Margarita: retirándose ganó

El 11 de marzo del presente, por la tarde, Margarita Zavala Gómez del Campo, arribaba a las instalaciones del Instituto Nacional Electoral (INE) para registrarse como candidata independiente a la Presidencia de la República.

Cinco meses antes, para ser exactos el 6 de octubre de 2017, habría entregado su renuncia al Partido Acción Nacional, y lo hizo con plena consciencia de que las cosas en el PAN estaban cada vez peor, derivado de la actuación “tirana” de Ricardo Anaya al: “desplazar liderazgos respetables, coptando a todos los órganos de su partido a favor de él y entregar las decisiones del PAN a otros, cancelando con ello la vida democrática y la participación ciudadana en este partido”, como así ella lo expresara. Y le dimos muchos y muchas la razón, porque para nadie es novedad la forma en que históricamente y en el presente, se discrimina aun a la mujer en ese partido.

Seguramente para Zavala no fue fácil hacerlo, ya que hasta ahí quedarían 33 años de militancia y también los de su esposo el expresidente de la República Felipe Calderón, que se retiraría de ese partido 5 días después.

Por ese motivo la ex panista, fuera ya de lazos partidistas,  decidía jugar su candidatura a la Presidencia de la República por la vía independiente y se abocó a respetar las nuevas normas del INE, procediendo a la búsqueda de los seguidores. Y logrando registrar sus firmas, reunió 450 mil firmas que fueron validadas en el INE el 29 de Marzo pasado, al haberlas cruzado con el padrón nacional y verificado en su autenticidad.

Sin embargo en este último punto, la autenticidad, aunque dejó mucho que desear en la actuación de los candidatos independientes—todos–, al encontrarse supuestas irregularidades en miles de firmas que fueron registradas en las madrugadas, lo que a expresión del Consejero Ciro Murayama sugería que era  “una suerte de talleres de maquila de apoyo falsos” , lo que las hacía poco reales porque los votantes normalmente responden en horas hábiles, y toda vez que el caso de ella, fue refutado por el propio representante del PAN en el INE de que el 45 % de sus firmas eran falsas—por órdenes de Anaya por supuesto–, la candidatura de Margarita, fue validada de acuerdo al dictamen de la Sala Regional Especializada y registrada ante el INE el 11 de marzo pasado.

Y ahí empezaba la historia de una candidata a la Presidencia de la República, primera formalmente registrada de manera independiente y, la séptima en la historia de nuestro país.

Empezaba cuestionada, pero aun así se llenó de valor para vencer esas limitantes y poder iniciar su campaña declarándose “candidata del pueblo”,  armando equipos,  caminando y acercándose a las bases,  como debe ser. Se sintió siempre segura de su perfil y de su vocación de servicio: abogada por la escuela libre de derecho de la UNAM. Académica desde hace 25 años en la carrera de derecho del Colegio Asunción de la Cd De México, ex legisladora en la entonces Asamblea del DF, ex diputada federal y primera dama en el sexenio 2006-2012. Todo ello, confiaba, podía favorecerle y lograr su sueño: ser la primera Presidenta de México.

Pero las cosas no resultaron tan bien. Por una parte, todo hacía suponer que podía avanzar sin necesidad de tener una sigla tras de ella y por otra parte que, podía contar con la capacidad económica de su marido—que finalmente más que ayudarle le perjudicó–, sus relaciones y con las simpatías logradas  cuando fue primera dama. Pero no fue así. Su voto duro se quedó en las 450 mil firmas y de ahí avanzó a cuentagotas.  Finalmente solo alcanzó el 3 o 4 % de las simpatías, incluso se hablaba que en las últimas semanas había decrecido esa intención por lo que todo parecía indicar que su destino era la derrota. De ahí su decisión de retirarse.

Y lo formalizó el pasado 16 de mayo, aunque lo que quería lo logró: “estar en la boleta” porque su nombre aun saldrá en la misma, aunque con la salvedad , de que hoy quien marque su nombre el 1º de Julio próximo, sumará un voto nulo.

Zavala dejó claro que el motivo de su retiro era la inequidad. Y en parte tuvo razón. Ella se enfrentó a un ejercicio político electoral nuevo, hoy formalmente reconocido: las candidaturas independientes, que aun resultan inequitativas en relación a lo que los partidos políticos reciben en prerrogativas, habiendo o no campañas. Que por cierto, es dinero que pagamos los mexicanos y que algunos partidos –especialmente los más recientes–no lo utilizan para lo que es: formación ideológica, la capacitación político-electoral y el acercamiento a las bases en el plano de la gestión, sino que los utilizan para promover su imagen y proyecto personal de manera permanente, gastando el dinero,  como lo ha venido haciendo un candidato en la contienda que lleva 20 años viviendo de los partidos políticos por los que en el pasado militó y hoy el propio, que le deja muchos miles de millones de pesos que van directamente a su bolsillo y la de sus allegados. Lo que más que alabarle, debiera de tomarse como una ofensa a los  que lo siguen y a todos los mexicanos.

Pero existe otra razón que afecta a los candidatos independientes y que persiste en la cultura del votante: apegarse aún a los partidos políticos, más que por convicción por conveniencia; principalmente cuando la Ley electoral de este país, sigue permitiendo la existencia de un sinnúmero de éstos, —ahora siendo más los minoritarios que los mayoritarios–, que no representan a nadie, que se convierten en rémoras de los más grandes y finalmente engrosan el gasto nacional en materia electoral y hace que los candidatos independientes no reciban el mismo trato, lo que debe revisarse en adelante para que la democracia en el país realmente se perfeccione en este rubro y se enriquezca.

Pero regresando al caso de Margarita Zavala, aunque algunos piensan que su esfuerzo debió seguir hasta el final, como así lo hicieron: Rosario Ibarra de Piedra (PRT-1982) y (PRT-1988), Cecilia Soto González (PT-1994), Marcela Lombardo Otero (PPS-1994), Patricia Mercado Castro (PSD-2006), Josefina Vázquez Mota (PAN-2012), que en su momento lucharon, se arriesgaron, llegaron hasta el final y aun perdiendo en la competencia ganaron un lugar en el espacio de la participación política de las mujeres mexicanas hacia la consecución de la primera magistratura del país, habría de entenderse también que no fue fácil para ella cargar con la lápida de su marido, que se quiera o no la debilitó desde el inicio, teniendo que soportar los ataques que no eran a su persona,  sino a los resultados de la gestión del expresidente de México.  Pero aunque ella siempre lo supo,  corrió los riesgos.  Por eso es meritorio el esfuerzo de Margarita, que será recordada como una mujer valiente, arriesgada y coherente.

Y nosotras como mujeres, no podemos dejar que pasen desapercibidos esos esfuerzos, porque sólo así, en el pasado, se pudieron  romper tabúes, estigmas, prejuicios y retos, haciéndose realidad las garantías jurídicas, sociales, culturales y políticas de las que hoy las mexicanas gozamos. Aunque el reto es que les lleguen a todas por igual en el presente.

Así mismo, aunque hoy tampoco se ha logrado que una mujer mexicana gane el honroso lugar de llegar a convertirse en la primera Presidenta de la República,  el esfuerzo de todas quienes lo han intentado es de reconocerse porque ellas allanan el camino hacia esa meta. Estoy segura que México en un futuro lo logrará y será grandioso el día en que ese sueño se haga realidad.

Gracias y hasta la próxima.

 

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