Cuando un candidato se excede en confianza y después de repuntar cae en la línea estándar, corre el riesgo de perder. Y esto se debe a dos factores principales: 1) el exceso de confianza que hace que se descuiden factores valiosos y 2) cometer errores garrafales por el nerviosismo.
- En el primer punto, el descuido de AMLO siempre se ha debido a factores electorales y factores personales. Los factores electorales se centran en la falta de estructuras, es decir, siempre le falta gente para cuidar casillas porque sus allegados surgen de la espontaneidad y no de la organización. Y personales, porque su perfil vulnerable aflora cuando ve que no avanza o se ve perdido y ya no puede controlarse.
- El segundo, al cometer errores, sea por nerviosismo o porque la persona llega a su límite, hace que empiece a demostrarse tal cual es, y se descubre más en sus debilidades que sus fortalezas. Especialmente si la imagen se ha apuntalado a partir de cifras y datos falsos, porque entonces al ser descubierto en sus mentiras, la verdad sale a flote y la sociedad se decepciona cayendo todo por su propio peso.
Y eso le ha pasado a Andrés Manuel en otras elecciones y en esta le puede volver a suceder. Nuevamente le ha apostado como estrategia para sumar adeptos durante muchos años al rumor, la falsedad, la intriga, atacando a todo aquel que le represente un enemigo político, y aparentemente le ha funcionado; y digo aparentemente, porque pese a todo lo que ha movido en memes, spots descalificadores, equipos de agresión en redes y campañas anticipadas desde 10 años antes de este proceso, también tiene enemigos políticos y contrincantes que en esta elección en los siguientes días le podrían pisar los talones e incluso rebasarlo.
Hay una gran parte de la sociedad que no coincide con AMLO, ni con su proyecto y menos en la forma en que se comporta frente a la gente. Hay un porcentaje de la misma que está cansada de verle, su figura también está saturada. Se ha publicitado mañosamente hace más de una década y esa saturación puede afectar también a sus candidatos a diputados y senadores de su partido, porque como son ilustres desconocidos que le apuestan a montarse en la imagen de su líder, al ya no impresionar pueden ser simplemente nulificados. Igualmente el discurso descalificador ya cansa y el que adopte una posición mesiánica, en donde un día convoca a la rebelión y al otro día habla de paz y amor, lo dibuja en su incongruencia y la gente ya no le cree.
Es cierto que con esos altibajos emocionales se ha ganado a un cierto tipo de público, pero no a todos, porque así como algunos le siguen, otros lo rechazan.
En esta ocasión, ha cometido ciertos errores: a) ya se le descubrió que las respuesta rápidas y ofensivas en las redes están manipuladas por empresas nacionales y extranjeras para atacar a quien hable mal de él o hable bien de cualquier otro partido diferente al suyo, y que ya han sido neutralizadas por sus opositores . b) hoy no tiene al PRD como aliado, paradójicamente éste va aliado con la derecha y con todo contra él. c) su asociación con figuras cuestionadas y con historial delictivo, no concuerda con el discurso de honestidad y, d) seguro que los poderosos personajes que mueven los grandes capitales de México que hoy están con él, cuando empiecen a ver que los errores de AMLO le hacen disminuir en simpatías y sus capitales estén en riesgo, entonces pueden salir huyendo en los siguientes días o dejarlo solo.
El hecho de que el señor López arrastre con él voluntades viscerales, enojadas, resentidas o frustradas, no quiere decir que éstas puedan ser suficientes para ganar una elección de Presidente de la República. Por eso desde hoy ya está preparando toda esa faramalla y tramoya para que, de no ganar, se dé por robado nuevamente y entonces –según él–, suelte al “tigre” y “a ver quién lo doma”. Ese tigre que él ha alimentado de rabia desde que estaba con sus huestes del PRD allá cuando iniciaba en sus pretensiones para ser Jefe de Gobierno en el año 2000. Tiene 18 años de estar inyectando veneno aprovechando la resistencia y enfado de la ciudadanía.
Pero hoy queda claro que no toda la gente que muestra enojo justificado y que se manifiesta contra los malos gobiernos o contra funcionarios corruptos y rateros del erario público, es exclusiva de la gente de AMLO. Porque la demanda de transparencia y de gobiernos responsables y honestos, es una demanda de la sociedad en su conjunto, y no necesariamente del partido en donde él milita.
