Retiran candados que puso Gina a gastos de CCS; IVAI y Tribunal actuaron mal
El argumento del IVAI para mantener reservada la información de los gastos de la Coordinación de Comunicación Social en el sexenio de Javier Duarte era el siguiente: “el instituto local argumentó que si se divulgaran los costos individualizados de cada uno de los actos que realizó la Coordinación General de Comunicación, al insertar publicidad en los medios de comunicación, no se permitiría al Estado controlar o influir substancialmente en los precios de bienes o servicios, afectando con ello el erario público. Adicionalmente, se razonó que, si se diera la información sobre cada uno de los costos, se generaría una ventaja indebida en perjuicio de un tercero, ya que se anularía el poder de negociación del Estado frente a los propietarios de los diversos medios de comunicación”. Este argumento fue echado abajo por la Suprema Corte de Justicia de la Nación quien resolvió que los Gobiernos no pueden clasificar como reservada la información sobre su gasto de comunicación social. El que hizo el reclamo en su momento fue Miguel Ángel Yunes Linares cuando era diputado federal. Cabe señalar que en su sentencia la SCJN señala que tanto el IVAI como el Tribunal Colegiado por quienes pasó este caso actuaron “incorrectamente al negarse a efectuar el estudio de constitucionalidad del citado Acuerdo CAIR-053-2013”.
Y ahora que se abran los candados de Comunicación Social, ¿de qué nos vamos a enterar?
Los que se dedican al periodismo sabían que la llamada vicegobernadora, entonces coordinadora de Comunicación Social, la señora Gina Domínguez, manejaba el presupuesto de esa dependencia a su propio arbitrio. Se sabía de los grandes negocios que hacía con empresas de comunicación que se había inventado, empresas fantasma a las que les otorgaba pagos por convenios que nunca llegaron el escrutinio público. Para evitar que los “curiosos” se enteraran de estos acuerdos la señora promovió ante el IVAI una ley que clasificaba como información reservada el gasto de publicidad social. Ahora que se ha echado abajo ese candado ¿de qué nos vamos a enterar? Nos vamos a enterar de esos millones de pesos que se erogaron a los medios que se dieron a la tarea de ocultar todos los desfalcos de Duarte; medios que alabaron la forma de gobernar de este “Nerón” veracruzano. Quizá también nos expliquemos por qué esa animadversión sistemática de algunos periodistas en contra del gobierno de Yunes; quizá extrañen esos pagos que les hacían ver el mundo color de rosa.
Los apóstatas del PAN, siguen las órdenes de Calderón, el jefe de su clan
Existe esa clase de tipos, los incongruentes, los que por un lado se dicen devotos y juran ante la bandera de su partido lealtad y por el otro lado la escupen al declarar que nada los obliga a votar por el candidato que surja de su partido. A esa clase de tipos se les llama apóstatas y de los hombres, son los de peor clase. Un apostata no se equivoca en sus declaraciones, no tiene un gesto de debilidad, antes bien lo que haces premeditado. Ser apóstata implica una ret3irada drástica e intencional del sendero que han transitado, y en el caso de los senadores panistas, del partido que los hizo ricos y en algún momento poderosos. Tal es el caso de Ernesto Cordero, Javier Lozano, Jorge Luis Lavalle, Salvador Vega Casillas y Roberto Gil quienes abiertamente se presentan como un bloque panista que apoya al candidato del PRI. Estos sujetos deleznables se apartan del sendero del PAN sólo porque la esposa del jefe de su clan no será la candidata. Que no salgan con discursos sobre democracia y equidad, ellos apostatan porque han decidido seguir el camino sectario de su prócer Felipe Calderón. Es por ello que habría que preguntarles: ¿Si no van a apoyar a su candidato, para qué siguen siendo panistas?
Armando Ortiz aortiz52@hotmail.com