Campañas de mentiras

“Voy viviendo ya de tus mentiras sé que tu cariño no, no es sincero sé que mientes al besar y mientes al decir te quiero me conformo porque se, que pago mi maldad de ayer”.

No es fácil imaginar y descifrar el código moral de los candidatos de los partidos políticos que en breve saldrán a las calles para tratar de convencer a los electores respecto a la conveniencia de emitir el voto a su favor. Confían en su habilidad para decir lo que saben que el pueblo quiere oír para posicionarse en el gusto y preferencia de la gente y con las encuestas que también hacen su parte en el juego de mentiras construir un escenario tan “real” que hasta los propios paleros queden convencidos de la veracidad de sus mentiras.

Desafortunadamente no hay nada que les impida hacerlo, porque las reglas del juego lo permiten, el árbitro (INE, OPLE) sabe cuál es su papel en la farsa y lo representa de manera impecable. La misma sociedad se ciega voluntariamente y no dice nada aun cuando existen fuertes evidencias de hechos absurdos que no encajan en el razonamiento básico.

Termina la etapa de “pre campaña” en la que los “pre candidatos” hicieron su labor hacia el “interior” de sus partidos para “conseguir” la nominación de Candidato y poder iniciar el proceso formal de la campaña por el voto.

Pre candidatos únicos que no contendieron contra nadie y que mantuvieron a toda la sociedad entrampada en su juego por la saturación de spots en radio y televisión que lejos de motivar a la simpatía lo hicieron hacia el repudio popular. Y todavía lo que falta.

“Siempre fui llevado por la mala, es por eso que, que te quiero tanto. Mas iras a mi vivir la dicha con tu amor fingido, miénteme una eternidad, que me hace tu maldad, feliz”.

El proceso nos ha costado muchísimo dinero y de poco o nada ha servido. Habrá quien afirme que por el avance democrático de nuestro país se logró romper la permanencia de la dictadura de un solo partido político, que hizo de los procesos electorales una permanente simulación al grado que en alguna ocasión tuvo un candidato presidencial sin contendiente y aun así hizo campaña por todo el país gastando carretadas de dinero. Dinero del pueblo tirado a la basura.

Todo huele a acuerdos de grupos de poder que se reparten el país con la misma naturalidad de cortar rebanadas de pastel. Ellos deciden todo y el pueblo sólo participa en el show creyendo que su voto cuenta.

Aun cuando muchos salieran a emitir su voto, la decisión la toman un grupo de magistrados del Tribunal Electoral y ellos deciden como se les da su gana o como les ordenan. Así llegó Fidel Herrera Beltrán a la gubernatura a pesar de que todos sabíamos que había perdido. (que distinto sería hoy Veracruz).

Así llegaron muchos, a pesar de haber rebasado por muchísimo el tope de gastos de campaña. Y otros no llegaron a pesar de haber ganado, (por decisión de los magistrados), como en el caso reciente de Emiliano Zapata, Ver., con un criterio ridículo que ahora muchos podrán hacer valer en el siguiente proceso electoral.

Tal vez por los excesos, por el abuso de quienes detentan el poder se han logrado cambios de color, pero sólo eso, porque en esencia todo sigue igual. El pueblo se sigue hundiendo en la miseria y el hambre va empujando a personas decentes a cometer actos ilícitos; la inseguridad sigue creciendo y ha superado la capacidad de resistencia de la estructura gubernamental la cual ha sido ya vulnerada por el poder económico de otros grupos.

Los funcionarios instalados en el gobierno simulan, hacen lo que pueden o lo que les conviene para alcanzar sus propios objetivos. El pueblo no importa, los sectores productivos locales son desplazados por empresas foráneas porque éstas representan la oportunidad de hacer negocios en secreto.

Los ciudadanos que acudirán a las urnas el próximo 1 de julio irán con hambre o con coraje y deseos de venganza, como sucedió en el pasado proceso. Muchos que deseaban el cambio y pelearon por él, cuando lo consiguieron vía su voto, al llegar los nuevos fueron arrojados al desempleo.

“Y qué más da, la vida es una mentira. Miénteme más, que me hace tu maldad feliz”.

Es parte de una historia que se repite y se repite interminablemente. Es mi pienso.

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