Las redes sociales se desbordaron anoche con la noticia de la confirmación del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, a sus colaboradores de que no será el candidato del PRI a la Presidencia, y el trascendido de que este lunes José Antonio Meade renunciará a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público porque él será el abanderado del tricolor, así como también de que los demás aspirantes harán pública su decisión de retirarse de la contienda interna.
El viernes pasado abrí “Prosa aprisa” con los dos siguientes párrafos:
“Primero fue, ayer mismo, el propio Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, quien salió a atajar el huracán político que desató con sus desmesurados elogios públicos al todavía Secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade, que se tomaron como un predestape de la candidatura presidencial de éste. Más tarde lo haría el propio presidente Enrique Peña Nieto, que en los hechos es el verdadero líder del PRI.
¿Qué pasó? ¿Sus reacciones indican que se ‘cayó’ Meade? Me atrevo a opinar que no, que la decisión ya está tomada a favor del ahora titular de Hacienda, pero que cuando el Presidente envió a Videgaray a mostrárselos a los representantes de los gobiernos extranjeros, o cuando autorizó al Canciller que lo ponderara ante tan distinguidos personajes, a Videgaray se le pasó la mano y ninguno de los dos midió las reacciones que se iban a desatar y se asustaron”.
Otros dos párrafos que publiqué sobre el tema fueron que Peña:
“Como Jefe Político del país y del priismo tenía que poner las formas en su lugar. No podía ni puede dejar la impresión de que no es él quien dice la última palabra o la palabra decisiva ni que los consejeros de su partido sólo van a llegar al Consejo Político Nacional a saber que un Secretario ya adelantó lo que se supone que ellos apenas van a aprobar. Pero, además, corría un riesgo de rebelión si hubiera permitido que no se respetaran las formas y no le diera su lugar a la que se supone es la máxima autoridad del PRI, que es la representación del Consejo Político.
Peña quiso negar lo que es innegable: que él ejerce el dedazo, y dar la idea de pluralidad y democracia interna, que son una simulación. De ahí que haya hablado de cuadros. Tuvo razón cuando dijo que no se elige a partir de elogios o aplausos. Basta un solo aplauso, que es el de él, pero hay que dar la idea de que es el priismo de todo el país representado por los consejeros nacionales el que decide. Democracia pura, pues”.
Rescato todo lo anterior por la prácticamente confirmación de que el candidato será Meade. Ya ayer temprano nos había amanecido con el adelanto que dio el diario Reforma de lo que por la noche se acabó de confirmar:
“CON TODO y el comentario de Enrique Peña Nieto sobre los ‘despistados’, quienes han estado cerca del proceso de selección del candidato del PRI a la Presidencia dicen que la decisión está tomada y que el mero bueno terminará siendo José Antonio Meade.
CUENTAN que, el viernes de la semana pasada, hubo una larga comida de tres horas en la que el inquilino de Los Pinos les informó a los gobernadores tricolores que el titular de Hacienda presentará su renuncia la última semana de noviembre para ir por la candidatura.
Y AUNQUE los comentarios presidenciales les metieron ruido a varios de los mandatarios priistas, desde Los Pinos ya les llegó la línea de que la decisión está firme a pesar del traspié de Luis Videgaray, quien se adelantó a los tiempos y prácticamente destapó a Meade esta semana.
LA IDEA es que Meade cumpla con el cronograma establecido en la convocatoria del partido y aproveche los tiempos legales de precampaña para hacer proselitismo hasta febrero, en que se formalizará lo que va a quedar claro los próximos días cuando sea el único de los presidenciables tricolores que se separe de su cargo”.
El mismo diario Reforma reportó anoche que fuentes de Gobernación y de otras instituciones federales en las que laboran operadores afines al hidalguense informaron que el funcionario les manifestó la decisión luego de reunirse el pasado viernes, en privado, con el Presidente Enrique Peña Nieto.
El viernes apunté en “Prosa aprisa”: “Yo no soy político pero estuve adentro, pasé por las entrañas del dinosaurio y sé muy bien, como lo saben los viejos políticos priistas, que cuando se emite la convocatoria es porque ya hay candidato, por lo que eso de Peña de que se va a seleccionar de entre ‘los cuadros’ es puro cuento para cubrir las formas. Pero ya no tarda en que quede todo en claro. Puedo estar equivocado en mi apreciación, pero esperaré para confirmarlo”. Ya está todo claro.
A un año de gobierno, nada que celebrar
Esta semana, dentro de tres días, concluirá el primer año del gobierno panista. El viernes iniciará la cuenta regresiva de la administración de Miguel Ángel Yunes Linares.
Si Javier Duarte de Ochoa llevó a Veracruz a la peor crisis económica y financiera de su historia , en apenas un año del gobierno yunista el Estado vive su peor crisis de inseguridad, igual, en su historia.
