“SERVICIO SOCIAL EN CIENCIAS DE LA SALUD”

Recuerdo aquel año en que terminé los estudios de medicina y tras de pasar el internado de pregrado que durase un año en el Hospital Juárez de la Ciudad de México, me toco junto con mis compañeros, ir a una oficina de la Secretaría de Salubridad, en la cual se encontraban pegados a la vidriera, las listas de lugares disponibles para hacer el servicio social. Multitud de lugares por estados y por institución, habiendo desde centros de salud rurales o C, otros más grandes B, clínicas del IMSS, del ISSSTE, Pemex y otras. Se elegía la plaza por promedio y así siendo de los primeros, elegí Chiapas, pues era un estado que no conocía, además un centro de salud C situado en la zona lacandona. Toda una aventura que inició desde el como llegar. Así tras la despedida de mis padres, hermanos y amigos, viajé a Tuxtla en avión, ahí me reporté a la jurisdicción sanitaria y al centro A donde recibí instrucciones y la guía para llegar a mi destino tras un largo recorrido en un camión totolero atravesando la llamada selva negra, pasando un buen hospital a media selva, atendido y financiado por extranjeros y luego llegar a una pequeña población cerca relativamente de Palenque. Efectivamente la zona era selvática, con una laguna, hábitat de manatíes, lagartos, pijijes y peje lagartos, cercano al centro de salud en ruinas, estaba el caserío, había serpientes, tarántulas, moscos, jabalíes, venados, monos y un sinnúmero de animales más que fueron parte de mi dieta cotidiana. Los indígenas amables y atentos se alegraban de que llegara un médico a un lugar donde hacía mucho tiempo no había. Y si bien el lugar era un tanto incómodo, muy caluroso y con lluvias torrenciales, llena de peligros naturales de los que había que estar atento, sobre todo al ir de una comunidad a otra en piragua por los ríos, o a caballo o mula entre veredas. Toda una aventura y mucho por hacer, para al final hacer el informe, la tesis y el examen profesional.

Hoy día es diferente, muchos pasantes de medicina, odontología y otras carreras del área de la salud, que van a las zonas rurales o sub urbanas, corren riesgos por la inseguridad, la violencia, delincuencia y hasta por la desatención de la gente a los que se les brinda el servicio.  Hemos sabido de jóvenes que han sufrido asaltos, ataques para robarlos y algunos hasta han sufrido secuestros y muerte a manos de la delincuencia organizada o casual, lo que me lleva a pensar que ese año bien pudiera reducirse a seis meses de servicio en lugares que ofrezcan mayor seguridad, siendo responsabilidad de las universidades, conocer supervisar y vigilar las clínicas donde el pasante se desempeña, máxime que siguen siendo alumnos de último grado escolar, a su vez, la dependencia responsable de las clínicas debe proveer de lo necesario para que el pasante cumpla su función adecuadamente y con los materiales e insumos necesarios para dar mejor servicio y también asegurarle seguridad y vigilancia en su centro de trabajo, pues ya no son los tiempos en que se podía dar atención, parte por vocación y parte como remuneración a la sociedad ante la oportunidad de haber estudiado una carrera universitaria, pues hoy se juega la integridad personal hasta por robarle el celular.

Related posts

El próximo lunes se suspenden Audiencias Ciudadanas

Emite PC Municipal recomendaciones por visita masiva a los panteones

Recibe Ricardo Ahued a empresariado local