EDITORIAL DR. CARLOS BRAVO M. 10-5-18
“FELICIDADES MAMÁ”
Hoy es un día especial pues se celebran a las mujeres como tu, y lamento estar tan lejos como para darte un abrazo y acariciar tu pelo que tanto cuidas para que no se vean las canas que seguro platean tu cabeza. Cuando pienso en ti, lo que es bastante seguido, vienen a mi mente mil recuerdos de esa infancia tan lejana y pienso “Qué gran mujer eres”, no cualquiera hoy día se faja las naguas para tener y criar a 8 chamacos traviesos, inquietos, tragones pero eso si obedientes ante la presencia de la cuchara molera y la chancla voladora con muy buen tino.
Si, gracias a que fuiste una de esas malas madres como la mayoría de antaño, es que ninguno de tus hijos salió delincuente, drogadicto, pendenciero o desobligado, y tampoco ninguno necesitamos sicólogo para quitarnos los traumas del supuesto maltrato infantil que hoy tanto proclaman sicólogos, maestros, pedagogos y orientadores familiares. Estoy convencido y eso me lo enseñó un renombrado maestro de pediatría en mi paso por el Centro Médico Nacional, que un par de nalgadas a tiempo, evitarán berrinches, pataletas y muchas horas de sicólogo después.
Si, eras estricta para enseñarnos las normas dentro y fuera de casa, el respeto a los mayores, las reglas para comer, la hora de dormir, el tiempo para jugar y hacer tareas, ah, pero también tenías tiempo para jugar a la gallina y sus pollitos, escondidas, adivinanzas y tantos otros juegos en los que participábamos en principio los 5 mayores y después los otros tres, aunque a mi ya no me tocó convivir tanto con ellos por la escuela y la edad. Como recuerdo tus cuentos, que muchas veces no eran de hadas y princesas, aunque también contaras de ellos, pero nos gustaban más los de la llorona, aparecidos, los de la inundación de Cempoala y el correr a las pirámides, las anécdotas de Manuelote el Barco, del Chilolo, de Pepe el Bruto, el chile seco y tantos personajes de Cempoala tu querido terruño al que viajábamos con suma frecuencia al igual que ésta querida Xalapa, para visitar a las bisabuelas, tías abuelas primas y los amigos tuyos y de papá.
Cuantas veces fuimos al río a pescar huevinas y guapotes, a sacar camarones bajo las piedras y después saborear el caldo que nos hacías.
No dejo en el tintero las caras de terror que poníamos mis hermanos y yo cuando nos decías -los veo muy descoloridos- tras de lo cual venía el jugo de naranja con aceite de ricino y las pastillas desparasitantes, sin meditar que éramos cinco y solo había un baño.
En fin, escribir sobre ti, sería hacer un grueso libro, pues a tu edad no se te acaba el ingenio y el humor, la dulzura y el amor con los que nos diste educación, cariño, disciplina, honradez y respeto, pero sobre todo nos enseñaste a ser hombres y una mujer de bien, productivos y responsables.
Se que muchos contemporáneos me dirán, que mamás como tú, había muchas en tus tiempos, pero para mí, tu eres la mejor pues eres la que me toco, por eso, y mucho más, gracias Mamá y felicidades en tu día.