Pero, ¿Porque AMLO no ha sido honesto con la sociedad en el tema de la corrupción? Hay que recordar su gestión en la CDMX cuando fue Jefe de Gobierno, fue un desastre. Sus colaboradores salieron forrados de dinero, encubrió las cuentas de los segundos pisos del periférico construida con recursos públicos –por cierto obra que la dejo incompleta– blindando las cuentas, ocultando la información detallada de los contratos y gastos que exhibían sobreprecios e irregularidades en su construcción, y aprovechando la Asamblea Legislativa a su favor, ocultó la información para que no le descubrieran los malos manejos y para que cuando saliera a la luz, el delito ya hubiera prescrito.
Por otra parte, llevar entre sus equipos a gente que ha sido cuestionada en su paso por las instituciones, incluso procesada por delitos por corrupción pública o gremial, como Rene Bejarano, Napoleón Gómez Urrutia, Elba Esther Gordillo –esta última que a través de su parentela (nieto, hija y yerno) son hoy los verdaderos beneficiarios del saqueo de la “teacher” que da sus últimas patadas de demostración de poder, para asegurar su impunidad–, al sostener en su haber estos especímenes lo exhibe como corrupto, porque indica que éstos gozarán de impunidad y que no devolverán, ni Doña Elba ni Napoleón un solo centavo de lo que le robaron a los maestros del SNTE y a los obreros mineros de México.
Otros de los errores de su incongruencia, es su alianza con los grupos económicamente poderosos—a los que antes criticó-. Carlos Slim, hoy quiere corresponderle a AMLO los favores recibidos cuando fue Jefe de gobierno de haberle dado los mejores edificios del centro histórico para remodelarlos vendiéndoselos a bajos costos. Y esta estrategia López la tenía calculada pues la intención era hacer migas con esa familia porque eso le implicaría una carambola de 3 bandas. Por ejemplo el segundo hijo de Don Carlos, Marco Antonio Slim Domit, está casado con Ximena Serrano Cuevas, hija de José Serrano y María Josefa (Pepita) Cuevas. El primero propietario del Grupo de Transportación Marítima Mexicana (TMM) y la segunda Directora de la Fundación SIVAM (Sociedad internacional de valores de arte mexicano). Y ya de refilón, Vanesa Serrano una de las hijas de esta pareja, está casada con Miguel Alemán Magnani. Es decir, de esta manera atraería a la familia Alemán.
Por otra parte su otro hijo Carlos Slim Domit, está casado con María Elena Torruco, hija de Miguel Torruco Marqués—hijo de la actriz María Elena Marqués, por cierto ella fue priista de hueso colorado– y Gloria Garza de la Garza. Torruco trabajó como Director de Turismo en la Cd. de México y lo cesó Mancera porque lo traicionó para irse con “Morena”. Con ello AMLO imaginó una carambola segura. Pero esto en realidad no lo es, porque todos estos capitales se mueven de acuerdo a como se mueve el mercado interno y externo y si la bolsa de valores se cotiza a la baja por las locuras y desatinos de López, pues en los siguientes días el escenario le puede cambiar al candidato de Morena. Motivo suficiente para estar nervioso.
Otro de los riesgos que pasará AMLO es su carácter, pues conforme vea que no le alcanzan los votos para ganar y conforme la cercanía del segundo lugar sea menor, el señor va a convertirse en lo que es, en una persona colérica, intolerante y agresiva. Eso hará que deje su bata blanca y el discurso de “paz y amor”, para convertirse nuevamente en lo que es. Y eso es lo peor que le podrá pasar.
Otro de los aspectos que le puede suceder es descubrir su ignorancia en los debates. Por eso les rehúye.
AMLO sustenta sus propuestas en fantasías. Promete refinerías, becas a los ninis y madres solteras, pero también, promete suspender las reformas y obras importantes como el aeropuerto de la CDMX, etc., pero estratégicamente no dice de dónde va a salir o cómo le va a hacer. ¿Porque? Simplemente no sabe. Hoy acordó una comisión con el Consejo Coordinador Empresarial para el tema del aeropuerto, pero cuando vea que no tiene razón y no lo convenzan, se va dar por robado y los mandará de nuevo al diablo. Hoy AMLO es absolutamente predecible.
Si López fuera presidente, su gobierno estaría basado en el factor sorpresa. Conforme se acabe el dinero en políticas populistas, aumentará impuestos, además de que empezará a descontar porcentajes de los salarios y de las jubilaciones para poder seguir manteniendo a los flojos, como ha sucedido en Centro y Sudamérica. Le apuesta a los “ninis”, los darketos, los porros UNAM y los izquierdistas a ultranza, aprovechando que en su absoluta rebeldía o ignorancia van contra todo y a favor de nada. Para él la ingenuidad, la ignorancia y el rechazo hacia el sistema o lo que le represente autoridad es un voto seguro.
A los 7 millones de ninis les ofrece becas, en lugar de que dicha remuneración la paguen a una institución educativa para que estudien. A las madres solteras les ofrece subsidios en lugar de dirigir ese dinero en educación sexual para las jóvenes y prepararles para el trabajo. Le apuesta a la rebeldía de los porros para convertirlos en su grupo de choque…en lugar de crear equipos productivos. Envuelve hoy a los jóvenes, porque de ahí saldrán sus ejércitos para su guardia civil y para sus movimientos en las calles, como siempre lo hace. Le apuesta a ellos porque esas poblaciones tienen sed de reconocimiento y lo buscan a través de esas tendencias extremas, en su afán de notoriedad. Por eso para AMLO, todos esos grupos son caldo de cultivo para sus fines, por la facilidad con que se enganchan con su discurso lleno de rencor, incluso de odio.
Pero eso es de checarse de cerca lo que viene ¿Le seguirá funcionando su estrategia a AMLO. Yo creo que NO. Los votantes hoy ya saben quién es él, como decía antes, es predecible. Hoy se sabe quién falla y quién no en todos los partidos; quién garantiza seriedad y conocimiento de los temas de gobierno y quién no; quién tiene calidad moral para tocar puertas y quién espera cómodamente montarse en una imagen para ganar simpatías en los estados o distritos, lo que por sí mismos no logran.
Los ciudadanos no son tontos. Es cierto hay mucha visceralidad en muchos corazones de los ciudadanos, pero esa visceralidad los inteligentes lo canalizan en optimismo y no en pesimismo. Porque son más los que no quieren arriesgar el futuro del país y en nuestro caso, del estado de Veracruz, eligiendo gente resentida, desconocida, sin preparación, sin resultados y menos sin experiencia de gobierno.
Los próximos debates serán decisivos en la campaña a la presidencia. Quiero ver a AMLO demostrar públicamente su conocimiento sobre un tema de la agenda nacional o de Estado, y sostener seriamente un debate sobre el mismo. Lo quiero ver sin ofender y descalificar a los contrincantes, respuesta acostumbrada en su contexto. Lo veo difícil.
Y por esa mitomanía enfermiza, por esa bipolaridad evidente, por esa persistente obsesión de verse triunfador antes de tiempo, AMLO, puede no recibir la aceptación de los votantes. Porque su trillado triunfo anticipado es más mediático que real. Cada vez que ha perdido una elección, se ha encargado de desprestigiar la imagen del mandatario federal en turno. Lo hizo con Calderón (que lo superó por 100 mil votos), después lo hizo también en la última en que perdió contra Peña (que le ganó por más de 3 millones de votos) y, aun así –en su enfermiza intolerancia– reclamó fraude.
¿Patología? Pues sí, porque es un personaje bipolar que pasa de la enjundia a la depresión, de la racionalidad a la incoherencia, de la fantasía o distorsión de la realidad, a la promesa de lo inalcanzable. ¿Mitómano? Pues sí, porque hoy es ya un actor consumado, falso y mentiroso, que nunca aceptará que tiene errores graves y que eso lo ve la sociedad y lo califica. ¿Ególatra? Desde luego, porque eso es propio de los líderes desasociados. ¿Populista? También, porque manipula las consciencias de gente necesitada para lograr sus intereses.
Por eso preparémonos para ver aún muchas cosas en los siguientes días y meses y no creer en los triunfos anticipados.
De lo que estoy segura es que a México –y en nuestro caso Veracruz–, no le conviene salir perdiendo en esta contienda, no le conviene retroceder para entronar, ni a los caudillos ni mucho menos aceptar las monarquías. La sociedad mexicana y veracruzana espera ver triunfar la opción que ofrezca trabajo, justicia, honestidad, seguridad y oportunidades, porque de eso depende el futuro y calidad de vida de nuestras familias e hijos.
Por ello hay que apostarle a que gane la razón, el respeto y la capacidad para ver a nuestro país y a nuestro estado en crecimiento constante. Eso se decidirá el 1º de Julio próximo y la sociedad mexicana –hombres y mujeres—inteligentes, seguramente sabrán elegir lo que mejor conviene para todos y todas.
Gracias y hasta la próxima.