* Difunde plan de seguridad para Veracruz * Fidel y el Cártel del Golfo * Duarte y Los Zetas * Los votos de Margarita * Para qué revivió Tercer Grado * Renato y la ofensa a Tania * Y la candidata de Morena no supo responder * Conrado Navarrete: de los Guízar al yunismo azul
MUSSIO CARDENAS ARELLANO
Publicada en mussiocardenas.com
18 de mayo de 2018
Por ahí, en algún callejón del sistema, Pepe Yunes perdió la memoria, la brújula y algo más. Olvida que el baño de sangre, la colusión del gremio criminal con el aparato policíaco, la instauración de Veracruz como un narcoestado pasa por Fidel Herrera, por Javier Duarte, por Peña Nieto, por lo más granado del PRI.
Tribuno omiso, se guardó desde el Congreso estatal y luego en el Senado los nombres de los cómplices políticos del crimen organizado, el récord de las víctimas, la visión del drama que iba lacerando a la gente de bien, las escenas de cuerpos mutilados o molidos a golpes, esparcidos en campo y ciudades para ir gestando la pesadilla de horror de la que no despierta Veracruz.
Ni una condena a Fidel Herrera cuando era público el ascenso del Cártel del Golfo en el régimen de la fidelidad y más tarde la creación del santuario de Los Zetas.
Ni un deslinde a tiempo, ni una réplica severa a Javier Duarte aún viendo el crecimiento de Los Zetas y la llegada del Cártel Jalisco, y a la policía estatal postrada a sus pies, o a la Procuraduría y al fiscal Luis Ángel Bravo en la faena de la desaparición forzada.
Lo suyo fue pecado de omisión.
Hoy que busca ser gobernador, Pepe Yunes receta un proyecto de seguridad de grandes alcances, algo de refrito y que elude lo medular: el clan priista que abrió las puertas de Veracruz a la violencia.
No politizar la seguridad, repite el candidato del PRI.
No politizarla “porque se trata de vidas, de experiencia, que trae repercusiones en materia comercial y económica”.
Su diagnóstico pasa por las cifras que no citaba ni aludía en sus días de diputado fiel ni en los tiempos de senador duartista, cuando el régimen priista detentaba el poder.
Fidel Herrera dejaba correr a Los Zetas y amordazaba a la prensa maiceada para evitar que permeara la evidencia de que Veracruz había trascendido del rinconcito que arrullan las olas del mar a su condición de narcoestado brutal.
Y Javier Duarte permitía el baño de sangre, las ejecuciones, el secuestro, al tiempo que su policía de élite operaba para los cárteles o suplantaba a los cárteles, entregaba a los levantados a los sicarios o actuaba como sicarios, el escenario de la desaparición forzada.
Veracruz, reza Pepe Yunes en Coatzacoalcos, al exponer su plan de seguridad si llega a gobernador, es un caos de violencia.
“Es el quinto estado en homicidios dolosos —acusa el candidato del PRI—. Se efectuaron mil 641 durante 2017, un aumento del 30 por ciento, según el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Es el segundo estado con más feminicidios, tiene ya dos Alertas de Género declaradas, se incrementó 24 por ciento con 72 mujeres que por el solo hecho de serlo, fueron violentadas y asesinadas.
“Es el segundo estado con más secuestros: 172 en 2017, año en el que incrementó 21 por ciento. Es el quinto estado con más extorsiones: 424 en 2017, incrementó 120 por ciento. Es el primer estado en robo de ganado. El abigeato le cuesta sólo a la zona norte 240 millones de pesos; en la zona sur, más de 10 mil cabezas de ganado en sólo 663 denuncias”.
Veracruz Puerto, apunta Pepe Yunes, es primer lugar en homicidios dolosos.
Coatzacoalcos es segundo en secuestro y en robo de vehículos, y sexto en robos a casa habitación.
Su plan de seguridad contempla un Mando Policial Estatal Unificado ala homologación salarial. Los policías estatales ganarían el mismo salario que los federales. Se incrementaría el número de efectivos a 22 mil.
Orbita la propuesta del candidato del PRI en el factor financiero: rescatar 10 mil millones del presupuesto para adquirir cámaras de videovigilancia, contar con los centros de comunicación e inteligencia C4 y C5, donde se concentre la inteligencia policial, crear unidades especializadas de respuesta inmediata, “rediseñar con eficacia la aplicación de botón de alerta ciudadana digital e instalar botones de alerta ciudadana físicos en zonas estratégicas”, “etiquetar y aumentar el presupuesto de la Fiscalía General del Estado, perseguir el dinero del crimen organizado, capacitación en el nuevo sistema de justicia penal, análisis de los errores y profesionalización de la trilogía investigadora (policía científica, peritos y fiscales)”.
