Todos estamos expuestos

Si consumes un producto digital de manera frecuente porque es gratis, y todos los días pasas horas navegando en la red, conectado al WiFi, revisando las redes sociales, quizás no eres del todo consciente de que el producto no es el servicio que estás utilizando, el producto eres tú. Día tras día accedemos a internet, brindamos datos de nuestra vida de forma indiscriminada sin realmente informarnos de qué pasa con estos datos y por qué son tan relevantes para la industria en la actualidad.

Muchas cosas han cambiado desde que el mundo decidió digitalizarse, incursionamos como amantes de la tecnología bajo la promesa de hacer nuestra vida más sencilla pero jamás cuestionamos el costo de simplificar el entorno. De manera cotidiana entregamos información personal de manera detalla pero realmente desconocemos los diversos usos que nuestros datos puedan tener. Tiempo atrás la publicidad y la mercadotecnia se crearon para imponer tendencias y posicionar distintos productos, hoy resulta muy sencillo que estos productos se adapten a hábitos personales y las preferencias que tenga cada individuo porque basta un análisis de nuestros clics para saber qué es lo que realmente queremos.

La inmensidad de detalles individuales que aportamos a la red permite a las compañías anticipar nuestros deseos, identificar estados de ánimo, los lugares preferidos, nuestras amistades más cercanas, nuestros gustos, nuestros temores, los hábitos de sueño, nuestra salud y así podríamos hacer la lista cada vez más específica, todo con el fin de comprobar que las grandes corporaciones tienen en su poder información que les permite controlarnos y hacernos el principal producto para el mayor postor.

Gracias a Edward Snowden supimos que la mayoría de ocasiones el mayor postor para toda nuestra información es el gobierno y ¿para qué le serviría al gobierno conocernos?, simplemente para manipularnos, para conocer nuestras inconformidades y saber erradicar cualquier amenaza, no es casualidad que en México se descubriera que las personas bajo mayor vigilancia son los activistas y defensores de los derechos humanos. Tenemos un claro derecho de expresión pero el exceso de datos también nos está poniendo en peligro de ínfimas maneras.

Conocer nuestra localización exacta, saber el tiempo que estuvimos en lugares determinados es información que podría parecernos insignificante pero sí pensamos en la utilidad que secuestradores o personas del crimen organizado pueden darle a esos datos resulta realmente escalofriante. ¿A quién no le han clonado una tarjeta? Cuando eso nos ocurre de inmediato culpamos a los sistemas de seguridad, pero la mayoría de veces nosotros somos los responsables de estos ataques, generalmente las preguntas de seguridad están relacionadas con hechos relevantes en nuestra vida que desde la aparición de redes socio digitales compartimos de forma indiscriminada, publicamos desde la foto de nuestra primer mascota, nuestra fecha de cumpleaños, hasta los momentos que antaño debían considerarse privados como la muerte de un ser querido, vivimos con una constante necesidad de ser notados y no nos percatamos de los peligros que esto trae consigo.

Internet tiene tan solo 25 años de haber incursionado en nuestras vidas, tal vez por ello aún estamos aprendiendo a relacionarnos debidamente con él, pero su desarrollo es más veloz que nuestro aprendizaje, por ello debemos ser más cuidadosos con su manejo, porque de no hacerlo estamos exhibiendo lo más preciado de cada uno de nosotros sin siquiera ser conscientes de ello.

Una manera de reflexionar respecto a esta problemática para cualquiera que tenga oportunidad de hacerlo es acudir a ver la obra de Privacidad, en el Teatro Insurgentes de la Ciudad de México o simplemente hacer el ejercicio con la red de algún conocido o incluso de sí mismo, revisen algunas fotografías, indaguen en las primeras publicaciones y vean que simple es tener información de los demás, claro que algunos construyen de manera digital una vida a la que realmente tienen, pero al final de cuentas son proyecciones del individuo y todos estamos expuestos a que sepan más de lo que realmente queremos compartir.

Related posts

¿Somos tan frágiles ante la llegada de la IA?

Una falacia informativa en la era digital

Una mirada urgente al sur