Javier Duarte: su policía torturaba, violaba, asesinaba…

* Bermúdez paraba cualquier bronca  * Esposas de los “halcones” fueron violadas  * Descargas eléctricas a sus hijos  * Eva: a congelar a Nahle, Amado, Cuitláhuac  * Anaya: el cirquero, el espiado  * La regidora y el terreno del papá  * Regularizar predio que aún debe  * El PRI, muerto  * Meade y Pepe Yunes, en el fondo  * El MP y su cédula falsa

MUSSIO CARDENAS ARELLANO

Publicada en mussiocardenas.com

14 de febrero de 2018

Citadas con urgencia, caían las esposas de los “halcones” en poder de la policía duartista. Y ahí eran violadas. Y los levantados igual. Y a sus hijos, casi bebés, los tundían a golpes, o les llenaban el cuerpo de descargas eléctricas. Así de siniestro, sádico, criminal fue el brazo policíaco de Javier Duarte.

Una de ellas, esposa de José Ulises Martínez Fernández, fue ubicada con una llamada desde el teléfono celular de su marido. Llegó a un Oxxo, el de la Avenida 20 de Noviembre, en Xalapa, cargando a su hijo menor de apenas 10 meses de edad.

Era el 2 de mayo de 2013, dos días después que al joven supuesto “halcón” o vendedor de Los Zetas lo levantara la Fuerza de Reacción y lo entregara a la Fuerza Especial, el siniestro grupo de “Los Fieles”, el brazo ejecutor y asesino de Arturo Bermúdez Zurita, el poderoso secretario de Seguridad en el gobierno de Javier Duarte.

De ahí se la llevaron. Y en los cafetales fue abusada sexualmente.

Y al pequeño de 10 meses lo torturaron con toques eléctricos.

“Mientras abusaban de ella —refiere el policía que delató a sus compañeros, según el expediente consignado por la Fiscalía de Veracruz—, Luciano ‘N’, El Lince, se había quedado con el hijo del ex policía. A varias mujeres las violaban entre Trujillo, Lince, Neri, Golpeador, Domingo, Nariz y Cirilo”.

Alude a los mandos y elementos del Grupo de Reacción: 1.- Luciano “N”, “El Lince”, 2.- Francisco “N” “El Golpeador”, 3.- Silviano “N”, “El Escorpión”, 4.- Norberto “N” “La Momia”, 5.- Nicanor “N”, “El Quijamón”, 6.- Alberto “N”, 7.- Daniel “N”, “El Nariz”, 8.- Domingo “N”, “El Pedorrín”, 9.- Francisco “N”, “El Paco”, 10.- Cirilo “N”, 11.- Darío “N”.

Cecilia de la Cruz vivió un infierno igual. Sus verdugos, integrantes de la Fuerza de Reacción de la Secretaría de Seguridad Pública, la policía criminal del Veracruz de Javier Duarte, la levantó junto con Héctor Campos Cornelio, el 13 de junio de 2013

Cecilia, de 17 años, Héctor de 16, se hallaban cerca de la gasolinera que se halla en la carretera Banderilla-Jilotepec. Una vez “levantados”, los trasladaron a un departamento del fraccionamiento Casas Homex. Y ahí vino la tortura.

A Cecilia, cuenta el policía que se arriesgó a hablar, fue violada.

“La chava” llevaba droga en su mochila —refiere la declaración del policía, ex miembro de la Fuerza de Reacción—. Fueron intervenidos y nos trasladamos por las casas Homex. Sobre la vereda Trujillo interrogó a los dos y dijeron ser de Los Zetas. La mujer era joven, de 17 o 18 años, llenita a la cual metieron a la patrulla, misma a la que le pusieron impermeable encima e iban ingresando de uno en uno varios de mis compañeros para abusar sexualmente de ella como hacían con algunas de las mujeres detenidas, y Trujillo con algunos hombres, como travestis de Lázaro Cárdenas, a quienes los interrogaba y los violaba. Después los entregaron a Los Fieles”.

