“Nadie es desgraciado sino por su propia culpa.” – Lucio Anneo Séneca.
Aun cuando para muchos se da por sentado que Andrés Manuel López Obrador será el próximo presidente de México, la realidad en algunos círculos sociales es realmente otra.
La constante actitud retadora del tabasqueño, sumado a su alto grado de intolerancia institucional, lo comienzan de nueva cuenta acorralar contra las cuerdas, dejándolo francamente en una posición muy endeble frente a la hondonada de señalamientos que en próximas fechas comenzarán a resurgir.
Finalmente, el gobierno federal y su intento por pactar con el fundador de Morena a cambio de impunidad, ha sido tan mal operada, que la probabilidad de que se dé su asunción al poder se comienza a ver cada vez más y más lejana.
Y es que, para López Obrador, todo el que se oponga a su propuesta, es un integrante más de la mafia del poder, y sin su santa unción, nadie escapa al escrutinio y castigo morenista.
La posibilidad de que con su llegada desparezca la democracia mexicana, y con ella, sus instituciones, es real.
Todos los proyectos populistas en el mundo han llevado a sus gobernantes y sus gobiernos a ir desapareciendo el estado de libertades que en su momento demandaron, en razón de no encontrar soluciones favorables a sus proyectos demagógicos.
Así, llegado el momento, López Obrador, habrá de tener una Constitución Moral, que habrá de estar por encima de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, misma que le habrá de servir para descalificar todo lo que esté por encima de su voluntad.
Habrá de realizar toda clase de consultas a la población, empleando el método de mano alzada, misma que habrá de convalidar lo que es bueno y es malo para México, como si la generalidad fuera experta en toda clase de temas.
Peor aún, llegado el momento, cuando las cosas no habrán de salirle, pues su demagogia populista lo habrá de llevar a colapsar la economía, provocará sin ningún empacho la desaparición de todo aquel poder que se oponga a sus designios y objetivos.
Sectores empresariales de alto nivel, así como mucha de la población de a pie, comienza a cuestionar realmente si su propuesta no representa un serio riesgo para la estabilidad y la paz de una nación que busca por la vía pacífica un cambio verdadero.
Y es que su más reciente declaración de “me voy a Palenque y ahí que les amarren al Tigre” suena más a amenaza velada, que a una realidad.
Quizá por ello, la actitud del Gobierno Norteamericano, encabezado por Donald Trump de rechazar y oponerse al presidente Enrique Peña Nieto, sabedor de que este mantenía una serie de negociaciones con Morena, en su afán de salvar el pellejo.
La realidad es que como apuntan diversos analistas tanto en México como en el extranjero, la visión chavista de AMLO está más latente que nunca y con ello, se está generando el estado ideal, para su inminente derrota.
Candidatos presidenciales y dirigentes de partidos políticos nacionales en recientes reuniones con diversos sectores empresariales, han manifestado su preocupación por la actitud cada vez más exacerbada de encarar la elección del ex jefe del gobierno de la Ciudad de México, al manifestar por enésima ocasión “si gano, respeto decisión; si pierdo, me robaron y esto fue un fraude”.
En la realidad, se comienza a temer que la población salga a ejercer su voto, con un alto grado de enojo e indignación por el papel deleznable con el que se han conducido algunos integrantes del gobierno federal -escándalos como Casa Blanca; Malinalco; Javier Duarte; Roberto Borge; Cesar Duarte, etc.- que han propiciado la perdida de la fe en los políticos y un alto grado de indignación y venganza reflejada sin meditar en las urnas.
Aun con ello, la actitud cada vez más irascible expresada por el propio AMLO, hacen pronosticar, que una vez más, el gran factor en contra de su candidatura sea el mismo.
Mientras tanto, menuda ayuda le siguen dando al candidato de la Coalición PAN-PRD-MC, Ricardo Anaya Cortes, que pian, pianito, sigue creciendo en las encuestas, aun cuando la intensión por bajarlo ha sido infructuosa por parte del gobierno federal.
Al tiempo.
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