8 DE MARZO: NADA QUÉ FESTEJAR

Cada vez que existe una fecha en que se reconoce la lucha de las mujeres en la historia o se celebra un acontecimiento en que ellas han demostrado su aliento para lograr los cambios en la sociedad –en el camino hacia la igualdad y equidad entre géneros–,  su servidora lo señala y se enorgullece de tales hechos, pero este año, como una forma de expresar mi profunda indignación por el incremento de agresiones  y muertes de mujeres,  que horrorizan y más en época electoral, en esta ocasión me disculpo con los lectores porque no’ tengo ningún motivo para celebrar en la fecha del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, cuando se continua lamentando , todos los días en nuestro país y más en mi estado, tanta violencia y asesinatos.

 

Y hay regiones que siguen siendo verdaderamente peligrosas en el país, siendo entre otras: Michoacán, Estado de México, Ciudad de México (antes DF), Sinaloa, Veracruz y Guerrero.

 

Guerrero siempre ha sido un estado donde los feminicidios prevalecen. Las razón: zona estratégica del dominio de las bandas criminales por tener actividades atrayentes para éstos: el manejo de la platería, la Sierra de Guerrero que tiene salidas hacia Michoacán, Puebla, Oaxaca. Morelos en una ruta clara hacia unir las costas del golfo y pacífico, así como el movimiento portuario y turístico de Acapulco y Zihuatanejo donde se eleva el trasiego y consumo de drogas.

 

Y dentro de este estado una de las regiones estratégicas es el municipio de Chilapa de Álvarez, municipio enclavado en la entrada a la sierra guerrerense, considerado como el segundo municipio más violento del país con una tasa de 139 asesinatos por cada 100 mil habitantes, cuando el promedio en México es de 16.9. Según las autoridades la razón es por el enfrentamiento entre grupos de la delincuencia organizada que se disputan el control del territorio. Pero ¿porque esta situación que se recrudece en época electoral?, porque en ocasiones las candidatas o candidatos, en esos lugares para ganar, tienen que negociar con los caciques o líderes locales y éstos a su vez con la delincuencia que controla ciertos lugares.

 

Y para muestra, por desgracia tenemos que mencionar la muerte de 2 mujeres guerrerenses en menos de una semana, en el mes de febrero pasado. La primera el 21 de febrero y la segunda el 24.

 

El miércoles 21 de febrero pasado asesinaron a la aspirante del PRD a la diputación local en Chilapa, Gro., Antonia Jaimes Moctezuma, quien era una política conocida en la localidad pues había sido regidora en la administración municipal 2012-2015. Antonia había aspirado a ser precandidata por el distrito 25 con cabecera en Chilapa, pero finalmente se la dieron a la precandidatura a Carmen Mujica. Y el segundo caso el de Dulce Anayeli Rebaja Pedro, Priista, Coordinadora del MT de 28 años. Dulce era Directora de evaluación y seguimiento de la secretaria de asuntos indígenas y comunidades Afro mexicanas, del Gobierno de Guerrero y aspiró a ser precandidata por el distrito 25 no lográndolo porque le gano esa oportunidad Alicia Zamora Villalva.

 

Curiosamente dos casos similares, ambas mujeres disputándose el mismo distrito 25. Mujeres líderes naturales de la sierra de Guerrero. El trasfondo el tema político. Pero cualquiera que sea la causa, es verdaderamente vergonzante el hecho que en Guerrero ya se tenga como práctica, matar mujeres. Tan solo de lo que va del año 2018 van 24 mujeres asesinadas, por diferentes motivos, cada vez más horrorizantes.

 

Pero en el estado de Veracruz, las cosas no están para alegrarse. En 2017, fueron víctimas de feminicidios 80 mujeres, colocando al estado en el segundo lugar en denuncias por este delito, superado solo por Sinaloa.