Trujillo es Manuel Alejandro Trujillo Rivera, comandante de la Fuerza de Reacción, apodado “El Cyber”. Junto con 11 policías acusados de desaparición forzada, se encuentra prófugo de la justicia.

Según la carpeta de investigación FEADPD/ZCX/011/2017, durante los operativos el comandante Trujillo Rivera disponía de una lista con números de taxis y nombres de “halcones” o “chapulines”, los que vigilaban y reportaban los movimientos de las corporaciones policíacas o militares, y los que se dedicaban a la venta de droga al menudeo.

Trujillo, un auténtico criminal, revisaba los teléfonos de los detenidos. Debía detectar si contenían información que comprometiera a la Secretaría de Seguridad Pública. Los interrogatorios eran ilegales, en puntos determinados por la Fuerza de Reacción, cerca del penal de Pacho Viejo, en Coatepec; “un parque ubicado en un paraje conocido como La Herradura y un predio llamado El Gallito, ambos ubicados en Banderilla. Y en Xalapa, los interrogatorios se realizaban en la localidad de Cinco Palos y en el fraccionamiento Casas Homex”.

Luego cita la carpeta de investigación: 

“Cuando eran interrogados los detenidos, Neri y Domingo, alias ‘El Pedorrín’, les pegaban; y Silvano, ‘El Escorpión’, tomaba nota de todo lo que dijeran. A los detenidos los pateaban, los tableaban, les daban toques con la chicharra eléctrica mientras estaban esposados y con el rostro cubierto con sus playeras”.

Eirinet Gómez y Miguel Ángel León Carmona, del portal E-Consulta Veracruz, reconstruyen el guión criminal de la policía duartista, a partir del testimonio del elemento que, ya en su condición de testigo protegido, decidió delatar a los uniformados que levantaban y torturaban, que asesinaban y violaban a los “halcones” y a los familiares de los “halcones”. Y hasta a los bebés les aplicaban toques eléctricos. 

Otro caso, el de un ex policía municipal, ocurrido en mayo de 2013. Al ser detenido confesó trabajar para la organización criminal Los Zetas.

Nada ocurría sin la venia de Arturo Bermúdez, el falso general, el Capitán Tormenta, el apelativo con que solía participar en operativos contra presuntos delincuentes, o delincuentes como él.

Trujillo —dice el testigo llamado 21/2017— llamaba por teléfono al subdirector de Agrupamientos Operativos, José Oscar Sánchez Tirado, quien luego llegaría a ser director de Readaptación Social del gobierno de Javier Duarte, o al comandante Arturo Guevara Paredes. Y en ocasiones el que daba las instrucciones directas era Bermúdez Zurita.

Había una clave, la 016. Y era letal. Con ella, los detenidos eran entregados a Los Fieles, en el puente de Las Trancas, en lugar llamado “Chapulín” o en la Academia de Policía El Lencero.

“En promedio —señala el testigo— se detenían como a 15 personas al mes y de esas como a cinco mensualmente se le llevaban a la Academia. Yo recuerdo haber ido a la Academia para que se entregaran a unas cincuenta personas, hasta que estuve en el grupo. Es decir, entre 2012 y 2015”.

En El Lencero, según el fiscal Especializado en Personas Desaparecidas, Luis Eduardo Coronel Gamboa, Astroboy, la entrega de las víctimas se realizaba en una pista ocupada para el manejo y conducción. Posteriormente se les remitía a un cuarto denominado “El Bunker”.

Los grupos de élite de la policía duartista, divididos en tres unidades, Los Fieles, la Fría y la PEA, eran encabezados por Roberto González Meza, represor de pensionados que reclamaban el pago de su quincena y aguinaldo frente a palacio de gobierno, el 23 de diciembre de 2015; Roberto Carlos López Flores, alias “Oso”, ex delegado en la región XX, y Jaime Muñoz Dávila, alias “El Apache”.