Se compromete a cumplir con las recomendaciones establecidas en las Alertas de Violencia de Género, relanzar la coordinación estatal especializada en delitos de género, a poner en marcha las agencias regionales de género, y a tomar con seriedad este fenómeno; bloquear señales de teléfono celular en los penales para combatir la extorsión, y crear unidades para mitigar el abigeato.
“Yo no voy a politizar —dice Pepe Yunes—, nunca lo he hecho, el tema de la seguridad, porque se trata de vidas, de experiencia, que trae repercusiones en materia comercial y económica. Lo que hay que hacer es resolver. Y lo que no voy a hacer en ningún lugar es irresponsablemente decir lo que ustedes quieren escuchar, para ganar un voto. Yo nunca los voy a engañar”.
Visión miope la de Pepe Yunes pues la violencia que devora a Veracruz nace de un embrión político.
Quienes han detentado el poder, los Fideles, los Duartes, los Yunes rojos, la casta mayor del PRI tienen culpa y tienen vínculos con las bandas y los capos, los enlaces financieros, los lavadores, los que operaron la desaparición forzada y los que gestaron el escenario de complicidad.
Sin el PRI, el reinado de los cárteles no habría podido cuajar.
Fidel Herrera tuvo en el C4 a Arturo Bermúdez Zurita y luego lo heredó a Javier Duarte. Y así el falso general dominó la Seguridad Pública, y desde ahí se encubrió al crimen organizado, y se protegió su actuación, el agravio a las víctimas, el levantón, la desaparición de miles, los cuerpos mutilados, desechos en ácido, hallados en fosas clandestinas.
Bermúdez Zurita enfrenta hoy cargos por desaparición forzada, enriquecimiento ilícito, abuso de autoridad. ¿Y en sus días de poder qué dijo el PRI?
Fue el táctico de Fidel Herrera en el espionaje y la inteligencia. Fue el secretario de Seguridad de Javier Duarte, su gente implicada en levantones de halcones, tortura, asesinado y desaparición de cuerpos, que derivó en una treintena de órdenes de aprehensión, vinculación a proceso, un tema lesa humanidad.
Miles perdieron la vida o no se les volvió a ver. A miles los buscan hurgando en la tierra, luchando por romper los esquemas caducos de identificación de cuerpos.
Dice Pepe Yunes que él no politiza la seguridad.
Y cómo hacerlo si el mismo Pepe Yunes y su “tío” Héctor Yunes Landa, al alimón candidatos a senadores, un día se vieron con el narcoempresario Francisco Colorado Cessa, alias Pancho Colorado, dueño de ADT Petroservicios, luego implicado en lavado de dinero de Los Zetas, vía la compra de caballos cuarto de milla para los capos de ese cártel, los Treviño Morales; muerto en prisión mientras cumplía una condena a 20 años en una cárcel de Texas.
Una conversación telefónica entre Pancho Colorado y su hijo desde prisión, según la transcripción del penal de Bastrop, Texas, los cita como intermediarios para obtener contratos de obra, previo envío de “hieleras”.
Fidel y Duarte compartieron el poder con el crimen organizado y no hubo una voz que al interior del PRI los increpara, ni los Yunes rojos, ni Peña Nieto, ni los priistas con poder.
Brutal, pues, la violencia en Veracruz tiene origen político. Motiva pactos, arreglos, silencio, justicia a modo e impunidad.
Quizá por ello Pepe Yunes prefiere olvidar.