 

Tan solo en los dos últimos años, fueron violadas y descuartizadas 175 mujeres identificándose el problema en ciertos municipios catalogados como violentos. En noviembre de 2016, fue emitida por parte del gobierno federal una alerta de género por violencia feminicida en los municipios de: Boca del Rio, Coatzacoalcos, Córdoba, Las Choapas, Martínez de la Torre, Minatitlán, Orizaba, Poza Rica, Tuxpan, Veracruz y Xalapa,  pero  fue hasta el 2 de marzo de 2017 en que se instaló el grupo interinstitucional y  multidisciplinario  de género (GIM) que según daría seguimiento a la alerta.  Lamentablemente con nulos resultados.

 

Dado lo anterior el Gobierno Federal emitió una segunda alerta de género el 13 de diciembre pasado. Esta alerta de género fue por agravio comparado, mediando un decreto que ordena al Gobierno del Estado de Veracruz, establecer las condiciones adecuadas para la atención de mujeres que habiendo sido abusadas sexualmente puedan interrumpir legalmente el embarazo, sin que les sean fincadas responsabilidades. Pero, para que ello se logre deben hacerse modificaciones al Código Penal del estado de Veracruz, -lo que no se ha hecho–así como el de activar los protocolos adecuados en las instituciones de procuración de justicia y en las instituciones del sector salud para darle cumplimiento y dejen de erigirse en jueces “morales” de la vida de las víctimas.

 

Veracruz como Guerrero, son estados que por su actividad estratégica, los hace propicios para la aparición de bandas de delincuencia organizada y por ende sean lugares en donde se incrementan los casos de violencia  y asesinatos.

 

Veracruz tiene de sobra actividades estratégicas: la industria petrolera cuyo gasoducto atraviesa el estado de sur a norte y de este a oeste; la actividad portuaria (Veracruz tiene 3 puertos estratégicos); los aeropuertos (el estado tiene 3) , es el paso más corto hacia la frontera norte ´por mar y tierra y las salidas más fáciles por las sierras , hacia los estados colindantes.

Pero si todo esto se sabe, por qué no se notan los resultados en las áreas de la prevención y atención del delito. Apenas el pasado 9 de febrero una mujer en Altotonga y en el iniciado mes de marzo, precisamente hoy que estoy escribiendo este artículo, el caso de una mujer asesinada en Tuxpan: edad aproximadamente 25 años.

 

Que lectura nos dan estos datos. Pues pueden ser diversas. Que las bandas criminales están reclutando mujeres para incorporarlas forzada o voluntariamente al negocio y, de negarse o deslindarse, son asesinadas de inmediato. En otros casos son por resistencia a robos en la calle o asaltos en  domicilios, por secuestros y en el caso de algunas jóvenes, para reclutarlas para el trato de blancas o simplemente por violarlas.

 

Cualquiera que sea el caso,  la realidad es que se lamentan las muertes, y no se encuentra la forma por parte de los cuerpos de seguridad veracruzanos de detener esta ola de violencia y asesinatos. ¿Qué es? ¿Incompetencia? o no es suficiente lo que se hace ante el tamaño del problema. Porque es cierto, en Veracruz creció la delincuencia de manera descomunal en la última década. ¿Pero que se está haciendo? Igualmente sería la pregunta para los órganos de procuración y administración de justicia, ¿Qué pasa? ¿Por qué los ínfimos resultados? ¿Por qué tenemos que seguir contando dolorosamente las muertes y los casos quedar impunes? Por eso, lo siento, -para mí como veracruzana– no hay nada qué festejar este 8 de marzo.

 

En esta ocasión, me limito a hacer estas reflexiones pero también haciendo un exhorto a las autoridades municipales y estatales, a buscar con urgencia los mecanismos de seguridad eficientes para poder superar esta etapa trágica. Y a las mujeres, a unirnos en una cruzada de exigencia de respeto a nuestra vida y de protección a nuestras familias, especialmente haciéndolo por nuestros niños, niñas y jóvenes.

 

Finalmente hoy en este 8 de marzo, hago una oración por las víctimas y sus familias,  pidiendo-todos los días al creador, que pronto las cosas cambien y lleguen mejores tiempos para mi Veracruz y mi amado México.

 

Gracias y hasta la próxima

 

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