La sempiterna líder moral del SETSE, Acela Servín negoció posiciones recurrentes con el Poder Legislativo local, a través del gobernador en turno, para privilegiar su liderazgo gremial. En la gráfica, con el gobernador Agustín Acosta Lagunes. Foto: Archivo
- Con o sin el PRI la narcoviolencia en Veracruz se elevó a niveles nunca vistos que evidencian el deterioro de las instituciones públicas
GAUDENCIO GARCÍA / 12 HORAS / XALAPA, Ver.- El 25 de noviembre de 1984 en Vega de la Alatorre fue acribillado el líder de la Unión Nacional de Productores de Caña de la CNC y diputado federal, Roque Spinoso Foglia, junto con su primo César Spinoso Corral.
En la emboscada que le tendieron los sicarios cuando asistían a una fiesta resultó herido de gravedad el otro primo de Roque Spinoso y hermano de César, Sergio Spinoso Corral–delegado de Tránsito en aquella época-, y según el reporte de la Policía Federal, el móvil conduce a un ajuste de cuentas por el tráfico de estupefacientes.
El atentado de Spinoso Foglia ocurrido en el municipio de Vega de Alatorre, durante el accidentado gobierno de Agustín Acosta Lagunes (1980/86) –con una gran similitud con el bienio aliancista de Miguel Ángel Yunes Linares, guardada las proporciones-, se sumó en ese año (1985) a una cadena de más de 35 crímenes, entre líderes cañeros y alcaldes.
En aquella fecha los Spinoso mantenían una añeja amistad con el próspero ganadero Arturo Izquierdo Hebrard–bajo sospecha por muchos años de estar coludido con los cárteles de la droga que décadas después fue confirmado y confiscado su rancho-, que acabó desdibujándose.
En 1982, César Spinoso intentó envenar a Arturo Izquierdo en una fiesta. Y un año despúes fue ametrallado el auto donde viajaba Graciela Izquierdo, su hermana, quien resultó ilesa del atentado, primera esposa del controvertido jefe policiaco del entonces Distrito Federal, Arturo Durazo Moreno (+).
Las pesquisas de la brigada especial de la Policía Judicial Federal determinaron que el autor intelectual de las ejecuciones de Roque y César Spinoso no fueron los Izquierdo, por la rivalidad que sostenían, si no el primo hermano del entonces gobernador Agustín Acosta Lagunes, el cacique y violento Felipe “El Indio” Lagunes, ejecutado años despúes en forma violenta .
Ante este epíligo de “ajuste de cuentas” contra Roque Spinoso, la PJF cerró la pinza con la aprehensión de los autores materiales que resultaron ser miembros de la Dirección de Seguridad Pública del estado.
Se le notificó al procurador general de Justicia, en aquella aciaga época, Pericles Namorado Urrutia (+), el 27 de marzo de 1985, para que entregara a los jefes policiacos homicidas y él contestó parco que se lo comentaría al gobernador Agustín Acosta Lagunes.
Dos después Namorado Urrutia presentó con toda estridencia publicitaria y consignó a David Delfín Vázquez como responsable de los homicidios, que a la postre provocó suspicacias porque fue calificado como “un chivo expiatorio” para tender una cortina de huo de los verdaderos autores materiales de los sonados crimenes.
La ola violenta que se registraba en 1985, producto de la disputa de los nichos del trasiego de drogas, venganzas y ajuste de cuentas, ante la evidente impunidad del gobierno –un espejo de la violencia sistemática que ocurre hoy en Veracruz sin el PRI en el poder-, se armó el rompecabezas con las detenciones de los jefes policiacos Leonardo Herrera, Javier Ruiz Bernal, Epitacio Martínez y Enrique Herrera.
La cadena de impunidad en aquel año fue abonando a la erosionada credibilidad, suspicacia y esceptismo en las instituciones gubernamentales, con los asesinatos del alcalde priista de Actopan, Juan Barradas; el expresidente municipal de Martínez de la Torre y empresario Pedro Manterola Rojas y su secretaria Leticia Murrieta, encontrados sin vida en un rancho del hoy extinto químico Mario Martínez el Campo.
El sábado 16 de marzo de 1985 fueron ejecutados el tesorero del Ayuntamiento de Xalapa y sobrino del gobernador Agustín Acosta Lagunes, Hugo Lagunes; el doctor Marco Antonio Pérez; y el comerciante Manuel Muñoz Arellano, ocurrridos en el munipio de Actopan, a media hora de la capital del estado.
En este epíligo, el gobierno aliancista de Miguel Ángel Yunes Linares, bajo la bandera del combate a la corrupción, impunidad e inseguridad pública, existe la suspicacia e incrédulidad del imaginario colectivo del por qué negoció en los drenajes del poder público con el exOficial Mayor de la SEV, César Spinoso Carrera, uno de los “peces gordos” de la corrupción del Duartegate, en lugar de haberlo de denunciarlo ante la PGR y la fiscalía General del Estado.
Los Spinoso, curioso, otra vez, en el ojo del huracán.