Archivo muerto
Ya se sabe para qué renació Tercer Grado. No fue para tender puentes hacia López Obrador, su primer entrevistado, arrancando expresiones erróneas de las hordas pejistas que se congratulaban —y se mofaban, faltaba más— de la docilidad de Televisa, de la suavidad de los Dórigas y los Loret, las Denise y los Zuckerman, la mesura de los Riva Palacio y los Delgado, de quienes decían que ya veían al dueño de Morena como el nuevo presidente de México. Con José Antonio Meade fueron igual de recatados, nada puntillosos, dejando que el candidato del PRI se moviera en su ambiente. A Ricardo Anaya le sirvió para mostrar potencial y habilidad. Tercer Grado, el espacio de Televisa que concentra la voz de sus líderes de opinión, es la vitrina donde el TUCAM —Todos Unidos Contra Andrés Manuel— inicia el último esfuerzo para impedir que el líder de Morena pueda ganar la elección del 1 de julio. Margarita Zavala renuncia a seguir. No le llama “declinación” pero tácitamente lo es. No carga su intención de voto hacia Anaya o Meade, pero sí deja en claro su animadversión a Andrés Manuel López Obrador, los agravios, los acres señalamientos a Felipe Calderón, el discurso del odio, las culpas de la mafia del poder. Sin decirlo, sin admitirlo, Margarita Zavala manda a su base electoral —si acaso un raquítico 2 por ciento de intención de voto— a sumarlo a Anaya o a Meade, así diga que no, que deja a cada quien la decisión de votar en total libertad. A 45 días de la elección, la polarización de la preferencia electoral va dejando sólo dos nombres: el Dios Peje y Ricardo Anaya. AMLO con su 32 por ciento real —no los 46 que le atribuyen los sondeos proLópez Obrador—, va a terminar enfrentando al bloque donde se suman los 20 puntos de Anaya, 14 de Meade y 2 de Jaime Rodríguez, “El Bronco” —cifras de Mitofsky—. Pudo Margarita Zavala enviar un boletín de prensa o difundir un video con su renuncia a la candidatura independiente, pero no. Prefirió la vitrina mediática que es Televisa. Por su audiencia, Tercer Grado es el escenario a modo para capturar el voto útil y el voto que será dirigido por las estructuras priistas a favor del candidato de la alianza Por México al Frente. Si les cuaja, López Obrador estaría primera vez en riesgo de perder. Algo así como “me acosté presidente y me levanté derrotado”. El fantasma de 2006… Patán de marras, Renato Tronco también es torpe para recular. No sabe —le dijo a la candidata de Morena, Tania Cruz— “lo que hace mi lengüita”. Y “no sabe Tania lo que mi lengua es capaz de hacer”. Y en ese nivel se meneó el primer debate de candidatos a la diputación federal por Coatzacoalcos, a un lado las propuestas. Sonrieron sus adversarios, Fernando Baños, del PRI, y Sebastián Reyes Arellano, de Nueva Alianza. Pudieron alzar la voz, exigir respeto a una apoltronada Tania Cruz que literalmente no supo qué responder. Sumida en su asiento, su mirada reflejando angustia, irritación, incredulidad. Callada, letalmente callada. Y las risas de los asistentes, entre estudiantes de la Universidad Istmo Americana, en cuya sede se realizó el “debate” y la porra de los contendientes. Vulgar y corriente, el candidato de la alianza Por México al Frente, el dos veces alcalde de Las Choapas, dos veces diputado local, empoderado por Fidel Herrera, el que siendo gobernador le armó lo del crimen del regidor Alfredo Pérez Juárez, Renato Tronco mostró de qué barros y qué piedras está hecho. Mínimo, Tania Cruz debió retirarse, mostrar dignidad y advertir que de ahí acudiría a denunciar violencia de género político y no dejar que sea la bancada de Morena en el Congreso de Veracruz quien condene el hecho. Sin denuncia no hay acción legal. Horas después apareció el Renato que tira la piedra y esconde la mano. Diría que la gente lo mal interpretó, que no hubo doble sentido, que su lengua será la que revele qué rol jugó Mónica Robles de Hillman, matriarca del Clan de la Succión, patrona de Rocío Nahle García, hoy aspirante a senadora por Morena, y de Tania Cruz, en sus días legislando a favor de la causa duartista. Agraviando y reculando el Señor de los Muertos. Hasta en la cobardía haya que tener gracia… De la vieja escuela de los Guízar, Conrado Navarrete embauca al yunismo azul pregonando que con su talento electoral puede ganar. Aquel que fue incapaz de vencer en su propia elección, cuando quiso ser diputado local por Coatzacoalcos Urbano bajo las siglas del Partido Encuentro Social, hoy es operador de Miguel Ángel Yunes Márquez. En dos décadas, apenas si vio ganar a Gonzalo Guízar en 2003, año en que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le regaló la diputación federal, pues era inelegible ya al tramitar y no recoger su credencial de electoral quedó fuera de la lista nominal, requisito para contender. Fuera de ahí, a Conrado Navarrete le tocó llorar las derrotas de Gonzalo. Todavía en 2013 fue candidato a regidor quinto en la planilla panista con la que Guízar Valladares contendía por la presidencia municipal de Coatzacoalcos, y que perdió ante el priista Joaquín Caballero. En 2016 fue candidato a diputado local por el PES. Y ahora lo cacha el equipo yunista en Coatzacoalcos, creyendo que su estrategia electoral algún día ha funcionado. Y sin checar que Conrado Navarrete aún mantiene fuertes ligas con el Clan Guízar. ¿O será que no están enterados que el PES y los Guízar hoy están en la ruta de Morena, con el Dios Peje López Obrador y tratando que barrer con el yunismo azul?. Eso de vivir en Bavaria está cañón…
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