“Ellos tenían mejores armas, mejores patrullas, pues las suyas eran camionetas Lobo y se sabe que ellos tenían compensaciones mucho mejores que los demás. La consigna la daba Arturo Bermúdez. El comandante Arturo Guevara Paredes nos decía que no hay bronca, que el secretario nunca nos va a dejar solos, teníamos todo su apoyo para trabajar”, dice el testigo 21/2017.

Amén de la ilegalidad de detener y torturar, de violar y aplicar toques eléctricos a los “halcones” y hasta a los bebés, hay otra implicación para Arturo Bermúdez: la complicidad que llevó a la impunidad.

“Nos decían que cualquier problema el Secretario la pararía, que no había bronca porque ahí había vara alta”.

Régimen demencial, el de Javier Duarte. A las víctimas que morían en sus manos, la policía duartista sumó las esposas que eran mancilladas, y sus hijos, agredidos a puños limpio o con descargas eléctricas.

Un régimen de horror.

Archivo muerto

Libre de culpa, Eva Cadena enfrenta a Morena. Más legal que mediática, su batalla contra el pejepartido, contra Rocío Nahle, contra Amado Cruz Malpica, contra Cuitláhuac García tendrá efecto en lo electoral. Vuelve a decir que nunca intentó implicar a Andrés Manuel López Obrador en la entrega de recursos ilegales y que los videos que la pusieron en el centro del escándalo fue “fuego amigo”, una celada urdida desde el centro de mando de Morena. Pero ahora se va a la denuncia. Habló a la prensa este martes 13 y refirió su versión de los hechos, la manipulación de los videos, la mano de Amado Cruz Malpica, la operación de su sobrino Enrique García Cárdenas, alias el Pixie; del cuñado del alcalde Víctor Carranza, Francisco Bastar Peregrino, con un ingreso a prisión, pegadito, pegadito a un reo llamado “El Mataabuelas” y luego “El Matachalates”; la inquina de la diputada Rocío Nahle, quien lo mismo le imputaba la entrega del dinero presuntamente para El Peje al diputado fidelista Erick Lagos que a la hermana del fiscal de Veracruz, Jorge Winckler, o a Cuitláhuac García, el de las parrandas que terminan en tragedia familiar. Lo dicho es nada comparado con lo que trae la denuncia por desvío de recursos públicos ante la Fiscalía General de Veracruz, ahí donde Jorge Winckler le dará curso y en su momento consignará ante un juez. Nahle, Amado, Cuitláhuac, Bastar y Pixie, enfrentarán orden de aprehensión y vinculación a proceso. Dirimirán su caso en el ámbito federal, vía amparos, si es que se los otorgan. Y habrá que ver si Rocío Nahle, con un proceso penal encima, puede contender por la senaduría, o Cuitláhuac por la gubernatura, o Amado por la reelección como diputado local en Coatzacoalcos. A cinco meses de la elección, es un golpe letal… Quizá no sea presidente, pero cirquero sí. Trepado en uno de los postes de la estructura metálica que soportaba el templete y el sonido, Ricardo Anaya presumía la respuesta de los pro coalición PAN-PRD-Movimiento Ciudadano en Veracruz en el mitin de cierre de precampañas en Coatzacoalcos. Peldaño por peldaño, subió la escalera. Escuchaba el aplauso, observaba a los que reían, pudo saber del asombro de los que podían entender para qué diablos le afloró al candidato presidencial de la derecha-izquierda descafeinada su vena circense. Y camino a Xalapa, sintió que era espiado y seguido de cerca. En una gasolinera abordó a quien iba tras él. Era un agente del Centro de información y Seguridad Nacional, ese Cisen al que la diputada federal Rocío Nahle y el presidente Carranza —Víctor Manuel Carranza Rosaldo— tanto invocan para contener la oleada de violencia como el Cisen fuera corporación policíaca o militar, y del que el Peje López Obrador advierte que una vez que llegue a Los Pinos lo va a desaparecer. Así pues, Ricardo Anaya pasó de ser maromero a víctima de delirio de persecución… Ya se ve para qué deambula Fabiani, la regidora, por los pasillos de palacio. Tiene en la mira la regularización