“Cada lágrima enseña a los mortales una verdad.” – Platón.
Arrancaron las campañas electorales, finalmente la espera concluyó.
Vienen ahora 90 días que en teoría habrían de servirle a los mexicanos para reflexionar en el conocimiento de la oferta política.
Pero en los hechos, los mexicanos ya conocen la oferta.
Una que por un lado nos coloca en continuar con más de lo mismo. En donde la pobreza, la corrupción, la impunidad, la indiferencia seguirían siendo el pan nuestro de cada día, en donde su candidato por más que se intente deslindar de la marca, no puede, y donde todas sus buenas intenciones de ciudadano ejemplar y funcionario modelo se van al traste por el simple hecho de haber acompañado al gobierno con mayores casos de corrupción de que se tenga registro en la historia nacional.
En donde por ningún motivo, casos como OHL, la Casa Blanca, Malinalco y Odebrecht tienen castigo, en donde los casos de corrupción por empresas fantasmas o los desvíos millonarios en la SEDESOL alcanzan a nadie.
Otra de las opciones, la más penetrante, la que más impacto muestra entre el electorado, esa que lleva 18 años repitiéndose, esa que nos dice que barriendo de arriba para abajo, cuales escalones, se acabará la corrupción, porque con el hecho mismo de que el mandatario sea un iluminado, un mesías tropical, las cosas habrán de cambiar.
Esa que habla de que no puede haber gobierno rico con un pueblo pobre, esa misma que replica que se debe otorgar pensión universal a los adultos mayores de 68 años, esa misma que habla de dar servicios de salud para todos, esa que cuenta que le dará pensión a todos los discapacitados, replicando las mismas promesas y consignas empleadas por los próceres bolivarianos de Venezuela, Hugo Chávez y Nicolás Maduro, que hoy tienen sumida a nuestra nación hermana en la peor crisis humanitaria de la historia, esa misma oferta, penetra como cáncer en la entraña social.
Lo lamentable de ello, es que el pueblo cansado de tantos años de corrupción y de abusos no piensa, no reflexiona, solo reclama venganza, reclama sangre, a costa del precio que deba pagarse, porque así piensa el mexicano, que chingaos nos importa, que más peor podemos estar, repiten los ilusos ciudadanos, esperanzados en que ahora sí, el prócer, el caudillo, cumpla con sus palabras, y refrende sus promesas.
Ahí solo los ejemplos de Xalapa, Coatzacoalcos y Minatitlán en donde sus administraciones municipales han dado muestran de total incompetencia, arrogancia e indiferencia por atender verdaderamente los problemas ciudadanos.
Ahí donde se mantienen ocultos los montos y costos de los segundos pisos en la ahora Ciudad de México, así como los nombres de quienes se adjudicaron de manera directa las obras, exhibiendo que eso de la transparencia no es para nada lo suyo.
La tercera opción, esa que pudiera ser, la menos peor, entre lo que tenemos, resulta para algunos, distante y lejana, muestra afirman algunos un México distante, frívolo. Una oferta futurista que intenta conectar con empresarios y jóvenes, pero que en el fondo carece de valores y principios cívicos.
Juventud, arrogancia, no están peleados con la experiencia, bien pudieran sumarse para hacer del proyecto, una plataforma interesante, una salida que pudiera darle a México una nueva luz de esperanza, una ventana al entendimiento nacional, en el afán de reconformar las instituciones castigando a los corruptos, a los que tanto daño hicieron a su paso por la función pública.
En la realidad el contraste resulta abrupto, personajes incorporados a una Coalición donde se funden proyectos totalmente antagónicos tan solo en la construcción misma de sus doctrinas políticas, adornadas por el halo de personajes que en su momento pudieron ser factor de cambio y lo botaron todo por la borda.
Casos como Santiago Creel, Miguel Ángel Mancera, Dante Delgado, nos hacen cuestionarnos el sustento mismo de la oferta.
Quizá por lo joven y talentoso del personaje pueda considerarse la menos peor de las ofertas, ¿pero eso quien nos los firma?, ¿quién nos lo asegura?
Estamos a 90 días de tomar la decisión más importante de México.
De ese México el de los 60 millones de connacionales en la pobreza, en donde la disparidad entre ricos y pobres cada día se acrecenté más y en donde la palabra impunidad, va de la mano de complicidad por omisión.
Llegó el momento.
Ahora le preguntó ¿está consciente de la importancia de su decisión y lo que le significará a toda una nación?
Antes de meditar con las vísceras y con coraje su determinación, lo invitó a reflexionar.
Piense bien, no vaya ser que esos sean los últimos 90 días para conocer una verdad, de la al rato nadie se pueda lamentar.
Al tiempo.
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