A veces pienso que en la soledad el actual mandatario debe hacer ejercicios de reflexión sobre su mandato y debe darse la arrepentida de su vida de no haber cumplido su compromiso de campaña de poner al frente de la Secretaría de Seguridad Publica a un general del Ejército como había prometido.
Hoy Veracruz está bañado en sangre, ríos de ella corren por todo el Estado a causa de la violencia e inseguridad, el problema está totalmente fuera de control y las autoridades están rebasadas.
Hayan sido las causas que hayan sido, el sonado crimen del alcalde de Ixhuatlán de Madero, Víctor Manuel Espinosa Toletino, de su esposa Hilda Patricia Carrera Tinoco, presidenta del DIF de ese municipio, así como de otras personas, horrorizó a la indefensa sociedad veracruzana, que ya de por sí vive en la zozobra de saberse la posible próxima víctima, porque ya nadie está a salvo.
Una nota de El Universal informó ayer domingo que en las últimas 48 horas fueron asesinadas al menos 23 personas en el territorio estatal, cifra sin precedente, y portadas y páginas de periódicos así como de portales web informativos están llenos de nota roja.
Ayer, en su comunicado dominical, la Arquidiócesis de Xalapa se hizo eco de la inquietud que invade a su feligresía, que es decir a la mayoría de los veracruzanos:
“El ambiente que estamos observando nos preocupa, el tejido social está muy descompuesto, por dondequiera existen signos de muerte que roban la paz y la tranquilidad de los ciudadanos. Todos los días hay asesinatos, por dondequiera aparecen personas ejecutadas, todo mundo teme por su vida y aunque se anuncian algunos resultados, la seguridad sigue siendo una gran deuda social”.
Lo que sucede no es invento de la prensa, es la cruda realidad. Tanto la prensa como la Iglesia sólo están reflejando lo que se alcanza a ver porque a veces es imposible ocultar los hechos, o dan cuenta de la versión de la autoridad, de lo que quiere decir, porque hay la percepción o la sospecha de que las cifras no son las reales, pero aún así los números de las víctimas por los recuentos de los propios periodistas o las que acepta el gobierno son verdaderamente alarmantes.
Decía líneas arriba que tal vez el gobernante se arrepienta de no haber puesto a un militar en el mando, porque hoy toda la responsabilidad de la inseguridad y la violencia, y por supuesto de las consecuencias, es suya, de su gobierno y de su persona, porque carga con el señalamiento de que puso a un civil incondicional suyo sin experiencia y sin la capacidad para hacer frente con éxito al grave problema que ahoga a Veracruz.
Otra cosa sería si la posición se la hubiera entregado al Ejército o a la Marina, porque entonces compartirían la responsabilidad, y la exigencia de la sociedad sería para el Instituto armado o para la Armada de México, para que cambiaran a un general por otro que diera resultados, y nadie se acordaría del gobierno yunista ni lo responsabilizaría con índice de fuego como hoy lo hace.
El viernes me llamó la atención lo que dijo el comandante de la primera región naval, Fernando Arturo Castañón Zamacona, quien se negó a hacer declaraciones sobre el tema de seguridad diciendo que el único autorizado para hacerlo es el gobernador Yunes Linares.
Extraña porque la Secretaría de Marina es un ente autónomo incluso con más poder, una entidad federal que no tiene porqué estar sometido al mando o poder de decisión de un gobernador, cualquiera que sea, y sus mandos no son ningunos empleados de un mandatario estatal.
Castañón Zamacona fue muy claro: dijo que declaraciones sobre el tema se las delegaba al gobernador como cabeza del Grupo de Coordinación Veracruz.
Pudo haber sido sincero pero también cabe pensar que no quiso asumir una responsabilidad que piense que no le toca a la Marina, en su caso, porque el propio gobernante no se la quiso delegar ni a la Armada de México ni al Ejército. Tal vez lo que quiso que se interpretara al negarse a hablar del tema fue: el único responsable es el gobernador.
Yunes Linares dijo en su informe del pasado día 15 que hoy “la sociedad es otra”. Seguramente cuando dijo que resolvería el problema de la inseguridad en seis meses vivía desfasado, con la idea de un Veracruz como el de cuando fue poderoso Secretario General de Gobierno. Para aquella sociedad sí era un experto en seguridad. Hoy seguramente la nueva realidad lo ha ubicado ya: su gobierno naufraga en esa materia. Así llega al primer año de su gobierno. No se ve la solución para su segundo y último. La pregunta ahora es: ¿se empecinará en sostener al actual titular de Seguridad Pública o por fin cumplirá su ofrecimiento de campaña de colocar en su lugar a un militar de carrera, experto?, ¿o no lo hará para tener a su disposición a la policía estatal para lo que se ofrezca en el terreno político-electoral por si las circunstancias no le favorecen a su proyecto?