No ha sido un día de campo la precampaña priista de José Francisco Yunes Zorrilla rumbo a la candidatura a la gubernatura de Veracruz, con las toneladas de lodo de la corrupción y las pandemias que dejó como herencia maldita la cofradía del Duartegate al maltrecho, vapuleado y viejo PRI.
Lo fuerte, el reclamo airado y las penurias que enfrentan la militancia priista y los votantes en general, por el descarado saqueo y mal gobierno del ahora prisionero Javier Duarte –con la tutela de las altas esferas de Los Pinos-, vienen como bola de nieve para la campaña proselitista de Pepe Yunes, cuando quede formalizada su candidatura al gobierno de Veracruz.
Su ungimiento por el viejo y maltrecho PRI- paradójicamente en manos de un novel político joven que jamás en su vida hizo talacha partidista en el tricolor y su arribo obedece más a los afectos que a su capacidad y experiencia-, como candidato a gobernador, tras dejar en el camino al senador Héctor Yunes Landa por el efecto Meade, sólo es cuestión de formalismo porque, por fortuna para su causa, no hubo ni habrá un tercero en discordia, el caballo de Troya.
En la precampaña de Pepe, el nativo de Perote, fue una especie de calentamiento como en las diversas ramas del deporte porque hay océanos de mensajes huecos y vacíos que ha dejado en su caminar que propuestas de fondo que delineen las directrices, el basamento legal, para evitar que el gobernador en turno y sus colaboradores sean tentados por el diablo y nos repitan la historia de Javier Duarte y su cofradía.
Hoy, por cierto, una fracción de la sombría cofradía es apapachada por el góber aliancista MAYL en la Legislatura local, para construir su perversidad electoral en los comicios del primer domingo de julio, en aras de favorecer con el entramado a su cachorro, el precandidato de la alianza PAN-PRD-MC a la gubernatura, MAYM.
Hay la percepción en el mundillo política electoral que el precandidato priista Pepe Yunes quiere darle ya vuelta a la hoja al quid del Duartegate, que lamentablemente se enraizó en las estructuras del viejo, socavado y doblegado PRI y acabó corrompiendo a la nomenclatura política.
Busca e intenta darle el olvido a la peor corrupción que engendró en Veracruz, el remedo de Calígula, Javier Duarte, su amigo y amigo de su familia y, su consorte Karime Macías Tubillas, que salpicaron de lodo, del fango a todas las instituciones públicas.
El precandidato priista no solo tendrá que deslindarse de Duarte y su camarilla de bribones –Erick Lagos Hernández, Jorge Delfín Carvallo, Alberto Silva Ramos, Adolfo Mota Hernández, Nohemí Guzmán y César Spinoso Carrera, actualmente diputados federales-, sino que tendrá que proponer nuevas medidas legales para evitar los entramados de los moches, conflictos de interés, nepotismo, compadrazgos, enriquecimientos inexplicables de los servidores públicos, empezando por el propio gobernador.
Es una pesada losa que llevará Pepe cuando se formalice la campaña proselitista en el mes de abril, pero a su vez es una magnífica oportunidad, un desafío, un paradigma para que paulatinamente se recupere la confianza y la fe del discurso político, que se erosionó durante los gobiernos de Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte.
Sería desastroso, una burla, una humillación para los votantes que el senador con licencia se haga acompañar en los actos proselitistas de la carroña duartista y cómplices del saqueo del erario estatal, a los que la opinión pública ya los juzgó y condenó. Sería suicida retomar el lastre, pues sería de antemano perfilar la derrota anticipada en los comicios.
Por ello sería una abominación que el aún precandidato escuche el canto de las sirenas y en sus propuestas para integrar la próxima Legislatura local, diputados federales y senadores por el estado, llevé mano en la baraja como sería la lógica y evite la intromisión desaseada fidelista y/o duartista, o ambos.
Si el CDE del PRI confirma este domingo las fórmulas para el Senado de Juan Nicolás Callejas Roldán y María del Carmen Pinete, estaremos en la antesala de una crónica de la derrota anunciada, por lo menos en las dos posiciones por el Senado por Veracruz y en la mitad de las diputaciones federales y locales. El precandidato tiene que sacudirse la escoria de dos sexenios que causaron la caída abismal del PRI en 2016 y en un descuido podría sufrir la segunda derrota al hilo a la gubernatura.
Tanto Juan Nicolás juñior –famoso porque una prima hermana le echó en cara en el recinto legislativo que para tramitarle una gestión sindical le pidió “las nalgas”-como María del Carmen son beneficiarios del Duartismo y Fidelismo, reflejan una debilidad sustantiva de Pepe Yunes en el ajedrez político que pone en tela de juicio su triunfo del primer domingo de julio del 2018.
Y para confirmar que el Fidelismo está más vivo que nunca, a pesar de que el político de Nopaltepec tiene una cita con la fiscalía general, María del Carmen Pinete se hizo acompañar en su registro con precandidata a una de las fórmulas de la senaduría por los hermanos del defenestrado e innombrable exgóber Fidel Herrera. ¡Jaque mate al rey! ¿Qué paso con los consigliere?
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