de terrenos en los que su padre, Salvador Cueto Sosa, montó un negocio fenomenal. Acusa la edil de Morena que 3 mil predios no pagarán impuesto predial por su condición de irregulares, pues aunque hubo operación de compra-venta, no existe documentación que muestre que hay una posesión. Y dibuja por dónde se quiere ir. Habla de Las Barrillas, la congregación que es polo turístico de Coatzacoalcos. Y dice Fabiani Cueto Salinas: “Vamos a empezar una revisión y un censo para saber exactamente dónde están estas familias que no cuentan con escrituras”. Y añade: se trata de terrenos que fueron vendidos, pero en el procedimiento de compra-venta no se realizó ningún trámite de posesión. No cuenta toda la historia la regidora de Morena. Ahí, su padre, el célebre vendelotes y camionero, Salvador Cueto, adquirió un predio de 12.70 hectáreas a razón de 9 millones 100 mil pesos. Una fracción, 300 mil pesos, los entregó en el momento de la operación; el resto los cubriría en 36 parcialidades de 244 mil pesos mensuales. Pero de pronto se sentó. A lo largo de seis años, Cueto Sosa entrega mensualidades de mil pesos y ni un centavo de los intereses moratorios. Nadie en el cabildo de Coatzacoalcos, ni los morenistas ni la oposición, imagina el tamaño del fraude. Eso sí, en breve Fabiani, la regidora, la hija del vendelotes, la que lleva la comisión de Tenencia de la Tierra, requerirá que el cuerpo edilicio consume el atraco a los propietarios reales del predio… Sumido en el fondo, el PRI sólo pena da. No levanta Meade. No levanta Pepe Yunes. No hay quien apueste por los candidatos priistas, por Juan Pablo Sosa en Coatzacoalcos Urbano, por Karla Enríquez en Cosoleacaque, mucho menos por María Luisa de la Rosa en Coatzacoalcos Rural. Tania Estrada mejor huyó, sabiendo que contender por la diputación local en Minatitlán es un suicidio. Asoma la debacle, una derrota brutal frente al avance del lopezobradorismo que concita el repudio a todo lo que se vincule con el sector gobernante, la furia de los chairos —mucho insulto, poco seso— y los convencidos de que Andrés Manuel es Dios. Tatuado con el sello del peñanietismo, así pregone que no está afiliado ni al PRI ni a otro partido político, José Antonio Meade carga con las culpas de régimen insensible, voraz, profundamente corrupto, ciego ante la miseria de los mexicanos, la desigualdad, la violencia que deriva de la narcopolítica y el desdén a la sociedad. En un México empobrecido, sólo a la dinosáurica casta tricolor —Salinas, Peña Nieto, la mafia del poder que aún no recluta el Dios Peje— se le podría haber ocurrido llevar como candidato presidencial al cobrador de impuestos, el que sangra el bolsillo del pueblo, el que justifica el gasolinazo porque, dice, es mejor eso que recortar el derroche que se vive en el gobierno federal. Y Pepe Yunes peor, olvidado por el priismo veracruzano, el que ya se habla con el yunismo azul o toca las puertas de Morena. Si Pepe Yunes hubiera contendido en 2016, quizá hoy sería gobernador de Veracruz, pero eligió mal. Apostó al desgaste de Miguel Ángel Yunes Linares en el poder sin advertir que el efecto Duarte perdurará por lo menos una década más y todo lo que huela a Duarte seguirá provocando asco… ¿Quién es ese agente del MP que con cédula profesional falsa integró investigaciones ministeriales, consignó casos ante los tribunales, le desgració la vida a decenas de personas y favoreció con sus trastadas al Clan del Comandante Tony —léase Jesús Antonio Macías Yazegey, el suegro incómodo de Javier Duarte—, obvio con la venia y permiso del subprocurador Yunis? Por lo menos un par de afectados, sabedores de la trayectoria del fiscal fraudulento, habrán de interponer amparos y denuncias para revertir el mal causado. Y que el farsante pare en prisión. Y don Edel dándole poder. Hasta en el duartismo tenían más pudor…

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