El problema de la guerra sucia es que el primer golpe es el que vale. La aclaración o el desmentido carece de validez hasta que es repetido cientos de veces en diferentes medios y con distintas pruebas.
La frase que acompaña los comentarios sobre la guerra sucia entre candidatos es: Si el río suena es porque agua lleva. Y entonces el río se vuelve cascada informativa, y la mentira que la guerra sucia produjo con toda mala intención, se vuelve realidad.
Si se desmiente, aunque sea con pruebas, se dice que si fuera inocente no se defendería, que la verdad cae por su propio peso; pero si no se defiende también es malo porque se comenta que si fuera mentira rechazaría la versión que difunde la guerra sucia.
Lo cierto es que una guerra sucia tiene en México una gran trascendencia e influye en el voto de los mexicanos por dos factores fundamentales, ambos tienen que ver con medios porque mantienen un nivel estándar de desinformación muy cercano a la mentira, la omisión se convierte en la verdadera noticia de ocho columnas y nadie sabe en realidad lo que sucede en el extraño y muy lejano mundo de la política.
La otra vertiente que sirve de trinchera a la guerra sucia son los medios. Este proyecto que debe regularse no tiene remitente, pero sí medios para difundirse y se inventan mil pruebas y se alteran miles de fotos, se dan a conocer documentos apócrifos y se comprueban gastos o se dejan sin comprobar otros.
El caso es que la guerra sucia existe sin lugar a dudas y esta vez está dirigida contra el candidato del Frente a la Presidencia de la República, Ricardo Anaya.
La guerra sucia, como enfermedad mortal sirvió para que las protestas contra el fraude electoral hacia Andrés Manuel López Obrador fueran reducidas a cenizas. Ante la duda de si era un peligro, se prefirió el silencio gracias a una guerra sucia donde muy pocos medios se negaron a participar.
La guerra sucia influyó para que no se votara en favor de Andrés Manuel López Obrador en 2006 y en 2012; sin embargo, sirvió también para que la gente que lo apoyaba no peleara su triunfo electoral basado en un gran fraude cibernético.
Es decir, la guerra sucia ha probado su efectividad y no hay poder humano que la detenga.
Aniquila como sucede en toda guerra.
En el caso de Andrés Manuel López Obrador pareciera que el tiempo hizo inmune su figura y como una especie de vacuna contra el rumor y la especulación, se diga lo que se diga contra su persona, sus simpatizantes no se la creen, al contrario, puede tener efectos benéficos para el candidato de Morena, como sucedió con una supuesta acusación de su relación con Rusia, donde se llegó a decir, antes de la campaña que la campaña era sostenida económicamente por ese país. Cuando en realidad su reporte al INE de gastos de precampaña fue el más bajo comparado con sus contrincantes y el que más eventos sostuvo con la militancia.
Pero para la guerra sucia ese “poco” dinero que gastó en precampaña se lo mandó Rusia. Este rumor que trató de repetirse varias veces le sirvió a Andrés Manuel para levantar aún más sus simpatías ante los electores y su porcentaje de intención del voto aumentó.
Ahora la guerra sucia tiene otro objetivo: Ricardo Anaya. Esto deja al descubierto que buena parte de la guerra sucia se hace en cuarteles priistas, porque si alguien le incomoda al tricolor para avanzar es Anaya.
El PRI no quiere competir contra el primer lugar, junto al cual sabe que nada puede hacer, quiere acercarse al segundo lugar para descalificar al primero con artimañas y un gran fraude el día de las elecciones.
Es decir, si Ricardo Anaya se va al tercer lugar, y el PRI se queda en segundo, puede arrebatar el triunfo a través de sus habituales violaciones a la ley electoral que comienza con la compra del voto y termina por convencer al INE de que introduzca algoritmos extraños que alteren el resultado.
Mucho de la guerra sucia contra Andrés Manuel provino de la oficina del hermano de Margarita Zavala, Juan Ignacio, quien, por iniciativa propia dedicó buen tiempo para lacerar la imagen del líder nacional de Morena.
La responsabilidad sobre la guerra sucia, una de las especialidades de Juan Ignacio, puede llegar incluso contra el candidato del Frente a la Presidencia de la República, Ricardo Anaya.
El ex líder nacional del PAN señaló que entregó un documento ante la Oficialía de Partes de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada, mismo que fue sellado de recibido.
Por su parte, la PGR informó que Ricardo Anaya, se presentó en las instalaciones de la Subprocuraduría en cuestión, donde se le invitó públicamente, en repetidas ocasiones, a rendir declaración ministerial para lo que a derecho convenga, lo cual fue rechazado por el candidato.
La PGR indicó que actúa conforme a la ley, lleva a cabo investigaciones en el marco de obligaciones constitucionales sobre la posible comisión de delitos y es ajena a los procesos electorales o actividades partidistas.
Por lo que, de ser el caso, citará a las personas que sean necesarias en función del debido esclarecimiento de hechos posiblemente constitutivos de delitos, indicó la dependencia en un comunicado.
El periódico británico Financial Times comentó que “El candidato del PAN, PRD y MC a la presidencia, Ricardo Anaya, vio desplomarse su campaña, ante acusaciones relacionadas con lavado de dinero y ridiculización en redes sociales al tratar de poner en marcha un vehículo”.
Luego de que el candidato presidencial de la coalición Por México al Frente, rechazó declarar, el panista calificó de “penosa y deleznable” la actuación de Alberto Elías Beltrán, encargado de la dependencia, al permitir que ésta sea utilizada como instrumento de golpeteo político en pleno proceso electoral.
Verdad o mentira de Ricardo Anaya sobre su inocencia, o efectos contundentes de la guerra sucia en estas elecciones. Nadie puede negar que el candidato del Frente está bajo sospecha, pero tampoco nadie puede negar la existencia de una guerra sucia electoral que nunca se ha investigado ni sancionado. Hasta ahora la guerra sucia sigue favoreciendo al poder establecido. PEGA Y CORRE. – No cabe duda de que el discurso violento de las autoridades genera violencia física y lleva a sus últimas consecuencias la agresividad de un lenguaje prepotente y autoritario como el que se pronuncia en Veracruz desde las más altas esferas de su política, de ahí que esa entidad sea uno de los estados del país donde se registran más casos por violencia escolar o bullying…Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
Dudas y comentarios: