los cinco homicidios de reporteros registrados durante este bienio ha sido aclarado y mucho menos los asesinos detenidos. A los periodistas críticos los intimidan con amenazas de entrometerse en su vida privada, mientras los nuevos textoservidores los agreden con embustes y ridiculeces, creyéndose calamares cuando en realidad son como los camarones, que almacenan su excremento en la cabeza.
El régimen que se publicita –y ahora sí, con la chequera abierta- como del “cambio”, lo único que presume es la persecución y la captura de algunos de los sátrapas duartistas. Pero se cuelga logros ajenos, como el de Javier Duarte, que aun cuando fue encarcelado por el Gobierno Federal aquí se alardea de su captura, mientras que en otros casos se hace de la vista gorda y mantiene pactos de impunidad con varios más que deberían estar también en una celda.
Ese es el “cambio” al que dicen que quieren darle continuidad en Veracruz.
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