Si algo le era recurrentemente criticado –aunque fuera de manera soterrada, porque no había medio que lo publicara en su momento- a Javier Duarte de Ochoa durante su sexenio era su propensión enfermiza y cuasi neurótica a negar la realidad de lo que sucedía en el estado de Veracruz.
El “en Veracruz no pasa nada” era el caballo de batalla de una administración que se dedicó a depauperar al estado, mientras dejaba derrumbarse sus instituciones y deteriorarse todas las áreas de la convivencia social, al grado de que la entidad quedó sumida en el desastre que provocó, finalmente, que ese grupo político perdiera el poder.
De manera inverosímil, el actual régimen, el que prometió el “cambio” en Veracruz, adopta las mismas posturas de negación de la realidad y de encono contra la crítica que distinguían al duartismo, con un aderezo todavía peor: la promoción descarada del primogénito del actual gobernante para entronizarlo como sucesor.
Eso quedó completamente evidenciado este miércoles, cuando durante el enésimo acto público encabezado al alimón por el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares y su hijo el presidente municipal de Boca del Río Miguel Ángel Yunes Márquez, el primero evadió dar respuesta a los cuestionamientos de la prensa sobre los últimos hechos de violencia política en la entidad, y en cambio, aprovechó para destacar todo lo “bueno” que se había hecho en el municipio gobernado por su vástago.
Cuando un reportero inquirió al mandatario sobre lo que pasa en el sureño municipio de Hidalgotitlán, donde el alcalde electo Santana Cruz Bahena fue asesinado el pasado lunes, Yunes Linares hizo como si le hubieran preguntado por su feudo familiar, Boca del Río.
“Lo que pasa es que tenemos una de las mejores estaciones de bomberos del mundo y nos debemos sentir muy orgullosos de las cosas positivas que se hacen en Veracruz. Lo que pasa es que tenemos en Boca del Río el ‘distrito Boca’, que es uno de los más modernos del mundo. El Foro Boca, que es una gran instalación, un centro para las artes. Lo que pasa es que hay gran interés de los empresarios en invertir en Veracruz. Lo que pasa es que hay un gobierno limpio, honesto, un gobierno que enderezó las finanzas públicas, que llevó a la estabilidad política y social. Eso es lo que pasa”, respondió Miguel Ángel Yunes Linares, mientras recalcaba que en Veracruz “hay estabilidad política y social”.
Infortunadamente, para él y para los habitantes de todo el estado, lo que pasa en Veracruz es mucho más grave que lo que se exclama con aires triunfalistas de una administración que ha sido incapaz de colocarse a la altura de las circunstancias.
Para muestra, las últimas cifras dadas a conocer por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública -organismo que, como ya se ha mencionado antes, el propio Miguel Ángel Yunes Linares encabezó durante el sexenio de Vicente Fox Quesada-, y que señalan que durante el mes de octubre, Veracruz ocupó el cuarto lugar nacional en homicidios dolosos, con 174, mientras que en número global de homicidios, se cometieron 225.
Asimismo, hasta el 30 de septiembre de este año, la entidad ocupaba el primer lugar nacional en secuestros. Y tan solo este miércoles 22 de noviembre, una joven fue privada de la libertad en un fraccionamiento residencial de la capital del estado, ubicado a unos metros de la Fiscalía General.
Eso es lo que en realidad pasa en Veracruz, cuyo territorio, problemas y necesidades van mucho más allá de las del municipio de Boca del Río. Pero tal parece que de las lecciones del pasado reciente, no se aprendió nada en absoluto.
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